Mientras Israel sigue los intensos ataques aéreos contra Gaza, ayer cobró impulso en Cisjordania un nuevo frente de resistencia con protestas que el Ejército israelí intentó acallar con más muertos.
Los soldados llegaron a disparar sobre ambulancias, mataron al menos a diez palestinos y más de 150 manifestantes resultaron heridos.
La movilización se extendió por Hebrón, Nablus, Salfit, Jenín, Belén, Ramallah y Tulkarem, Marda, Iskaka, Urif, Beita y Jericó. En la zona de Nilin, los militares israelíes llegaron a apostarse en los tejados para disparar a los manifestantes.
Además, cerca de la colonia de Ofra, los soldados mataron a un palestino al que acusaron de intentar apuñalar a un grupo de militares.
A la vez, Gaza vivió otra noche de terror con continuos bombardeos y un falso anuncio de invasión terrestre. Por la mañana, Israel renovó los ataques aéreos y el fuego de artillería de los tanques contra el territorio palestino, que forzaron abandonar sus hogares a cientos de habitantes del norte de la Franja aunque más al sur les esperaban más bombas y ningún refugio.
Algunos acudieron a edificios de la ONU, aunque Israel tampoco los ha respetado en ofensivas pasadas.
Los habitantes de Gaza despertaron entre enormes socavones en las calles, casas reducidas a polvo y montones de tierra removida. Fue como sufrir un «terremoto continuo», afirmaron algunos gazatíes, que apenas han dormido en los últimos días. «Israel está destruyendo todo: casas, edificios, incluso tierras agrícolas», lamentaba Ahmed Fatoum, de 16 años, que calificaba lo vivido como «una guerra real». El Ejército sigue defendiendo que ataca objetivos militares de Hamas y señaló que usó «más de 160 aviones, fuerzas terrestres, artillería y tropas blindadas desplegadas a lo largo de la frontera».
El número de muertos alcanzaba ya los 123, entre ellos 31 niños y los bombardeos han provocado daños en al menos 31 escuelas, a las que asisten 24.000 niños, y un centro médico, según Save The Children.
«Están pagando y seguirán pagando caro. Aún no ha terminado», amenazó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, manifestando su negativa a negociar un alto el fuego. De hecho, se negó a hablar de cualquier tregua ante una delegación enviada por Egipto, a la que dejó claro que no lo hará hasta completar «una amplia operación militar sobre Gaza».
Y Estados Unidos amparó esta estrategia vetando cualquier resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que llame a pararla, incluso retrasando su reunión durante la semana hasta el momento «oportuno» para Israel. El Consejo se reunirá finalmente mañana, pero la comprensión general de Occidente hacia «el derecho de Israel a defenderse» no hacen presumir una decisión que frene su ofensiva.
En Israel, donde el escudo antimisiles Cúpula de Hierro interceptó alrededor del 90% de los 2.000 cohetes disparados esta semana, el número de muertos aumentó ayer a nueve.
Pero en sus ciudades se levanta otro frente de rechazo por parte de la población palestina con ciudadanía israelí, que está viviendo auténticos pogromos por parte de bandas de judíos extremistas, a las que intenta hacer frente.
Apuñalamientos, quema de vehículos, enfrentamientos, allanamientos de viviendas, sinagogas incendiadas...
Netanyahu ha enviado miles de policías a los que pidió que actúen con contundencia y «sin miedo de las comisiones de investigación». A su juicio, este es «el mayor peligro que afronta el país», superior incluso a los cohetes lanzados de Gaza.
Las protestas de la población palestina de estas ciudades contra la ocupación policial de la mezquita de Al-Aqsa y contra la expulsión de palestinos de sus hogares en Jerusalén suman ahora al rechazo a los ataques en Gaza.
Como reacción a las manifestaciones, grupos de judíos ultras salieron a las calles a quemar comercios y vehículos y atacar a los palestinos al grito de «Muerte a los árabes», en verdaderos pogromos que han llegado a asaltar casas y señalar viviendas. La respuesta sionista responde a una hostilidad creciente en los últimos años, alimentada por la derechización de la sociedad y la política de los Gobiernos israelíes.
El conflicto desborda las fronteras
La crisis encendida por Israel empieza a desbordar sus fronteras. Tres cohetes fueron lanzados desde Siria hacia Israel, según el Ejército israelí, que detalló que uno de ellos cayó dentro de territorio sirio y los otros dos en áreas despobladas. Además, las protestas por la ofensiva israelí han llegado a las fronteras con Jordania y Líbano, donde decenas de manifestantes intentaron cruzar la valla fronteriza cerca de la ciudad de Metula. El Ejército israelí disparó para impedirlo y mató al menos a un joven de 21 años. Tanto el Ejecutivo como la Presidencia libaneses lo consideraron un crimen por parte de Israel. También miles de jordanos se desplazaron a la frontera con Cisjordania, al memorial de la batalla de Karamé, que recuerda uno de los mayores choques entre Israel y la OLP, donde instaron al Gobierno a cancelar el tratado de paz con Israel. Las fuerzas de seguridad impidieron con gases lacrimógenos un intento de alcanzar el paso de Allenby. Las protestas se repitieron en la capital y otras provincias jordanas.