Maddi Txintxurreta
Aktualitateko erredaktorea / Redactora de actualidad

Escucha activa y coalición para combatir todas las opresiones

Las ponentes del panel ‘Interseccionalidad y debates entre corrientes feministas’ que se ha celebrado este sábado online han destacado que las opresiones conforman un complejo mecanismo de interrelaciones y que no entienden de jerarquías.

Paraskeva-Veloudogianni, Delgado, Martínez y Rodó Zarate; abajo, la moderadora Itziar Gandarias. (MARXFEM)
Paraskeva-Veloudogianni, Delgado, Martínez y Rodó Zarate; abajo, la moderadora Itziar Gandarias. (MARXFEM)

Las opresiones son infinitas y a menudo no entienden de jerarquización ni intensidad, sino de contexto. Y para comprender todos los elementos opresores, atravesados y entrecruzados, que desembocan depende cuándo, depende dónde, en unos y otros cuerpos, se necesitan múltiples marcos que incluyan feminismo, marxismo, teorías decoloniales y demás estudios estructurales.

Es lo que trata de descifrar, desde distintos puntos del planeta, la teoría de la interseccionalidad. Y en el panel ‘Interseccionalidad y debates entre corrientes feministas’ de la conferencia Marxfem que celebra este sábado su último día, María Rodó Zarate, Despina Paraskeva-Veloudogianni, Gaudi Delgado y Cintia Martínez han desentrañado esta teoría que ayuda a leer los complejos mecanismos de desigualdades.

A modo de introducción, Maria Rodó Zarate ha explicado los orígenes y principales argumentos de la interseccionalidad, y cómo ha mantenido un diálogo histórico con el marxismo aunque algunos los consideren opuestos. La interseccionalidad, ha explicado, surgió en el seno del movimiento feminista negro de Estados Unidos en los años 80, cuando las feministas negras indagaron sobre la relación entre el género y la raza. Con el impulso de feministas de la talla de Ángela Davis o Bell Hooks, esta teoría surge, ha recalcado la investigadora postdoctoral en el grupo de Género y TIC de la Universitat Oberta de Catalunya, «como una propuesta muy radical de transformación social y contra las desigualdades estructurales». Ha insistido en no olvidar los orígenes en un contexto global como el de hoy en el que el blanqueamiento del feminismo y de la interseccionalidad y su apropiación por parte del sector liberal están a la orden del día.

Con el tiempo, el concepto fue expandiéndose e identificó distintas formas de opresión que, tal y como han evidenciado las ponentes de la mesa online, pueden ser «infinitas» y están interrelacionadas. Es decir, los efectos de la interrelación de estos ejes de opresión no se pueden comprender «desde perspectivas aditivas», ha dicho Rocó Zarate. No se trata de una suma de ejes autónomos jerarquizados, sino de una compleja red de mecanismos opresores entrelazados que varían según el contexto y que por ello necesitan de teorías situadas para su comprensión.

Críticas al marxismo

Esta teoría ha dialogado desde sus inicios con el marxismo, pues ha incluido la problemática de clase en su perspectiva. No obstante, dista de la doctrina del filósofo alemán cuando este considera que el factor de la clase social es determinante y que desde ahí se desencadenan las demás opresiones. María Rodó Zárate ha insistido en que «la interseccionalidad entiende que no hay jerarquías entre opresiones» y ha emplazado a «superar la lógica de la competición entre los ejes» que considera «un obstáculo para la creación de alianzas».

En este sentido, la activista feminista griega Despina Paraskeva-Veloudogianni ha remarcado que «la priorización de opresiones reproduce las mismas jerarquías sociales». Tampoco coincide con el marxismo hegemónico al situar la clase o el capitalismo como factor principal –el capitalismo, ha recordado, se adaptó a las opresiones que ya existían y las moldeó a su favor–, pues el de las opresiones relacionales es, a su juicio, «un sistema complejo» que no se puede combatir mediante el «efecto dominó»: «Si se combate una opresión no desaparecen mágicamente las demás».

Así, para que la lucha contra toda clase de discriminación pueda ser efectiva, Paraskeva-Veloudogianni ha defendido la coalición emancipadora entre diferentes colectivos oprimidos. Y, para ello, hay que escuchar: «Necesitamos aprender a escuchar a las personas cuando están compartiendo sus experiencias, no solo en la investigación, sino también en el activismo y las movilizaciones, especialmente en los movimientos radicales cuando tendemos a decir que estos no son asuntos suficientemente revolucionarios».

Perspectiva decolonial e histórica

«El feminismo imperialista ha convertido al giro decolonial más importante que nunca, los estados poderosos hacen uso del feminismo para avanzar en neoliberalismo», ha advertido la doctora en filosofía Cintia Martínez.

En su intervención se ha referido a los trabajos de las pensadoras María Lugones y Roswitha Scholz, que defienden, respectivamente y a modo muy simplificado, que las identidades de género, como las raciales, no son naturales sino un producto de la colonización, y que la liberación femenina tras la entrada de las mujeres en el sector productivo «no fue lo que se esperaba» ya que fue acompañada por un «embrutecimiento del capitalismo».

Siguiendo el dictamen de estas dos autoras, Cintia Martínez cree que para entender y combatir las redes de opresión «puede ayudar» pensar en el patriarcado «con el adjetivo decolonial».

Gaudi Delgado Falcon, teórica feminista especialista en la reproducción social, recordó cómo el capitalismo dividió los mundos de la reproducción social y la producción económica, atribuyéndolos a mujeres y hombres respectivamente, y cómo se contradice el sistema desvalorizando la reproducción social mientras es indispensable para la supervivencia.

Por ello, ha destacado que es necesario estudiar la intersección entre opresiones en el seno de la división internacional del trabajo y abordar de una vez la reproducción social y la crisis de cuidado teniendo en cuenta una perspectiva histórica desde el punto de vista de las mujeres.