Que al Barcelona se le queda pequeña la Liga es una realidad confirmada el pasado domingo, cuando conquistaba su sexto título a cinco jornadas del final y pese a haber disputado tres partidos menos que sus rivales pese a su calendario extenuante. Hace tiempo, incluso cuando la competición doméstica caía del lado de Atlético o Athletic, que el club azulgrana tenía su mirada puesta en la Champions League, en la que ha ido subiendo escalones en cada participación.
La contundente derrota en su primera final, hace dos años frente al todopoderoso Olympique, se convirtió en el acicate que le faltaba para aumentar su apuesta. Esta noche ha obtenido la recompensa, adjudicándose el torneo de clubes más importante del mundo con una superioridad tan aplastante como la que le ha dado la Liga. Menos de una parte, 35 minutos, le han bastado para hundir al Chelsea y proclamarse campeón de Europa.
No ha habido un momento de duda. En el segundo 34 llegaba el primer gol del Barcelona ante un Chelsea cuya entidad engrandece la victoria de las culés, como lo ha hecho el resto de sus víctimas en el camino al título.
En el Gamla Ullevi de Gotemburgo se ha impuesto al campeón de la reñidísima WSL, con algunas de las mejores jugadoras del mundo en sus filas, pero antes había superado a otros dos de los grandes candidatos al título, el Manchester City, precisamente el rival que ha encarecido el título liguero del Chelsea en Inglaterra, y el Paris Saint Germain que, con la Liga francesa también en su mano, parecía encontrarse ante su gran año. Ninguno de ellos ha podido con un Barcelona que, como aquel otro «dream team» blaugrana, ha dado con la fórmula perfecta de cantera, cartera y estilo de juego, con la que hoy ha alcanzado el mayor de sus sueños. No es casualidad que el Barcelona sea el único club que ha conquistado la Champions tanto en categoría femenina como masculina.
El equipo de Lluis Cortés ha decidido la final en un abrir y cerrar de ojos. Ha salido en tromba para adelantarse al medio minuto de partido: Martens ha enviado un chut desde la frontal al larguero, el rechace ha acabado llegado de vuelta a sus pies y el remate definitivo ha rebotado en Leupolz para convertirse en el 0-1. Hasta la suerte ha acompañado en esa acción a las barcelonesas que, realmente, no la necesitaban. Porque la ventaja, lejos de engatusarlas con la tentación de contemporizar, les ha empujado a buscar más.
Lo han encontrado, también de inmediato. En el minuto 12, Leupolz redondeaba su mala noche con un penalti sobre Jenni Hermoso que Alexia convertía en el 0-2. Cuatro minutos después, Aitana Bonmatí aprovechaba un balón de la propia Alexia para ampliar distancias y en el 35, Graham Hansen, que por fin levanta el trofeo que se le había resistido con el Wolfsburgo, sentenciaba el encuentro tras una gran acción de Martens por banda izquierda.
El Chelsea, con Reiten por Leupolz ahora, ha dado un paso adelante a la vuelta de vestuarios. Ha apretado más arriba y ha generado las ocasiones con las que no ha podido ni soñar –con la única excepción de un buen centro de Kerr que no ha aprovechado Harder– en la primera parte. El Barcelona, tranquilo con su ventaja, dejaba hacer. Quizá demasiado pero como su portería se mantenía a cero no ha tenido de qué arrepentirse.
Con el transcurso de los minutos, además, ha vuelto a acomodarse, buscando ahora un marcador más abultado a la contra. Alguna ocasión ha tenido, incluyendo un gol de Oshoala en el noventa anulado por fuera de juego, pero ninguno más ha subido a un marcador suficientemente contundente para la confirmación del equipo catalán como el mejor de Europa.