Ibai Gandiaga
Arquitecto

Voluntad para hacer las cosas de otra manera

Las normas urbanísticas se escriben desde la desconfianza hacia la ciudadanía, en un difícil encaje de bolillos. Se sabe que si la norma es muy laxa, la trampa y el oportunismo estarán a la orden del día, pero la excesiva normativización, o simplemente una norma inadecuada, puede hacer que una zona de la ciudad no se desarrolle por falta de inversión privada. Es un equilibrio complicado, por lo tanto, en el que la innovación es un terreno resbaladizo, que debe de partir necesariamente de una voluntad política de hacer las cosas de otra manera. El edificio de hoy plantea una pequeña modificación novedosa, propuesta por el estudio austríaco de arquitectura feld72 en un proyecto de vivienda colectiva social en Viena.

Fruto de un concurso en dos fases, para su construcción, los arquitectos lideraron un nutrido grupo de profesionales, entre los que se encontraban las habituales ingenierías estructurales o eléctricas, pero también paisajistas, sociólogos o artistas, que completaban el trabajo del estudio de arquitectura para conseguir una vivienda adaptada a un inquilino que respondiera al lema del concurso, ‘Vida joven’.

Este lema da cobijo a toda una renovación del área industrial de la planta de gas de Leopoldau, en la zona norte de la capital austríaca. El barrio se configura con la premisa de vivienda social habitada por jóvenes, que inician un nuevo proyecto vital. Viena es una de las capitales mundiales de la vivienda social, y se considera como una de las ciudades con mejor estándar de calidad de vida del mundo. En parte, su política de vivienda social es responsable de este hecho, llegando incluso a acuñarse el término ‘modelo vienés’ para dar a conocer la política expansiva de parque público de vivienda social que poseen.

El edificio es una pastilla gris, aparentemente realizado con materiales prefabricados, y que en teoría no debería de resultarnos agradable estéticamente. Su visual se suaviza gracias a cómo se colocan los generosos balcones en la fachada, a las sombras que estos proyectan sobre la misma y al sutil cambio en la posición de las ventanas. Del mismo modo, y conscientes de que los paneles prefabricados de fachada podían resultar muy duros estéticamente, se cruza cada piso con un perfil metálico de color verde, que circunvala los balcones, y ayuda a reducir la escala y hacer el edificio más humano.

Más allá de los ejercicios estéticos más o menos acertados, la novedad y el interés reside en la aproximación que realiza el equipo de arquitectos liderado por la francesa Anne Catherine Fleith. Esta aproximación se puede resumir en la frase de «¿cómo de privadamente quieres vivir?». El proyecto plantea distintos niveles de zonas comunes, de la más pública a la más privada; en la más pública, tendremos la capacidad de encontrarnos de modo fortuito o planificado con el vecindario; en la más privada, tendremos la protección de nuestro hogar.

«Plus space»

El primer nivel de privacidad, la zona más pública se realiza dotando de unas dimensiones muy generosas al espacio central del edificio, dos escaleras de tramo recto con una galería circunvalándolas. Este espacio central, iluminado cenitalmente, contrasta poderosamente con el exterior, opaco y frío. Las escaleras y su galería están diseñadas para fomentar la vista entre plantas, permitiendo encuentros fortuitos, además de dotar de anchura suficiente a la galería para permitir que exista una reunión improvisada. Reforzando esta idea de lo común, el edificio cuenta también con una cocina y lavandería comunitaria.

El segundo nivel de privacidad, todavía un espacio de carácter comunitario pero más acotado, lo conforma un espacio que los arquitectos han denominado ‘plus space’, y que es un recinto, de aproximadamente 15 metros cuadrados, que sirve de acceso a la vivienda, pero que está pensado para que se pueda montar un estudio de escultura, una pequeña tienda, un salón de tatuajes, una oficina… o simplemente una zona de reunión o lectura. El tercer nivel de privacidad, ya en el interior de la vivienda, lo conforman la cocina y las zonas húmedas de la casa, y tras eso, ya en el último nivel de privacidad, la zona de estar y las habitaciones, que vuelcan hacia la fachada exterior.

La idea del ‘plus space’ no es nueva, pero sí su relectura; sigue una tradición de unir la vivienda con una zona de trabajo que data de las insulae romanas, pero que la especialización de los usos de los suelos durante la Revolución Industrial desechó. En las zonas urbanas, no obstante, y con la gran cantidad de profesionales y el auge del teletrabajo, esa ‘habitación extra’ se configura como una respuesta inteligente a un problema actual.