Una vacunación paralela para una élite cercana al Gobierno argentino funcionaba en el Ministerio de Sanidad, a donde concurrían algunos políticos, artistas, sindicalistas y periodistas simpatizantes o aliados a Alberto Fernández y Cristina Kirchner para adquirir una dosis de la Sputnik, la vacuna rusa que compró la Casa Rosada, que también ha sumado ahora a la de Pfizer y la china Sinopharm.
El escándalo estalló el viernes por la tarde y la velocidad de los acontecimientos y el estallido de ira en las redes sociales y de la gente provocó la inmediata petición de dimisión al ministro de Sanidad, Ginés González García, por parte del presidente Fernández.
Es público y notorio que he debido tomar una decisión ante un hecho reprochable. Lo sucedido en el Ministerio de Salud fue un hecho que aunque excepcional no puede avalarse.
— Alberto Fernández (@alferdez) February 21, 2021
Al día siguiente juró como ministra Carla Vizzotti, quien era la número dos de la cartera y, según admiten fuentes gubernamentales, la que «en los hechos llevaba las riendas de Sanidad y la estrategia en la pandemia».
Pero lo que se destapó es un típico caso de tráfico de influencias en el momento más inoportuno con la vacuna más necesitada. Sin contar al presidente, la vicepresidenta, y los gobernadores de provincias, que puede entenderse por qué deben ser vacunados con prioridad, reconocieron haber sido beneficiados con la dosis por vía irregular el periodista y presidente de un think-tank de derechos humanos, Horacio Verbitsky; el líder de la central sindical peronista, Hugo Moyano; su esposa y su hijo menor, el exembajador ante el Vaticano, Eduardo Valdés (amigo personal del papa Francisco); y el senador Jorge Taiana.
A partir de allí se conoció una larga lista de nombres (muchos alcaldes, legisladores y dirigentes sociales peronistas) y detalles de la vacunación paralela de Sanidad, a la que acudían enfermeros del Hospital Posadas de Buenos Aires en forma secreta para inocular tras los pedidos de los personajes VIP o por ofrecimiento de altos cargos, siempre por fuera del llamado Plan Estratégico de Vacunación establecido por la Casa Rosada y que priorizó a los trabajadores sanitarios y en una segunda fase a los mayores de 65.
En Argentina ya circulaban rumores sobre una vacunación privilegiada hacía semanas, especialmente tras el exabrupto de Moria Casán, una de las actrices más famosas de este país, cuando en una entrevista comentó que la habían llamado para ofrecerle la vacuna pero que la había rechazado porque no quería privilegios.
En declaraciones hechas en un encuentro informal con periodistas, el presidente dijo este domingo que lamentaba haber tenido que echar al ministro: «Lo quiero, pero lo que hizo es imperdonable. La política es ética y tenemos que terminar con esta cultura de la picardía y el manejo de las influencias«. Además, el jefe de Estado dijo haberse enterado «por los periódicos» de la vacunación irregular.
«Yo no tolero cosas así. Ni hago cosas así. Manejo mi propio auto. Cuando no era funcionario y me ofrecían pasar al Salón VIP sin hacer cola, me negaba. Como presidente no puedo consentir que se concedan esos privilegios», afirmó
En tanto, el fiscal federal de turno el viernes pasado ya interpuso la denuncia contra el ministro y algunos de los confesos vacunados y este lunes se realiza el sorteo para designar al juez que investigará hasta dónde llega la trama.
En la propia web del Ministerio de Sanidad aparece el listado de cuántas vacunas fueron entregadas a las 24 provincias argentinas, en un reparto de las 300.000 que envió Rusia en su primer cargamento. La curiosidad es que en la suma de todas las entregas, el resultado da que faltan 3.100 para sumar el total, justamente las que filtraciones periodísticas indican que había reservado González García.
Temporal de rumores en un mal momento
Fernández, quien había catapultado su popularidad por la gestión de la pandemia en marzo, ahora pasa horas menos favorables. Dos encuestas publicadas este fin de semana (de las consultoras D’Alessio y Berenztein) señalan su caída en la imagen positiva hasta llegar al 36%; ha pasado en siete meses de ser el dirigente mejor valorad al noveno puesto.
Pero el escándalo desatado este fin de semana también tiene ribetes que se conjuran al estilo culebrón y que ha provocado una tormenta de rumores y especulaciones en el Gobierno y los medios, ya que la confirmación de la existencia de la vacunación paralela vino de la mano del periodista Verbitsky, un histórico dirigente peronista muy cercano a Cristina Kirchner.
La sorpresa fue que Verbitsky comentara en la radio que se había vacunado irregularmente tras pedirle el favor al ministro, su «amigo personal». Su gratuita y poco espontánea confesión fue la que confirmó los hechos y disparó el escándalo. Al principio había rumores de que esto podía ser por una vieja enemistad de la actual vicepresidenta con González García o también por una reforma en el sistema privado de salud a la que el exministro se negaba.
Finalmente la teoría que varias fuentes del mundo político relataron a NAIZ es que Verbitsky supo que su nombre sería portada al día siguiente del diario ‘Clarín’, que había descubierto la trama y la iba a publicar. Ante esto, el periodista y presidente del think-tank CELS decidió hacer pública la situación y desatar así una tormenta que, por ahora, es de dimensiones imprevisibles.