El excomisario de la Policía española José Villarejo ha protagonizado varios choques con el tribunal que le juzga por el caso Tándem en sus intentos por intervenir en la vista en su condición de abogado, y ha acabado abroncado por la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, ya conocida por sus rifirrafes con procesados vascos. Murillo le ha pedido varias veces que se calle y le ha recordado: «aquí, en esta sede, no puede decir lo que le dé la gana».
Esto ha sucedido cuando el abogado del excomisario, Antonio José García Cabrera, después de que el tribunal impidiese un primer intento de Villarejo de poder leer parte de sus alegaciones como codefensor, llevaba ya una hora y media proponiendo prueba y exponiéndola al tribunal.
Concluyendo con la exposición de sus cuestiones previas, que se ha prolongado dos jornadas, García Cabrera ha anunciado que iba a seguir aportando más prueba documental a propuesta del propio Villarejo como abogado codefensor de sí mismo.
En ese momento la presidenta del tribunal, Ángela Murillo, le ha espetado: «Señor letrado no puede aportar una documental y ahora otra documental».
García Cabrera: «Es que es un caso muy complejo, señoría».
M: «No es que sea un caso muy complejo, es su fase de proposición».
GC: «De acuerdo, pues a todo lo dicho hasta ahora únase como prueba las que propone el propio codefensor señor Villarejo en su propia defensa».
M: «La defensa la está usted ejerciendo, señor letrado».
GC: «Bueno, pues las propongo yo».
En ese momento toma la palabra Villarejo: «con la venia señoría, yo soy codefensor».
M: «Señor letrado, con usted no estoy hablando estoy hablando al señor letrado».
García Cabrera sigue entonces leyendo las propuestas documentales de Villarejo y la presidenta le interrumpe: «Señor letrado no puede usted proponer más documental ni por usted ni por su cliente».
Villarejo vuelve a intervenir: «Es mi compañero, con la venia señoría».
M: «señor letrado, ¿quiere usted callarse?».
El excomisario vuelve a intentar hablar y es rápidamente cortado de nuevo por Ángela Murillo: «No, no, cállese, por favor».
Y Villarejo vuelve a la carga: «Creo que tengo derecho, con todo el respeto de este...»
Murillo, visiblemente airada, le repite: «señor letrado, cállese; o señor acusado, cállese por favor».
V: «Acusado y letrado, señoría».
Y en ese punto la presidenta le implora: «¿Quiere callarse, por favor? Aquí en esta sede no puede decir lo que le de la gana, cuidado. Ya está, se acabó, vamos a hacer un descanso».
Al regreso, las aguas se han calmado, y el letrado de Villarejo ha dado por concluida su exposición de cuestiones previas.
El antecedente de Otegi
En 2011 el Supremo anuló un juicio contra Arnaldo Otegi en el que la presidenta, Angela Murillo, tuvo una actitud chulesca contra el dirigente independentista. Se ventilaba entonces una acusación de «enaltecimiento» por su participación en un acto por el entonces preso Joxe Mari Sagardui «Gatza». Entre otras «perlas», cuando su abogada solicitó que Otegi pudiera beber agua porque estaba en huelga de hambre, Murillo le replicó: «Por mí como si quiere beber vino».
Pese a ese antecedente, Angela Murillo fue también quien presidió el tribunal que condenó aquel año a Otegi y cuatro dirigentes más de la izquierda abertzale por el «caso Bateragune». Este elemento es uno de los que ha llevado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos a considerar que esa vista oral no ha sido justa y a su posterior anulación en el Estado español (aunque se les pretende ahora volver a juzgar).
Murillo también acaba de presidir el tribunal que ha juzgado el sumario 13/13, actualmente a la espera de sentencia.