«No es de este planeta», resumía Vadao en vísperas de que arrancara el Mundial de Canadá. El sexto en la carrera de Formiga, que en 2019 se apuntaba otro más para convertirse en la futbolista que más Campeonatos del Mundo ha disputado. Si nada lo impide, con los de Tokio serán otros tantos Juegos Olímpicos, todos en los que ha habido fútbol femenino. Y aunque dice que será el último, quién sabe si todavía quedará alguno más porque la brasileña tiene fútbol para rato. Este miércoles cumple 43 años y acaba de anunciar que le gustaría seguir jugando al menos un par más.

Miraildes Maciel Mota, que es su verdadero nombre, nació en Salvador de Bahía el tres de marzo de 1978. El fútbol femenino, como tantos otros deportes, estaba todavía prohibido por ley en su país, al considerar que era «incompatible con las condiciones de la naturaleza» de las mujeres. En 1981 se anuló la norma, dos años más tarde se puso en marcha el primer campeonato nacional y antes de que acabara la década, Formiga ya había descubierto que el fútbol era lo suyo, aunque todavía no se había ganado el sobrenombre con el que ha pasado a la historia del deporte.

Eso llegó después, cuando empezó a vestirse la camiseta del Sao Paulo, en los inicios de una carrera que ya dura 28 años y le ha llevado a militar en 14 equipos de cuatro países y a conquistar todos los logros de la Verdeamarela. Ahora sí, como Formiga, la trabajadora incansable. «Es la mejor. Es impresionante la limpieza que hace en el centro del campo. A mi me llegan la mitad de los balones porque ella lo limpia todo en el centro del campo», aseguraba en una entrevista concedida a 7K Irene Paredes, su compañera en el Paris Saint-Germain.

La brasileña llegaba al equipo francés en 2017. Con 39 años, cuando la mayoría de las futbolistas ha colgado las botas, dejaba el Sao Jose, en el que había militado las siete temporadas anteriores –tras pasar también por Malmö, Santos o Chicago Red Stars–, para enrolarse en uno de los proyectos más ambiciosos del mundo. Y apuntarse otra marca porque es la futbolista más veterana que ha disputado la Champions League, en la que este mismo miércoles se enfrentará al Sparta de Praga.

Cuando llegó a Paris, esta centrocampista que al trabajo añade rigor táctico, colocación y golpeo, había dicho ya adiós a la selección. Se despedía tras los Juegos de Rio de Janeiro, los sextos que disputaba y que se saldaban con una desilusionante medalla de «chocolate» para las anfitrionas. Pero la prolífica cantera brasileña no tenía recambio y Vadao reclamó a su «baiana brava» un ¿último? servicio, reclutándola para el Mundial de Francia, hace dos años. Tampoco hubo allí premio para Brasil, que caía en octavos ante la selección anfitriona. Parecía, ahora sí, el final de una generación, que ha conquistado dos medallas mundiales y otras dos olímpicas.

En los vestuarios del Estadio Océane de Le Havre, Marta, que ha declarado en numerosas ocasiones que Formiga es su mayor ídolo, advertía entre lágrimas a sus compañeras más jóvenes que iba llegando su turno «porque nosotras no estaremos aquí para siempre». Pero sí un ratito más porque Formiga y las poco más jóvenes Marta y Cristiane –ambas tienen 35 años– tienen cuerda para rato.

Tras el Mundial Cristiane volvía a Brasil donde sigue, defendiendo la camiseta del Sao Paulo, Marta acaba de renovar con Orlando Pride y Formiga también prolongaba el año pasado su contrato con el Paris Saint-Germain por una temporada más. Y tampoco parece que su etapa en la selección haya acabado con la llegada de Pia Sundhague al banquillo. Casualidades de la vida, el último Mundial como futbolista de Sundhague (Suecia 95), comenzó con una inesperada derrota a manos de un Brasil en el que se estrenaba Formiga. Y la Suecia entrenada por Sundhague era también la que dejaba fuera de la final a las brasileñas en los Juegos de Rio. Ahora trabajan juntas. Aunque finalmente no pudo viajar, debido a la situación, el nombre de Formiga estaba en la lista de Brasil para la She Believes Cup que acaba de disputarse en Estados Unidos.

«No es de este planeta», ya lo decía Vadao. «Ya se lo pregunté a mi madre y no me dijo de qué planeta soy, ya me gustaría saberlo», contestaba ella con la sonrisa que siempre le acompaña. Y que todavía lucirá por el campo porque, aunque asegura que dejará la selección tras los Juegos de Tokio, no descarta seguir jugando más allá incluso de los 45 años, según afirmaba en una entrevista concedida a Efe. «Si Dios quiere, quién sabe. Va a decidir el tipo de ahí arriba. Pero tengo salud y ánimo, va a ser difícil pararme». Sus planes, en cualquier caso, incluyen una previsible vuelta a casa.

«Siento saudade», reconoce la brasileña tras tres temporadas y media en Paris. «No creo que siga en el PSG. Volver a Brasil es una posibilidad. Hay oportunidades para regresar y quizá sea un buen momento. Brasil está mejorando, me alegra, hay varios clubes grandes que están apostando y espero que el resto siga el ejemplo».

Antes tiene un par de retos que afrontar con un Paris Saint-Germain que lidera la Division 1 –y que el próximo 13 de marzo intentará sentenciar la Liga en su duelo con el Olympique– y que, sobre todo, sueña con la Champions League, que ya ha rozado en un par de ocasiones.

Camino a Gotemburgo

Precisamente este miércoles se reanuda el torneo continental, que concluirá el 16 de mayo en Gotemburgo, con los partidos de ida de los octavos de final, en los que el PSG de Formiga e Irene Paredes se enfrentará al Sparta de Praga. La legazpiarra ya no será la única futbolista vasca en la competición, después de que el Olympique haya inscrito a Damaris Egurrola, fichada por el heptacampeón durante el mercado invernal.

Estos son los partidos de ida de los octavos de final, que se disputan entre hoy y mañana:

Miércoles, 3 de marzo
Barcelona - Fortuna Hjorring (16.45)
Manchester City - Fiorentina (17.45)
Rosengard - St. Pölten (18.00)
Wolfsburgo - LSK Kvinner (18.15)
Sparta de Praga - Paris Saint Germain (19.00)
Chelsea - Atlético de Madrid (20.00)
Jueves, 4 de marzo
BIIK Kazygurt - Bayern de Munich (7.00)
Olympique de Lyon - Brondby (16.00)