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Israel mantiene el visto bueno internacional mientras deja Gaza en ruinas

Israel no tiene intención de parar los bombardeos sobre Gaza, que han dejado más de 200 muertos y se ensañan con todo tipo de infraestructuras, repitiendo el ciclo de ofensivas anteriores que devastaron la Franja. Al igual que entonces, EEUU y Alemania, entre otros, muestran su respaldo decidido.

Un padre llora con su hijo muerto de 12 años en brazos, en el hospital Al-Shifa. (Anas BABA/AFP)
Un padre llora con su hijo muerto de 12 años en brazos, en el hospital Al-Shifa. (Anas BABA/AFP)

«Nunca ha habido un ataque de tal magnitud», afirmaba Mahdi Abed Rabbo, de 39 años, residente de Gaza al expresar su horror después de una noche de intensos ataques sobre la Franja, mientras servicios de rescate y vecinos intentaban ayer limpiar los escombros y extinguir incendios.
Los muertos superan ya los 212, incluidos al menos 59 niños, y los heridos son más de 1.300. Además, unos 40.000 gazatíes han huido de sus hogares en este territorio bloqueado hace quince años en el que no hay lugar a donde escapar.

Buscan refugio en las escuelas de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, Unrwa, en casas de familiares o en hospitales. Pero en ofensivas anteriores, como las de 2008-09 o la de 2014, también estos lugares fueron bombardeados.

El domingo, con al menos 42 personas muertas, incluidos al menos ocho niños y dos médicos, fue el día que registró el mayor número de víctimas en una sola jornada.

«Anoche los ataques aéreos y terrestres fueron locos y aterradores, simplemente saqué a mi esposa y nuestros cuatro hijos de la casa y comenzamos a correr hasta que llegamos a un lugar seguro. Ahora me quedo en la casa de mi tío en la ciudad de Gaza», relató Mahmoud al Atar, un padre de 45 años. 

Por su parte, Hamas advirtió que seguirá lanzando cohetes hacia Tel Aviv si la aviación israelí no para los ataques contra civiles, mientras la Yihad Islámica anunció la muerte de Hossam Abu Harbid, uno de sus comandantes, en un ataque. Los grupos palestinos han lanzado ya más de 3.150 cohetes, la mayoría interceptados, pero han causado la muerte a diez personas, incluido un niño.

Destruir infraestructuras

Israel no está dispuesto a parar la ofensiva. Sus aliados le respaldan y afirma tener aún objetivos pendientes, repitiendo el esquema de las ofensivas anteriores sobre Gaza que devastaron la Franja: destruir la infraestructura básica que impida la vida en el territorio, además del golpe sangriento con centenares de víctimas. Cientos de edificios han sido destruidos o dañados, los cortes de energía se multiplican y las bombas han destruido infraestructura de agua, alcantarillado, electricidad y comunicaciones telefónicas.

En los últimos días, el Ejército israelí ha tomado, además, como objetivo las carreteras, dificultando el transporte de heridos. El alcalde de la ciudad de Gaza, Yahya al-Sarray, denunció que el ataque deliberado a las carreteras corta los vínculos entre diferentes áreas y lo describió como «un castigo colectivo».

De hecho, las ambulancias tienen dificultades para desplazarse y socorrer a los heridos mientras los hospitales están operando en estado de emergencia, en medio de la severa escasez de capacidades de un débil sistema sanitario por el bloqueo israelí.

En los ataques de la noche del domingo el bombardeo dañó una clínica de Médicos Sin Fronteras (MSF) y uno de sus trabajadores describió la escena como de «absoluto terror». «No había nada que no estuviera dañado: casas, carreteras, árboles. Nuestra clínica, en la que cada año atendemos a más de 1.000 niños con quemaduras y traumatismos, había perdido una de sus paredes y todo estaba lleno de escombros. El edificio está ahora cerrado, no solo por los daños en su estructura, sino también porque la carretera de acceso ha sido destruida y porque la zona aún no es segura», relató el doctor Mohammed Abu Mughaiseeb, coordinador médico adjunto de MSF en Gaza. El personal sanitario teme por su seguridad. De hecho, en las últimas jornadas han muerto varios médicos relevantes.  

Pero el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, mantiene su intención de continuar con la ofensiva. «Nuestra campaña contra las organizaciones terroristas continúa a toda velocidad», afirmó el domingo, justificando también el ataque que pulverizó la torre de 13 pisos que albergaba las instalaciones del canal de noticias Al-Jazeera y la agencia Associated Press. Era «un objetivo perfectamente legítimo», aseguró.

