Aritz Intxusta

Orgullo unido como en Stonewall

Los derechos de las personas trans y el carácter inclusivo del movimiento LGTBQI+ de Euskal Herria marcaron ayer las movilizaciones del Día del Orgullo. Bilbo acogió la protesta principal y Gasteiz destacó por los llamamientos a la autodefensa. En Iruñea, pesó la interseccionalidad.

Una activista baila en la Plaza del Castillo tras la marcha en Iruñea. (Iñigo URIZ/FOKU)
Una activista baila en la Plaza del Castillo tras la marcha en Iruñea. (Iñigo URIZ/FOKU)

El Orgullo lleva en su raíz la respuesta a las divisiones y enfrentamientos que se han querido introducir, sin éxito, en el seno del movimiento. A fin de cuentas, el Día del Orgullo nace en el bar Stonewall Inn, cuando el 28 de junio de 1969, un grupo de gays, mujeres trans y lesbianas butch, en su gran mayoría, repelen con valentía a la policía que había lanzado una redada homófoba y tránsfoba en uno de los pocos bares al que podían acudir con cierta libertad.

Los disturbios por Nueva York aquella noche duraron varias horas y en días posteriores volverían a reproducirse en otras partes de la ciudad. El Día del Orgullo conmemora, pues, que el colectivo LGTBI+ decidió que a partir de entonces no permitiría que nadie le pisoteara por ser diferente a lo que imponía el molde cishetero. Esto implica, necesariamente, que el Orgullo lleva la inclusividad en su ADN. Frente a una mentalidad que discrimina por sistema al diferente, el movimiento LGTBIQ+ le acoge y le defiende. 

El Día del Orgullo es la conmemoración de aquellos hechos de 1969 y, a su vez, la continuidad de los mismos, pues esa revuelta quedó lejos de solucionar el problema.

Simplemente, inició un camino. El 28J constituye la puesta de largo anual de un movimiento que camina, en el que se fijan nuevas metas y se repasa lo andado para conseguir una igualdad real.

Y esta lucha contra las discriminaciones pasa por el reconocimiento de los derechos de las personas trans, que llevan partiéndose la cara por todo el colectivo desde la misma noche en que entró la policía salvajemente en el bar Stonewall Inn. 

La más potente de las marchas en Hegoalde fue la de Bilbo, que llegó a cifrarse en 5.000 asistentes. Se trató de una marcha crítica con el cepillado a la Ley Trans. «Tras ser aplazada varias veces para dar rienda suelta a voces transmisóginas, la ley vuelve a ser modificada para dejar fuera a personas migrantes, menores de 14 años y personas no binarias», denunciaron.

En Gasteiz, la marcha quedó marcada por las agresiones tránsfobas que están aumentando en la ciudad. Desde el 13 de mayo, se han conocido 13 agresiones de este tipo. Por ello, la pancarta principal animaba a la organización y la autodefensa.

Sin embargo, si algo atravesó los distintos actos y las movilizaciones de ayer fue dar una respuesta contundente a los mensajes TERF que han proliferado al calor del debate por la Ley Trans. Unos mensajes que, en ocasiones, se han lanzado en nombre del feminismo, arrogándose quienes los emiten una autoridad que no tienen. La dicotomía entre el feminismo y lo trans resulta falaz. No son luchas contrapuestas.

Calvo frente a «Pikara»

La ministra Carmen Calvo, figura que ha encarnado estos mensajes TERF, recibió ayer como castigo la Alpargata de Trapo. «Ha sido ella quien en el Gobierno y desde el PSOE más ha obstaculizado la tramitación de las leyes Trans y LGTB, desde un supuesto feminismo excluyente y caduco, que hace ostentación de los mismos planteamientos de la extrema derecha», explicó EHGAM, que otorga el galardón. 

Del lado contrario, ‘Pikara Magazine” fue premiada con el Triángulo de Oro de EHGAM por su trayectoria en favor de una sociedad diferente «sin machismo ni LGTBIfobia». 

En Iruñea (donde la autodeterminación de género que se atraganta al PSOE en Madrid no generó ese debate) el discurso final lo elaboró la plataforma E28J. El movimiento exigió ahora que la ley propias se dote de recursos para poderla cumplir.

El mensaje se encaminó, además, hacia la interseccionalidad (confluencia de discriminaciones) defendiendo a las personas migrantes ante un Estado que «no permite la libre expresión identitaria, la libre orientación sexual, ni protege a quien solicita asilo. Se destinan cantidades ingentes de dinero y recursos para impedir que personas migrantes puedan salir de donde están. No cederemos terreno a más discursos fascistas». 

Y en cuanto a la crítica contra el “pinkwashing”, en Iruñea se oyó un mensaje nítido: «Con vuestra careta nos lavamos el culo. Las calles son nuestras y no nos vais a callar. Gora borroka transbollomarika!».