«Bukele tiene una gestión de carácter dictatorial con tintes incluso fascistas»
Lety Méndez (Cojutepeque, 1961) se incorporó muy joven al FMLN, donde ha ocupado cargos de responsabilidad. Obligada a dejar El Salvador, ha visitado Euskal Herria en el marco de la gira por la UE para explicar la realidad de su país bajo el gobierno del autoritario Nayib Bukele.
¿Cómo valora los dos años de mandato de Nayib Bukele?
Es un presidente que tiene una gestión de carácter dictatorial con tintes incluso fascistas. No es un Gobierno democrático a pesar de que fue electo por una amplia mayoría.
Su anuncio de duplicar los efectivos de las fuerzas armadas para combatir a las pandillas ha sido muy polémico, pero su acuerdo con las maras, revelado por «El Faro», ha reducido los niveles de violencia.
La militarización, duplicar los efectivos de las fuerzas armadas, va en contra de los Acuerdos de Paz. Así no se va a resolver el problema y menos a costa de las políticas sociales, porque para hacerlo ha reducido el presupuesto de educación, de salud, los programas sociales… La noticia deja claro que el presidente ha hecho un pacto con los cabecillas de las pandillas. El Estado está siendo rentado por las maras: no hay asesinatos a cambio de pago y favores.
Aparentemente han disminuido, pero hay más desaparecidos, principalmente mujeres y jóvenes, cuyos cuerpos aparecen mutilados. Policías han denunciado en redes sociales haber recibido indicaciones para dejar hacer a las maras.
Bukele ha tenido varias actuaciones polémicas: la irrupción en el Parlamento, la destitución de los magistrados de la Sala Constitucional del Supremo y del fiscal general…
Él ganó las elecciones y su partido ganó la mayoría en la Asamblea, pero eso no es sinónimo de que el pueblo le haya dado el poder para violar la Constitución y las leyes y hacer lo que su capricho le ordene. El lanzamiento de un tuit no es un mandato. Y eso es algo con lo que el pueblo no está conforme. Hizo que las Fuerzas Armadas y los diputados de su partido en la Asamblea le juraran lealtad a él, no al Estado ni a la Constitución. Ese es un rasgo no solo de un dictador, sino de un fascista.
Ha blindado al sistema de salud de toda denuncia sobre la administración de los recursos durante la pandemia y negligencias en el trato a los pacientes y se ha aprobado la reforma de la ley de la carrera judicial, que es competencia de la Corte Suprema. Prácticamente ha desarticulado la Judicatura para poner a jueces afines, no necesariamente competentes.
Ahora controla los tres poderes del Estado.
Quiere tener el poder absoluto. Y lo está logrando. No hay ley que proteja a la ciudadanía, los derechos humanos, la libertad de expresión. No se puede decir nada del presidente ni investigar lo que está haciendo… Pactando con un sector importante de la oligarquía salvadoreña y de EEUU quiere destruir a la izquierda, el enemigo natural de la oligarquía y del imperialismo. Ataca a militantes, exfuncionarios y exfuncionarias y también a su base social, a organizaciones sociales y sindicales, a ONG… No les da credenciales.
Está habiendo protestas. ¿Podría repetirse el estallido social que vivió Chile?
Después de dos años hay una acumulación de descontento. El primer año la gente estaba a la expectativa y el segundo vino la pandemia y la cuarentena. Pero este año la gente está viendo cosas que no le gustan: la irrupción en la Asamblea el 9 febrero, medidas antipopulares, el alza en el coste de la vida, la retirada ilegal de los fondos a las municipalidades, la desarticulación de instituciones importantes, el despido de miles de empleados públicos, el desmontaje del sistema de transparencia y acceso a la información pública… Además, la situación económica es grave y ha impuesto la ley bitcoin sin consulta.
El movimiento popular empezó a moverse el año pasado y se constituyó el Bloque de Resistencia y Rebeldía Popular. Este año ha habido protestas. El descontento está creciendo Mucha gente que le votó empieza a moverse. Con la excusa del covid se aprobó una ley ilegal que desde el 17 de octubre y por tres meses prohíbe grandes concentraciones. Nada es imposible en la medida en que va cerrando espacios.
¿Cómo valora el FMLN la reforma constitucional en marcha?
Esa propuesta de reforma era un formalismo. En el fondo lo que quiere es perpetrar una regresión de lo que fueron los Acuerdos de Paz. La reforma busca que el dictador pueda estar por muchos años, cambiando de cinco a seis los años de mandato presidencial. La adornaron con cuestiones relacionadas con supuestas demandas feministas, medioambientales y de la comunidad LGTBI, pero solo para atraer a esos sectores. Es prácticamente un cambio de Constitución, para lo que no están facultados. A Bukele le conviene sacarla rápido para poder presentarse a la reelección, lo que la Constitución prohíbe en tres artículos. La sala ilegal de lo Constitucional y del Tribunal Supremo Electoral le han dado vía libre. Es curioso cómo un presidente en dos años ha ido acelerando el proceso de transitar de una democracia burguesa a un régimen dictatorial.
Grupos ecologistas han hecho aportaciones. ¿Como responsable de medio ambiente en el FMLN, cuáles cree que son las prioridades en esta materia?
Ha habido una demanda para que se recoja el derecho humano al agua y a la alimentación y leyes rigurosas para proteger los recursos y bienes naturales. Pero han elaborado una ley cuyo fondo es la privatización, ya que posibilita que grandes empresas puedan usar los recursos por 30 años, mientras deja desprotegidas a las comunidades.