La estrategia de Israel sigue las mismas pautas de ofensivas anteriores y repite el ciclo de destrucción que mantenga la Franja como un lugar insoportable para vivir, dependiente de la ayuda exterior y con una población exhausta.

En 2008-09, en la ofensiva que provocó más de 1.400 muertos, y en la de 2014, con alrededor den 2.400 víctimas mortales, ya destruyó miles de viviendas, edificios oficiales, mezquitas, oficinas de ONG, fábricas, sedes de medios de comunicación, edificios de salud o escuelas, incluso las de la Unrwa que, como en esta ocasión, servían de refugio.

Netanyahu, al igual que entonces, sigue contando con el apoyo generalizado de los Estados occidentales, sobre todo del de Estados Unidos.

Ayer, por tercera vez en una semana, Washington impidió que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara siquiera un tibio texto que apelaba a «un cese de la violencia» y a la «protección de civiles». Mientras gana tiempo para Netanyahu, y avala la ofensiva como «derecho de Israel a defenderse», EEUU refuerza su apoyo con armas.

EEUU aprueba venta de armas

Si el 1 de agosto de 2014, en medio de la ofensiva, el Congreso de EEUU aprobó apoyar al Ejército israelí con 225 millones de dólares, esta vez, el Gobierno de Joe Biden ha aprobado una venta de armas por valor de 735 millones de dólares, según lo notificó al Congreso el 5 de mayo, poco antes de que comenzasen los ataques.

También el Gobierno alemán transmitió ayer a Netanyahu su apoyo al «derecho de Israel a defenderse». La UE no parece apremiar a acabar los bombardeos.

En todo caso, se suma a los llamamientos a «las dos partes» y muestra su «profunda preocupación». Los ministros de Relaciones Exteriores europeos llevarán a cabo hoy, una semana después de su comienzo, una videoconferencia «de urgencia». Como en ocasiones anteriores, Egipto intenta negociar una tregua, pero esta ofensiva ha hecho más evidente el silencio de buena parte de los países árabes.

El ministro de Exteriores de Emiratos Árabes Unidos, Abdullah bin Zayed al-Nahyan, expresó a su homólogo estadounidense, Antony Blinken, que la normalización de lazos con Israel «trae esperanzas a los pueblos de la región para vivir en paz».

En Marruecos, el silencio oficial dejó espacio para tolerar el fin de semana concentraciones de solidaridad con Palestina en las que se reclamó el fin de la normalización con Israel.

En Sudán, el presidente del Consejo de Transición, Abdel Fatah al-Burhan, también defendió la normalización de relaciones con Israel.

El Parlamento de Jordania dio una respuesta más contundente y sus 130 miembros instaron al Ejecutivo a cortar las relaciones diplomáticas con Israel, expulsar al embajador israelí y retirar al embajador jordano en Tel Aviv.

Seguir en el poder, el otro objetivo de Netanyahu
El próximo 2 de junio es la fecha límite para que el líder de Yesh Atid, Yair Lapid, forme una propuesta de Gobierno alternativa a la coalición de Benjamin Netanyahu, pero la ofensiva sobre Gaza ha desbaratado su intento de formar una complicada coalición. De hecho, su reto pasaba por convencer a un diverso grupo de partidos, incluso a los diputados de la Lista Árabe. De esta forma, Netanyahu, aunque fracasó en su intento de lograr formar una mayoría, y enjuiciado por tres cargos de corrupción, se presenta como la única alternativa capaz de hacer frente a los «terroristas palestinos» y con un «liderazgo unido, fuerte y contundente». En el peor de los casos, concurriría de nuevo a unas elecciones, ahora abanderando un duro golpe militar a Hamas.

Pero también en Palestina las elecciones quedaron suspendidas por la negativa de Israel a permitirlas en Jerusalén, un rechazo al que se agarró el desacreditado presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, para posponerlas. Abbas, ausente en esta crisis excepto para pedir ayer al enviado de EEUU, Hady Amr, que inste a Israel a parar la agresión, se enfrentaba a una probable derrota. Con Al-Fatah dividido en tres listas, Hamas podía repetir el triunfo de 2006 y, ahora, pese al caos de Gaza, también defiende su liderazgo frente al sionismo