​Si bien su centro de operaciones sigue siendo Euskal Herria, Leire Apellániz se muestra cada vez más abierta a dar voz al talento de otras latitudes con propuestas insólitas pero de calidad indiscutible como los dos largometrajes que ha presentado estos días en Sevilla.
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​¿Cómo está viviendo su regreso a este festival?

Estuve trabajando cuatro años aquí en el equipo de José Luis Cienfuegos, cuya línea de festival siempre estuvo clara: apostar por ese cine que rara vez tiende a mirarse. Eso conlleva un proceso de aprendizaje y pienso que ahora mismo el público tiene muy bien asumida esa línea editorial y es más receptivo a trabajos como los que traemos aquó este año.
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​Viendo el documental ‘Canto Cósmico’, que usted ha codirigido en torno a ‘El niño de Elche’, da la sensación de que esa heterodoxia que define a este cantaor es la que inspira también su labor como cineasta.

La verdad es que este es un proyecto más de Marc que mío. Él llevaba trabajando seis años en esta película, yo me subí al carro hace como tres. Podía haberme limitado a producirla y no creo el resultado hubiera sido muy diferente del que es. Pero en una de nuestras charlas semanales Marc me propuso que le apoyara en tareas de dirección. La cosa se dio de manera bastante orgánica.
Mi labor como directora está guiada por el mismo impulso que sostiene mi trabajo como productora: acompañar a aquellos cineastas que me inspiran. Ese espítiru heterodoxo que define a un artista como ‘El niño de Elche’ por rascar siempre un poco más allá y lograr algo que sea estimulante, divertido y que agite al público es el mismo que orienta mis búsquedas como productora.

​Pero él es alguien bastante indefinible que desafía todas las categorías, ¿también se reconoce en eso?

Yo creo que no podemos estar todo el rato intentando definir todo y a todos. Debemos de ser capaces de vivir en la incertidumbre asumiendo la complejidad de las cosas. Nuestra película es un acto poético y creo que esa poética es lo que le confiere al arte una dimensión política.
 
¿Existe un público receptivo para este tipo de propuestas más allá del de los festivales?

Hay un aspecto que define la labor de ‘El niño de Elche’ como artista que tanto a Marc como a mí nos fascina: él es alguien capaz de hacer cosas muy experimentales en canales mainstream. Y esa es justamente mi apuesta como productora, hacer un cine genuino y original pero que pueda disfrutarse. Los festivales son nuestro escaparate natural porque en ellos se pone a funcionar el boca-oído, pero las dos películas que hemos estrenado aquí van a llegar a las salas en breve y, después, a las plataformas. No nos cerramos a ningún canal porque, aparte, el espectador no es tonto y, si siempre le cuentas lo mismo, al final es inevitable que busque las cosas que no están dichas y eso juega a nuestro favor.
 
Parece que nuestros cineastas se están abriendo a buscar esas cosas que no están dichas más allá de los límites de Euskal Herria.

Si tengo que hablar de mí como productora, mi ámbito de inspiración es el universo. Eso no quita para que fije mi línea de trabajo en torno a un kilómetro cero atendiendo al gran caudal de talento que ahora mismo atesora el audiovisual vasco. Los siguientes cineastas a los que produciremos serán Aritz Moreno, Maider Fernández Iriarte o Ion de Sosa. Pero también daremos apoyo a lo próximo de Lois Patiño.