Bukele ha convertido a El Salvador en un laboratorio del bitcoin. ¿Cree que será un acierto o un error a largo plazo?
El problema es que no busca resolver la situación de El Salvador. El 40% de la población no tiene acceso a medios digitales. Este tipo de moneda virtual no va a responder a las necesidades de la gente, pero sí a un pequeño sector que tiene plata y al Gobierno. Los analistas dicen que esta ley se presta al lavado de dólares, a la corrupción, al narcotráfico… Es, afirman, como un paraíso fiscal.
Se acusa a Bukele de autoritario, pero tiene gran popularidad. ¿Cómo se explica en un país que vivió décadas de dictadura y una guerra civil hasta los Acuerdos de Paz de 1992?
Bukele no está solo, tiene el apoyo de un sector fuerte de la oligarquía salvadoreña y de EEUU. A través de las redes fue ganándose a los jóvenes. Se metió en el FMLN como aliado para ganar espacio a través de una Alcaldía. Fuimos ingenuos porque no analizamos qué persona era. Ganó popularidad con su forma de actuar. Una vez alcalde de San Salvador se recrudecen las contradicciones con el FMLN porque quería ser presidente y se le dice que tiene que dejar pasar un tiempo. Empezó a atacar al FMLN y finalmente el tribunal de ética del partido lo expulsó. Fue una decisión acertada: no se le podía imponer solo una sanción porque hubiera sido otro Lenín Moreno que nada más llegar a la Presidencia se hubiera alejado del Frente y hubiera sido un golpe moral a nuestra militancia. Una vez fue presidente mostró su verdadera esencia, que es de derechas.
Nos acusa de nepotistas y él es el más nepotista que hemos conocido. Tiene a su familia metida en la casa presidencial y en otras instituciones. No gobierna el Gobierno sino el clan Bukele. Además, tiene un gabinete oculto, un grupo de asesores venezolanos que antes lo fueron del impostor Juan Guaidó.
¿Cómo es posible que diga que la guerra civil y los Acuerdos de Paz fueron una farsa?
Lo que está buscando es consolidar ese retroceso, desconocer los Acuerdos de Paz y convencer a la gente que aquellos acuerdos no fueron reales; que lo que hubo fue un pacto entre dos partidos, desconociendo los muertos, las masacres… Es ilógico, pero quizás cale en personas desinformadas.
Es difícil que cale en la gente que lo vivió.
Hay mucha gente a la que le ha repugnado, incluso sectores de la derecha, porque los Acuerdos de Paz trajeron estabilidad a la economía. Lo dijo en su Twitter: ‘Soy un instrumento que Dios me puso aquí para crear la Historia’. Y eso es ilógico, la historia ahí está y la vamos construyendo día a día. Con crear la Historia quiere decir borrar lo que hay, borrar la memoria y crear algo inventado para manipular a la gente. Busca siempre mantener esa burbuja de su imagen como redentor, de alguien que es superior, pero su aceptación va en caída: ha pasado de casi el 90%, al 67%-69%.
¿Será necesario un gran acuerdo entre el FMLN y Arena para desalojarlo del poder?
El FMLN nunca va a hacer un pacto con la derecha, pero la sociedad puede aliarse por un objetivo común. Hay gente de distintos sectores y de distintas tendencias políticas que no quieren a ese dictador. Eso es importante para derrotarle.
El Salvador tiene una de las leyes mas restictivas contra el aborto. ¿Por qué cuando gobernaba el Frente no lo legalizó?
El FMLN nunca ha tenido una mayoría en la Asamblea para tomar ese tipo de decisiones y la derecha, que es muy conservadora, nunca permitió reformar nada. Además, hay mucho conservadurismo e influencia religiosa en la sociedad. Tampoco en el ámbito judicial podíamos hacer gran cosa, ha sido un tema tabú y es raro que un juez dicte a favor de estas mujeres porque la ley lo prohíbe. Luchamos en los años 90, pero la derecha hizo una reforma constitucional en la que prohibió totalmente el derecho al aborto terapéutico. Cualquier mujer, cualquiera que sea la causa, puede morir si aborta, pero si vive va a la cárcel. Es casi una cadena perpetua. Cuando gobernó el FMLN, se desarrollaron políticas de prevención y educación sexual y reproductiva y leyes para favorecer el derecho de la mujer a una vida sin violencia.
¿Confía en que la marea verde llegue a El Salvador?
Si el movimiento social y el movimiento feminista logran tener más fuerza es posible. Es una demanda de las mujeres de hace muchos años. Pero no se trata solo de aprobar el derecho al aborto, hay que aprobar políticas y aplicar políticas que ayuden a la prevención. Hay que trabajar la prevención, la educación, la salud sexual y reproductiva desde la niñez, tanto para hombres como para mujeres, hay que endurecer las penas para los violadores…
¿Cómo vez el futuro de su país?
El pueblo tiene memoria y no quiere regresar a la guerra. No creo que la gente vaya a darle tiempo para que la dictadura se consolide y sea más difícil que caiga. Tengo esperanza porque la gente ya está despertando.
Respecto a la situación económica, gane la izquierda u otra opción, no va a ser fácil sacar al país del sótano en el que está, del gran endeudamiento. La gente quiere que todo se resuelva de la noche a la mañana y va a haber que hacer mucha labor de conciencia, pero los golpes siempre enseñan una lección.