Daniel   Galvalizi
Periodista

La izquierda se une en la recta final de la campaña

Más de cinco millones de personas podrán votar mañana para renovar la Asamblea y decidir quién gobierna hasta 2023. PSOE, Unidas Podemos y Más Madrid exhiben su sintonía para movilizar a las bases.

Iglesias, Gabilondo y García, caminando juntos el 1 de Mayo. (Alejandro MARTÍNEZ VÉLEZ | Europa Press)
Iglesias, Gabilondo y García, caminando juntos el 1 de Mayo. (Alejandro MARTÍNEZ VÉLEZ | Europa Press)

La campaña más rara y menos esperada de la historia autonómica madrileña llegó ayer a su fin, con actos de los seis candidatos en el área metropolitana, donde volcaron todos sus recursos y llamaron a la movilización, en unas elecciones poco frecuentes (el martes es laborable) con un escenario profundamente dividido entre los bloques de derecha y de izquierda.

Pero la jornada tuvo varios ribetes históricos. No sólo porque era el cierre de campaña de los primeros comicios que se hacen a mitad de mandato tras la disolución de la Asamblea por de la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, sino también porque era día festivo en la capital del Estado, donde se conmemora el levantamiento popular de 1808 contra la ocupación francesa que había impuesto al Gobierno de Pepe Botella, hermano de Napoleón Bonaparte. Por eso el 2 de mayo es el día de la Comunidad de Madrid.

Las celebraciones oficiales en las que participó Díaz Ayuso no estuvieron exentas de polémica y la oposición criticó que las convirtiera en su último mitin de campaña. Algo de razón tenían: el músico Nacho Cano recibió la Gran Cruz del 2 de Mayo con motivo del Día de la Comunidad y, una vez en el escenario y tras recibir el galardón de la presidenta, señaló que quien «la merece» este año es Díaz Ayuso por ser «valiente» y «abrir los teatros» (foto J. Hellín | Pool Europa Press).

El referéndum de Madrid. Díaz Ayuso, quien según todas las encuestas doblará, o quedará cerca de hacerlo, su número de escaños, tuvo el apoyo del presidente del PP, Pablo Casado, en los actos de campaña del fin de semana. La clausura proselitista tuvo lugar en el emblemático Puente del Rey, a 500 metros del Palacio Real y en una de las puertas de la Casa de Campo, el parque nacional que funciona como pulmón principal de la metrópoli castellana y que antes oficiaba de predio de caza de los reyes.

No sorprende que Ayuso haya intentado «estatizar» la campaña hasta último momento. El eje principal fue el enfrentamiento con Moncloa (que Pedro Sánchez le puso en bandeja desde el conflicto por el estado de alarma regional al final del verano) y ella ha seguido escrupulosamente las tácticas de todo candidato que lleva una gran ventaja: ningunear a sus rivales y nombrar constantemente a Sánchez y, como mucho, a Pablo Iglesias, pero no como competidor sino como el otro artífice del Gobierno de coalición del Estado.

De hecho, en su última entrevista a un diario, la publicada por “ABC”, Díaz Ayuso vuelve a convertir las elecciones madrileñas no sólo en un plebiscito sobre ella misma sino sobre el presidente del Ejecutivo: «Cuanto peor sea el resultado de Sánchez, más rápido tendrá que decidir cuándo deja la Moncloa. Estas elecciones pueden mandar algún recado que otro al resto de España y despertar al resto del país».

Díaz Ayuso es la única candidata no ha cambiado su discurso tras el escándalo de hace diez días en el debate de la Cadena SER, cuando Iglesias (Unidas Podemos) se retiró porque Rocío Monasterio (Vox) se negó a dar veracidad y condenar las amenazas de muerte (una carta con cuatro balas) que había recibido la víspera el exvicepresidente.

Tanto Iglesias, como Ángel Gabilondo (PSOE) y Mónica García (Más Madrid) actuaron de forma coordinada para movilizar a las bases de izquierda y replantear la campaña de forma que en vez de un referéndum sobre Ayuso sea uno sobre democracia o autoritarismo, ante el riesgo de que cogobierne Vox. Una estrategia que volvió a desdibujar la del candidato de Ciudadanos, Edmundo Bal, quien hizo una buena labor en el debate de Telemadrid pidiendo el voto para el centroderecha moderado de forma que fuera su partido el pivote de Ayuso y evitar que sea investida con los votos de la ultraderecha.

Desmarcándose rápidamente de Vox con un repudio tibio de las amenazas, Ayuso tampoco cambió su discurso y volvió a ratificar que si bien prefiere gobernar sola, no teme la presencia de la ultraderecha en su futuro Gabinete. Desde Vox no han manifestado claramente si querrían formar parte del Ejecutivo regional, pero han adelantado que darán sus votos al PP para evitar que gobierne la izquierda, «aunque con condiciones». Ninguna de las candidatas se dan por aludidas en la dicotomía democracia-fascismo que ha planteado la izquierda.

