Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

«Druk»

Nadie hoy en día es capaz de conseguir el impacto social que alcanza cada una de las películas que estrena el cineasta danés Thomas Vinterberg, profundo conocedor del drama humano que muestra al mundo las debilidades de una sociedad desarrollada como la danesa, cuestionando la felicidad de su ciudadanía. Es su manera de poner en tela de juicio la era del bienestar, en la que evidentemente algo falla, porque hace tiempo que sabemos que bajo la aparente capa de normalidad las cosas no van bien. El debate en torno a títulos claves de su filmografía se mantiene vivo, y ‘Celebración’ (1998), ‘Submarino’ (2010), ‘La caza’ (2012), o ‘La comuna’ (2016) siguen dando que hablar. Son sus obras netamente danesas, porque cuando se mete en coproducciones internacionales al estilo de ‘Querida Wendy’ (2005), ‘Lejos del mundanal ruido’ (2015) o ‘Kursk’ (2018) los objetivos parecen ser otros. Por suerte, ‘Druk’ (2020) pertenece de lleno al primer grupo, y es su creación más sutil, hasta el punto de que no toda la prensa, ni toda la audiencia, la supo entender en Donostia, tal vez porque hay gente que no ha experimentado lo suficiente con el alcohol como para saber por dónde van los tiros.

En el SSIFF 68 recibió un premio coral a sus cuatro actores y el Feroz a la Mejor Película del festival, pero donde la película ha triunfado sin paliativos es en los premios EFA del cine europeo, con cuatro estatuillas a Mejor Película, Mejor Dirección, Mejor Guion y Mejor Actor para Madds Mikkelsen. Y, por supuesto, en su país, siendo seleccionada por Dinamarca para el Óscar, además de ganar cinco premios Robert del cine danés a Mejor Película Danesa, Mejor Dirección, Mejor Guion Original, Mejor Montaje y Mejor Actor, otra vez para Madds Mikelsen. La lista de reconocimientos importantes se completa con el César a la Mejor Película Extranjera y los premios del Público y de Mejor Película en el festival de Göteborg.

Me atrevería a decir que Vinterberg ha hecho la película más equilibrada que existe sobre el alcoholismo, sin ni siquiera pretenderlo, porque la intención final del autor es la de hacer un canto a la amistad masculina en forma de crónica generacional, en la que la bebida aparece como un detonante que destapa el frasco de las frustraciones y crisis personales dentro de unas existencias vacías.

Madds Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe son los cuatro profesores que durante una cena charlan sobre la teoría del psicólogo noruego Finn Skarderud de que el ser humano nace con un déficit de alcohol en sangre del 0.05%, pudiendo ser compensado con un par de copas al día. Los cuatro colegas se proponen poner en práctica dicho método, con tal de sentirse más vivos, socializar mejor y sentirse más desinhibidos en sus relaciones laborales y familiares.

‘Otra ronda’, título con el que se estrenará en nuestras salas el día 9 de abril, es una comedia, y Vinterberg no duda en ironizar a cuenta del propio movimiento cinematográfico Dogma 95 del que fuera cofundador, al poner sobre la mesa una serie de normas para la ingesta alcohólica, que consisten en solo beber en horario laboral como lo hacía Hemingway, y en ningún caso empinar el codo después de las 20 horas o durante el fin de semana.

Lo más gracioso es que los cuatro actores se reunían al final de cada jornada de rodaje para tomar unos tragos, porque ese es el espíritu que transmiten en la ficción, el de la bebida como vínculo de camaradería y recurso indispensable para cualquier celebración o momento de relax.

El cineasta danés no hace apología del alcoholismo ni tampoco lo condena, sino que reconoce que tiene su punto, siempre que se mantenga un autocontrol, lo cual no es nada fácil, especialmente en fases depresivas. No juzga al bebedor, ni tampoco lo santifica, porque se limita a mostrar los claros y oscuros de un hábito social.