Pablo Casado se enroca en su propio rumbo ante un Vox fortalecido
Tras las elecciones catalanas, el líder del PP no está dispuesto a una autocrítica mientras las autonomías siguen sin darle buenas noticias. La extrema derecha no modificará su estrategia en el Estado y mantiene su decisión de no confrontar con sus socios. Arrimadas enfrenta ruidos internos en Cs.
La derecha españolista ha quedado en ebullición tras el 14F en Catalunya. Los resultados del Partido Popular y de Ciudadanos han sido una implosión mientras que han dado un envión a Vox y su estrategia de mostrarse como el más fuerte rival del soberanismo y la izquierda. En Madrid las repercusiones han sido inmediatas.
El PP ha perdido solamente un escaño pero ha pasado la humillación de ver cómo la extrema derecha le hacía un sorpasso histórico. El impacto no ha tardado en llegar en Génova, que ha intentado repartir responsabilidades y, qué paradoja, alienar al Principat del resto del Estado: «Las elecciones catalanas nunca son extrapolables al conjunto de España», ha señalado la mano derecha de Pablo Casado, el secretario general Teodoro García-Egea. Además, culpa a la baja participación y respalda al líder de los ‘populares’ catalanes, Alejandro Fernández.
Más lejos aún ha mostrado estar de la autocrítica el vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, quien ha asegurado que la formación mantendrá el rumbo centrista y ha recordado sugestivamente que «todo el partido, incluidos los barones, se volcó en la campaña y por lo tanto la responsabilidad es compartida».
La declaración parecía más una apertura de paraguas ante la lluvia que puede venir: en algunos medios aliados históricamente al PP han comenzado a filtrarse quejas de barones territoriales por la estrategia de Casado y hasta algunos pedidos de desmarque más fuerte de Vox. También los hay que piden convertirse en un Vox azul. Hasta ahora, sólo el presidente de la Xunta, Alberto Núñez-Feijoo, a quien le gusta mostrarse como el distinto entre los conservadores, ha pedido una «reflexión» pero considera que la reacción del presidente de la formación debe ser «siempre medida y distante» ante un resultado autonómico.
Fuentes del grupo parlamentario del PP preguntadas por NAIZ han recalcado que desde la cúpula del partido los dos argumentos que se han impuesto en los portavoces de todas las regiones del Estado es que «se mantendrá el rumbo y el resultado no es extrapolable». Hay un «cierre de filas en torno a Casado y se ve en todas las reacciones de hoy», señalan. Ese mensaje se enfatizará seguramente este martes en la reunión del Comité Ejecutivo Nacional con dirigentes territoriales.
Es cierto también que por más llamativo que resulte el sorpasso de Vox, ya no representa una gran sorpresa y menos aún en una comunidad autónoma que presenta una gran desconexión con el PP. Rajoy utilizó a Catalunya como ariete contra Rodríguez Zapatero y desde entonces el desapego no ha parado de crecer. Pero no deja de ser una mala noticia más para Casado, que tuvo resultados muy malos también en la CAV y que en el único sitio donde consigue mayoría absoluta es en Galiza, justo donde gobierna su mayor rival interno.
Vox, inmutable
La extrema derecha ha logrado ser la primera fuerza conservadora de los unionistas y lo considera un refrendo de su estrategia de no agresión para con el PP y Cs. Fuentes de la dirección del partido han dicho a NAIZ que «no habrá confrontación» y que el objetivo principal es mantener lejos del poder a lo soberanistas y la izquierda.
Ante lo que ahora podría imaginarse como un buen momento para embestir contra el PP y acelerar un sorpasso a nivel estatal, desde la cúpula de Vox han respondido: «Nuestro partido ha mantenido todos los pactos que hizo. Precisamente el PP y Ciudadanos no lo han hecho. No tenemos intención de romperlos y hace dos meses cerramos acuerdo de presupuestos en Andalucía. Seguimos con normalidad, que para nosotros pasa por vigilar que cumplan sus compromisos».
Además, frente a las peticiones de barones del PP de marcar distancia con Vox (algo que se cristalizó en la moción de censura de octubre), la formación ultranacionalista dice que eso es lo que hizo el PPC y «parece que no le ha salido muy bien, será hora que se den cuenta que el enemigo no es Vox sino el paro, la delincuencia, la inseguridad y la ocupación».
El plan de Vox se mantiene firme y le reditúa. A pesar de la invitación a confrontar en la moción de censura, Abascal y los suyos han resistido la tentación, conservan su énfasis en las redes sociales y la comunicación directa y sacan provecho de no mostrarse ambiciosos por cargos sino como la salvaguarda ante presuntos fantasmas que agitan (el soberanismo, los okupas o el que convenga según la región).
La tercera pata de la derecha española, Ciudadanos, sufrió un descalabro descomunal, perdiendo casi un millón de votos. No demoraron nada los de la corriente interna autodenominada Renovadores en exigir públicamente dimisiones y cambios de liderazgo. También hubo quejas públicas de diputados autonómicos exigieron una revisión de estrategia a una Inés Arrimadas que lleva solamente un año al frente del partido.
Empequeñecido también en las Cortes, el partido naranja tiene un rumbo aún en proceso de decantación (pasó de la foto de Colón a asistir a Sánchez) pero sus críticos internos esperan alguna renuncia como señal de autocrítica. Las miradas posan sobre las dos manos derecha de Arrimadas, su vicesecretario general, Carlos Cuadrado, y al vicesecretario general adjunto, José María Espejo.
El shock catalán todavía puede provocar más movimientos en PP y Cs pero también cabe recordar que sus líderes cuentan con algo a favor: salvo un improbable adelanto de las andaluzas, no hay más elecciones en el Estado hasta fines de 2022.