Hace un año la Real partía como clara favorita por los méritos realizados durante la competición y por su trayectoria en Liga, pero tras el cambio experimentado con Marcelino en el banquillo, las fuerzas se han igualado mucho. La conquista de la Supercopa a los quince días de recalar en Bilbo es la principal prueba que ratifica que la dinámica se ha modificado.
La derrota en el derbi disputado en San Mamés en Nochevieja precipitó la decisión de destituir a Garitano. El equipo no terminaba de carburar en el apartado ofensivo y las sensaciones eran negativas. Demasiada carga en el ambiente con un entrenador en entredicho desde el inicio de la temporada.
La clasificación para la final de Copa fue el factor determinante para que el técnico de Derio renovara, pero cuando se acercaron las citas importantes con títulos en juego, la dirección del club optó por un golpe de timón.
Las formas no fueron las correctas. Sin embargo, nadie pone en duda que la llegada de Marcelino ha revitalizado al Athletic. El técnico asturiano ha conseguido implantar su 1-4-4-2, piezas clave como Muniain, Raúl García y Williams han resurgido y ha aumentado la capacidad goleadora.
Además de alzarse con la Supercopa, el equipo ha demostrado su carácter competitivo volviendo a superar todo tipo de adversidades en las eliminatorias de Copa para meterse en otra final. Son ya nueve las clasificaciones para finales en los últimos doce años.
Un éxito evidente si se tiene en cuenta que se tardó el doble hasta meterse en la de 2009. Desde los 80 el Athletic no se había acercado a la lucha por los títulos. El único punto discordante es que, en los tres meses que lleva en el Athletic, Marcelino no ha conseguido encontrar la regularidad del equipo en Liga.
Incluso, se puede decir que ha bajado las prestaciones en los últimos partidos en los que se ha tenido que conformar con empates ante Celta (0-0) y Eibar (1-1).
En ese análisis no se puede obviar que el equipo ha pagado el desgaste que supone salir con vida de situaciones límite. Se llevó la Supercopa en la prórroga y la clasificación para la final de la Copa de este curso también se consiguió en la prolongación. A este bagaje hay que sumar la tanda de penaltis ganada en el campo del Betis o el gol en el descuento contra el Ibiza.
Es el ADN competitivo instaurado ya desde la época de Garitano. Y es que el camino hasta esta final vasca estuvo repleto de todo tipo de dificultades. El Athletic estuvo contra las cuerdas en las eliminatorias contra Elche y Tenerife, pasando a los penaltis cuando todo parecía perdido. En la semifinal a punto estuvo de caer si no fuera por el gol de Yuri en el tramo final. A eso se aferran en el conjunto rojiblanco.
Son contadas las ocasiones en los últimos dos años en las que han perdido por más de dos goles. Un 4-0 y 2-0 en Granada y un 2-0 ante el Atlético. Saben que las cosas vayan mejor o peor siempre tienen sus opciones.
Con Marcelino tan solo han perdido tres partidos -ante el Barcelona en dos ocasiones y Atlético- en los 18 disputados, aunque también es evidente que le cuesta sacar adelante los partidos. Llevan tatuado en la piel la frase de «sin sufrimiento no hay gloria».
Salvo que se produzca algún percance de última hora, la alineación parece bastante definida. Las únicas dudas estarían en banda derecha y en el centro del campo.
En la Supercopa Dani García y Vencedor fueron los elegidos en la medular y Capa y De Marcos ocuparon la banda. Sin embargo, Berenguer se ha hecho con la titularidad a base de goles y Unai López y Vesga también tienen sus posibilidades, pese a que no funcionaron en el último partido ante el Eibar.