Ser actriz es un trabajo que obliga a una sobreexposición pública. ¿Hay diferencias entre un influencer y un intérprete?
Yo cuando interpreto un personaje lo que suelo hacer es fijarme una tarea y aplicarme a ella, y supongo que los influencers hacen lo mismo. Al final se trata de ofrecer una versión alternativa de ti misma.

​¿Llegó a entender la sensación de vacío que hay en Sylvia? ¿Y su narcisismo?
Sí, porque yo creo que son aspectos de su personalidad que tienen que ver con una sensación de vulnerabilidad que todos tenemos. Lo que le ocurre a Sylvia es que su labor como influencer la lleva a fingir que es alguien muy segura de sí misma, cuando realmente no es así. Únicamente al final tiene la valentía de mostrar su fragilidad en público y paradójicamente es eso lo que la hace fuerte.

​¿Cómo se preparó para el papel?
Estuve practicando durante un año en el gimnasio. Pero más allá de eso, a la hora de interpretar a esta monitora de fitness me interesaba introducirme en su mente y ahí fue muy importante la labor que llevé a cabo con Magnus, el director. Creo que ambos nos hemos servido de Sylvia para mostrarnos, en cierto modo, a nosotros mismos.

​¿Cree que Sylvia encarna el espíritu de una generación?
En la relación que tiene con su madre está muy presente el conflicto generacional que vivimos ahora mismo en Polonia. Mi madre, por ejemplo, pertenece a una generación muy vinculada al mundo postsoviético, una generación a la que le cuesta expresar sus emociones y que, en cierto modo, adolece de empatía. Pero creo que seríamos muy injustos si juzgásemos a esa generación de mujeres desde una mirada actual.

​Cada vez son más los actores que se quejan de que para contratarles los productores les piden un determinado número de seguidores en redes sociales ¿Usted siente esa presión?
La verdad es que tengo Instagram pero tampoco le hago mucho caso. Ahora bien, ante esa disyuntiva que planteas yo me preguntaría: ¿merece la pena trabajar para gente que te valora solo por la cantidad de followers que tengas?