La discusión infinita sobre las patentes de las vacunas
Mientras que los países como Sudáfrica cumplen con su obligación de informar sobre las novedades de la pandemia, la Unión Europea continúa torpedeando cualquier intento de liberar las patentes de vacunas y medicamentos.
La pasada semana, Sudáfrica informó de que había detectado una nueva variante de la covid-19, a la que la OMS ha dado el nombre de ómicron. Todos los países, incluida la Unión Europea, se apresuraron en agradecer a Sudáfrica la rapidez con la que había puesto en manos de la comunidad internacional la información sobre esta nueva variante.
Tras la buenas palabras, la Unión Europea, Gran Bretaña y EEUU, entre otros países, decidieron restringir la entrada de viajeros de los países del cono sur de África, a pesar de que la variante ya se había detectado en en Israel, Hong Kong o Gran Bretaña, por ejemplo, sin que a día de hoy se haya tomado ninguna medida. Esta decisión ha provocado un gran enfado en Sudáfrica, donde consideran que se les trata como apestados. El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, ha señalado que estaba «profundamente decepcionado» por esa decisión, que ha descrito como injustificada, y ha pedido que se levanten urgentemente las prohibiciones.
No es la única fricción que ha tenido la Unión Europea con Sudáfrica durante la pandemia. Este último país, junto con India, está liderando una iniciativa en el seno de la Organización Mundial de Comercio para que se liberen las patentes de las vacunas, de los tratamientos y de los test con el fin de que se pueda agilizar su producción y proteger lo antes posible al mayor número de personas. Y precisamente, la Unión Europea está liderando a los países que se niegan a liberar esas patentes. De hecho, más de un año después de que se presentara la iniciativa todavía no se ha llegado a ningún acuerdo en este punto a causa de las tácticas dilatorias de la UE. Y eso que la nueva administración de Biden cedió en esta cuestión.
La posición contraria de la UE a liberar las patentes
Esa mala conciencia es, tal vez, la responsable de que la Unión Europea sacara un comunicado el pasado viernes, recordando que esta semana comienza la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio en Ginebra, en la que se tratará nuevamente la cuestión de las patentes de las vacunas.
En su comunicación, la UE se mostraba confiada en que «salga adelante una declaración ministerial y un plan de acción para dar respuesta a la pandemia por medio de limitar las restricciones a las exportaciones o garantizar transparencia en las cadenas de valor globales».
Asimismo, la UE señalaba que quería que los ministros fueran «más allá» del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (TRIPS) y que se aprobara una exención para que los países que lo consideren necesario puedan tomar decisiones «de manera rápida y efectiva».
Cualquiera que lea las líneas precedentes podría pensar que la Unión Europea está a favor la exención, cuando en realidad está en contra y lo único que ha conseguido con su contrapropuesta es desviar el debate y ganar tiempo para que las farmacéuticas sigan vendiendo sus vacunas y tratamientos.
La discusión se ha enredado y parece que ya no hay debate sobre la exención de los derechos de propiedad de las vacunas; sin embargo, la UE quiere dejar al margen las patentes y otra propiedad intelectual de las pruebas, de los medicamentos y de otras herramientas que siguen estando bajo el férreo control de los monopolios farmacéuticos.
De hecho, en la parte final de la declaración recuerda la UE que «la exención que se busca actuará «de manera muy específica, para evitar minar el valor del sistema de propiedad intelectual», ya que «no debemos olvidar que gracias a la propiedad intelectual se han desarrollado vacunas».
La estrategia del calamar
A raíz de una filtración de un documento de la UE en octubre, Dimitri Eynikel, responsable de Médicos Sin Fronteras, explicó que se estaba creando «una falsa imagen de que la UE es constructiva y participa en las negociaciones basadas en textos sobre la propuesta de exención de los ADPIC. En realidad, genera más confusión y desvía la atención de la propuesta original de exención de los ADPIC».
«La UE vuelve a presentar una idea engañosa que de ninguna manera proporciona la eliminación completa de las barreras de propiedad intelectual que se necesita para abrir la puerta a una amplia producción mundial de herramientas médicas covid-19 que salvan vidas», señaló Eynikel.
Como denuncia Médicos sin Fronteras, la UE vuelve a centrarse únicamente en las licencias obligatorias sobre patentes y no aborda las barreras legales relacionadas con los datos reglamentarios y los secretos comerciales, que son parte fundamental para iniciar una producción rápida por parte de los fabricantes alternativos, especialmente cuando las empresas originarias se niegan a compartir sus tecnologías.
De este modo, la UE se centra en los productos, pero excluye por completo la mención a las tecnologías, los componentes, las materias primas, los procesos y los métodos que también están protegidos por la propiedad intelectual (PI) y que son igualmente importantes para iniciar la producción por parte de otras empresas.
Los burócratas de Bruselas no solo defienden los intereses de las grandes farmacéuticas; también son maestros del cinismo.