Complicidad en la izquierda

Desde la acera de enfrente, Gabilondo, García e Iglesias han mostrado una inusitada complicidad y buena sintonía, algo extraño en la históricamente fragmentada y desmoralizada izquierda madrileña.

De hecho, ha ocurrido un hito en lo que hace a las campañas proselitistas: el sábado, con motivo de las celebraciones del Día del Trabajador, los tres candidatos encabezaron juntos parte de la manifestación convocada por CCOO y UGT. La escena fue ovacionada por los participantes y se escucharon gritos de «sí se puede».

Hubo sectores que incluso pidieron un cierre de campaña conjunto que finalmente no se dio. La formación Recupera Madrid, una escisión del errejonismo, pidió formalmente una clausura de los tres candidatos porque es «momento de unir fuerzas» ante el ascenso de la ultraderecha.

Aunque los cierres fueron por separado, se mantuvo una sintonía que tal vez tuvo su punto de inflexión en el debate de Telemadrid, cuando Gabilondo exhortó a trabajar juntos a García e Iglesias, a quien le dijo: «Pablo, nos quedan 12 días para ganar las elecciones». Fue en contraposición a su respuesta de «con este Iglesias, no« cuando le preguntaron por un eventual Gobierno de coalición.

Gabilondo cerró la campaña acompañado de Pedro Sánchez en el Parque Forestal de Entrevías, un barrio que tradicionalmente ha sido un gran feudo de voto del PSOE, ubicado en el distrito Puente de Vallecas. «Siempre se elige un barrio obrero para cerrar la campaña», explicaron a GARA fuentes de su campaña

Iglesias, por su parte, eligió el también obrero y periférico barrio de Vicálvaro, donde estuvo arropado por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, quien acudió a Madrid expresamente a apoyar al líder de Podemos. También estuvieron presentes todos los integrantes de la cúpula morada, entre ellos la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, elegida como sucesora al frente de la formación y posible candidata a presidenta.

Mónica García, la única de los seis candidatos que nunca había encabezado una papeleta, cerró su campaña en la Cuesta de Moyano, la entrada sur al emblemático Parque del Retiro, acompañada por el fundador de su formación, Iñigo Errejón, y a cinco minutos de allí tuvo su propia clausura la candidata de Vox, Rocío Monasterio, que estuvo acompañada del presidente del partido ultra, Santiago Abascal.

Las encuestas, poca esperanza para la izquierda. Los sondeos no varían mucho de unos a otros y la única es si el PP y Vox sumarán los 69 escaños necesarios para lograr una investidura o si se quedarán a las puertas.

Las encuestas

Lo cierto es que las encuestas dan a las dos derechas casi el 50% de los votos frente al poco más del 45% que lograría la izquierda. Ciudadanos obtendría alrededor del 4%, lo que le dejaría fuera de la Asamblea de Madrid al no llegar al 5% (que otorga automáticamente siete escaños y grupo parlamentario propio).

Ayuso pasaría de los actuales 30 escaños a entre 59 y 63, según los sondeos. Su tracción de votos sorprende a Génova, que ve cómo en solo dos años su candidata incrementará en casi un cien por cien su poder parlamentario. La presidenta es un fenómeno social explicado en parte por la fatiga pandémica, la caída de Ciudadanos y una brillante estrategia de campaña (que arrancó hace meses). Al progresismo puede resultarle inescrupulosa, pero su discurso cala y le votarán sectores que siempre fueron ariscos al PP.

La clave pasará por si esa aspiradora de votos no termina perjudicándole. Ella precisa inexorablemente que Vox (o Cs, que no tiene prácticamente posibilidades) pueda darle la suma de 69. Tiene a su favor que en Madrid los sectores medios altos y altos votan hasta un 20% más que los bajos (basta ver los resultados de 2019 en los barrios de Salamanca y Villaverde). Por ello es que es tan importante la movilización de las bases de izquierda.

Fuentes de UP señalaron a GARA que tanto ellos como el PSOE tienen en su poder encuestas en las que, tras el escándalo en la SER, tanto Iglesias como Gabilondo registraron una subida con la que, junto a Más Madrid, «estarían al borde de sumar» la mayoría. Por ahora, según el promedio, PSOE liderará la oposición con alrededor del 21%, seguido de cerca por Más Madrid con el 15% y de UP, con cerca del 10%. De la participación dependerá que la izquierda logre su proeza o el PP tenga otra oportunidad de continuar al frente de la Comunidad tras 26 años ininterrumpidos.