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Movilización social en Grecia para exigir el traslado de un preso en huelga de hambre

Miles de personas se han manifestado este lunes en varias ciudades griegas para pedir al Gobierno que cumpla la ley y traslade a Dimitris Kufondinas, un preso que mantiene una huelga de hambre desde hace 53 días, en el 40 aniversario del inicio de la huelga de hambre de Bobby Sands en Irlanda.

Manifestantes frente al Parlamento griego para defender la vida de Kufondinas. (Louisa GOULIMAKI/AFP)
Manifestantes frente al Parlamento griego para defender la vida de Kufondinas. (Louisa GOULIMAKI/AFP)

El día en que se cumplen 40 años del inicio de la huelga de hambre del irlandés Bobby Sands y otra veintena de militantes del IRA y del INLA, Dimitris Kufondinas podría convertirse en el primer caso de un preso muerto por esta forma de protesta en la historia de Grecia.

Miles de personas se han manifestado este lunes en varias ciudades de Grecia para evitarlo y exigir al Gobierno que cumpla la ley y traslade de prisión a  Kufondinas, uno de los líderes de la desaparecida organización 17 de Noviembre, cuya vida pende de un hilo tras 53 días de huelga de hambre.

Kufondinas, condenado a once cadenas perpetuas, inició su ayuno para reclamar el traslado a la cárcel de Atenas donde pasó sus primeros 16 años de sentencia, ya que actualmente se encuentra en una penitenciaría de alta seguridad, a 250 kilómetros de la capital.

La principal concentración en apoyo del preso ha tenido lugar en la plaza Síntagma, en el centro de Atenas, donde unas 2.000 personas portaban pancartas con lemas como «No a la venganza, victoria para la vida» o «Las vidas de los prisioneros también cuentan».
 
«Cada día se suman voces, incluso de gente conservadora, que condenan la actitud del Gobierno. Desea la muerte de Kufondinas para chantajear a la sociedad con un falso dilema: con nosotros o con los terroristas», ha indicado Kostas Papadakis, uno de los abogados de las víctimas en el macrojuicio contra la organización nazi Amanecer Dorado.

El hospital de Lamia, donde está ingresado, anunció este fin de semana que Kufondinas había empeorado seriamente tras 12 días en la UCI y, especialmente, tras una semana realizando huelga de sed.

«No quiero morir, pero no me dejan otra opción»

«No quiero morir, pero tal como está la situación, no me dejan otra opción», dijo Kufondinas a la doctora que le fue a visitar y a la que ha pedido no ser revivido en caso de caer en coma.

Toda la oposición, menos la ultraderecha, ha pedido al Gobierno que cambie su actitud, pero éste se ha mostrado firme e insiste en que esta huelga un intento de «chantaje».

El argumento del Gobierno es que el reo debe utilizar los recursos judiciales pertinentes, mientras la abogada de Kufondinas asegura haber enviado una solicitud de traslado que no recibió respuesta y haber pedido a las autoridades penitenciarias los documentos para iniciar los trámites legales, que no ha recibido.

Solidaridad contra la venganza

Desde que comenzó la huelga ha habido varias protestas y muestras de solidaridad con el preso, por parte de cientos de juristas y personajes destacados de la cultura griega e internacional, que reclaman que un Estado de Derecho no puede ser vengativo y que se deben respetar los derechos humanos de los condenados.

Durante estos días, en los que ha aumentado la tensión, se han producido ataques y ocupaciones contra edificios ministeriales y del partido en el Gobierno, Nueva Democracia, en apoyo al preso.

La organización 17 de Noviembre apareció en 1974, poco después de la caída de la dictadura de los coroneles y actuó contra torturadores de la dictadura, miembros de la CIA, empresarios, políticos y editores hasta 2002, cuando una bomba de fabricación casera le estalló en las manos a Savvas Xirós, uno de sus militantes.

En Europa, después de la muerte de diez presos irlandeses en 1981 que luchaban por el reconocimiento de su estatus político, en el Estado español fallecieron por huelga de hambre los militantes del GRAPO Juan José Crespo Galende, en 1981 por las condiciones de la cárcel de Herrera de la Mancha, y José Manuel Sevillano, en 1990 como respuesta al trato recibido por una compañera y a la dispersión.

Además, en junio de 2002 murió Albert Panadés Soler, un preso común que inició una huelga de hambre después de que la prisión le negara por tres veces el tercer grado penitenciario.