Precisamente, el dramático contexto en el que ahora mismo está sumido el planeta centra parte de los comentarios del cineasta debutante: «La pandemia no solo ha afectado a China, sino a todo el mundo. Debido al coronavirus, tuvimos que retrasar el estreno de la película, pero también postergar otras muchas etapas de la producción. Al final, caímos en la cuenta de que lo más difícil no sería elegir a actores o debatir sobre cómo iba a quedar el montaje final, sino algo mucho más importante: procurar que el producto siguiera adelante. Para esto, tuvimos que imponernos a las dificultades de un mundo que, durante un largo período, cesó su actividad».
Pero hubo otras dificultades: «La película está basada en una novela que causó un fuerte impacto en China. Yo quedé totalmente prendado de ella, después de una primera lectura, por esto fue tan complicado el proceso de selección previo al rodaje. Me refiero al filtro de pasajes del libro. El texto original no cabe en una sola película, de modo que tuvimos que ser muy selectivos, para preservar así el espíritu de la novela. Solo con esto nos pasamos más de cinco años».
Preguntado sobre la presencia de Diao Yinan en la ficha artística de la película (en calidad de productor ejecutivo), Zhang Ji confirma las sospechas: «Diao Yinan es mi maestro, pero también lo considero un amigo, uno de los más importantes que tengo. Siempre me ha ofrecido ayuda en todos los temas en los que he necesitado a alguien que me guiara».
El cineasta nos aclara algunas particularidades de la historia que adapta: «Tanto el libro como la película transcurren en dos puntos temporales: primero en 1997 y después en 2005. Son dos períodos históricos clave para entender los cambios que han llevado a la sociedad china a crecer de manera tan pronunciada. Además, siento con ambas épocas una fuerte conexión personal, pues me llevan a etapas cruciales en mi vida personal».
Uno de los síntomas de este crecimiento se nota evidentemente en el cine. Preguntado sobre el estado actual de la industria fílmica en su país, Zhang Ji lo tiene claro: «En los últimos años, ha habido un boom en la producción china. Se han abierto muchas posibilidades para hacer películas nuevas; esto ha permitido el surgimiento de nuevas hornadas de directores que, por suerte, han podido encontrar su hueco más allá de nuestras fronteras. En este sentido, poder presentar nuestra película en un festival como Zinemaldia, creo que es un feliz síntoma de este momento en el que nos encontramos».