Durante un acto de carácter cuasi institucional –han participado el presidente del Parlamento de Nafarroa, Unai Uhalde, y su homólogo en Osasuna, Luis Sabalza– y que se ha prolongado por espacio de más de hora y media, se ha presentado en sociedad el libro ‘Y el tiempo se detuvo’, publicación que recoge la biografía de Natalio Cayuela.
Editada por Txalaparta, se trata de la tercera obra elaborada por el colectivo Osasunaren Memoria –en esta ocasión firmada por Eduardo Martínez Lacabe–, tras ‘Rojos’, de Mikel Uharte, y ‘Ramón Bengaray. Osasuna y República’, de Esther Aldave.
Antes de ser fusilado en Valcardera junto a su hermano Santiago, Natalio Cayuela fue un polifacético personaje de la Iruñea de comienzos de siglo XX. Ejerció como secretario de sala judicial, pero también resultó elegido presidente de Osasuna en dos periodos distintos (1923-24 y 1928-35), aunque no ha sido hasta bien reciente que se le ha reconocido en el listado histórico de máximos dirigentes rojillos, pese a que bajo su segundo mandato ascendió al equipo de Tercera a Primera División por primera vez en su historia
Además de ello, presidió Acción Republicana de Navarra y el comité local de Izquierda Republicana –la causa de ser represaliado–, al igual que Cruz Roja Navarra y la comisión taurina de la Casa de la Misericordia, formando parte de otras instituciones culturales, caso del Ateneo y el Orfeón.
Toda esta rebosante trayectoria vital se recoge en "Y el tiempo se detuvo", título que hace referencia al dramático episodio que sufrió otro de los hermanos, Enrique, quien debió esconderse en el cuarto del reloj de la antigua Estación de Autobuses de Iruñea para evitar la represión de los sublevados.
Eduardo Martínez Lacabe, que ha redactado tres de los capítulos del libro, ha destacado que las «heridas no se cerraron, por lo que no se pueden reabrir», en contestación a quienes quieren dar carpetazo al trabajo que se está llevando a cabo de recuperación de la memoria histórica.
Asimismo, ha puesto de manifiesto la «masacre científica» que sufrió Izquierda Republicana como consecuencia de que los golpistas «no pudieran entender cómo gentes de la alta sociedad de la ciudad defendiesen estas ideas» y ha puesto en valor cómo por primera vez se han publicado los documentos oficiales en los que constan las dos listas, con nombres y apellidos, de personas que fueron fusiladas en Valcardera.
Pendiente un homenaje institucional del club
Mikel Uharte, uno de los principales impulsores de Osasunaren Memoria, ha reflejado la dificultad que entraña recuperar datos sobre todas las personas que fueron represaliadas en el 36 y que, en el caso de Natalio Cayuela, ha resultado de vital importancia el testimonio de sus descendientes que viven en Chile.
También ha lanzado un guante a Osasuna, representado en el acto por su presidente, para que se implique «de manera natural y transversal» en esta recuperación de la memoria de personas que fueron muy importantes en la constitución y posteriores años de la entidad rojilla. «Ello dotaría de valores y derechos al fútbol, y Osasuna ganaría adeptos en todo el mundo», ha señalado.
Hay que recordar que una de las insistentes demandas de Osasunaren Memoria consiste en que el club realice un homenaje institucional a todas estos represaliados –se ha hablado de un saque de honor de los familiares en los prolegómenos de un partido–, sin que todavía se haya recibido respuesta afirmativa por parte de los actuales dirigentes rojillos.
De hecho, Luis Sabalza no ha concretado en su intervención que se vaya a realizar una ceremonia de este tipo, pero sí que ha admitido que la entidad que preside «no ha cuidado demasiado su historia». En todo caso, ha resaltado que en el libro del centenario "Osasuna 1920-2020. Osasuna valiente y luchador", redactado por Félix Monreal, pionero en el rescate de la memoria histórica, «ya hemos intentado arrojar luz sobre estos temas».
El abogado zangozarra ha insistido en que ello supuso «una labor divulgativa muy importante para que los socios conociesen una historia que no siempre fue feliz» y en la que «14 vidas osasunistas, entre ellas la de Natalio, sufrieron la cruel represión de una tragedia que nunca más se debe repetir u olvidar».
«Fue víctima de la injusticia y la crueldad, y 85 años después es justo que lo reconozcamos como presidente que fue de un club que es símbolo de unión entre navarros y sensibilidades de diferente tipo», ha apuntado en su alocución.
«No darle más gusto a los asesinos»
Unai Uhalde, por su parte, ha reconocido que el compromiso de las instituciones con la recuperación histórica «seguramente ha llegado tarde», pero también ha reflejado que tanto desde el Parlamento de Nafarroa como el Ejecutivo foral, además de otras instituciones, caso de la UPNA, «se está dando un importante impulso a esta labor, ya desde la legislatura pasada».
«Queda mucho camino por recorrer, pero publicaciones tan minuciosas como esta permiten recordar a personas que fueron parte muy importante de Osasuna, de la vida social y cultural de la ciudad, y que acabaron siendo asesinadas. Debe haber justicia y reparación para ellas», ha asegurado.
Además de estas intervenciones, también se han emitido varios videos con mensajes de integrantes de la familia Cayuela y su visita a la estancia del reloj de la antigua Estación de Autobuses de Iruñea, de colaboradores de la publicación –los prologistas José Antonio Martín Pallín y Kirmen Uribe–, junto a la actuación a la guitarra de Leo Cayuela, nieto de Enrique Cayuela.
85 años después, los Cayuela visitan el reloj donde el abuelo salvó la vida. "Y el tiempo se detuvo. Natalio Cayuela, Osasuna y Justicia" un libro con muchas y fascinantes historias como ésta de la vieja Estación de buses de Pamplona...#Cayuela_Osasuna#ElRelojEstaciónAutobuses pic.twitter.com/UIgtf87Ep6
— Osasunaren Memoria (@osasunamemoria) October 6, 2021
«Mi abuela era una hincha exarcebada de Colo-Colo porque tenía los mismos colores que el equipo de Irun, de donde ella era natal, y siempre decía que había que vivir, a pesar de todo, pues si no se hace así, se le da más gusto a los asesinos», ha comentado para poner el broche perfecto al acto.