En un entorno cada vez más tecnológico a veces hace falta algo de innovación para hacer que la propia innovación sea inclusiva. Es la gran paradoja que se esconde tras la tiflotécnica. O lo que es lo mismo, tras la adaptación de los usos y avances técnicos a su utilización por parte de personas con ceguera o gran deficiencia visual. Es el caso, por ejemplo, de las vitrocerámicas Kitchen Eye desarrolladas por Mondragón Componentes, creadas para dar un mayor grado de autonomía a este colectivo en su propio hogar.
En los últimos años la tecnología táctil ha permitido a los fabricantes de cocinas simplificar su diseño exterior para, entre otras cosas, facilitar al máximo su limpieza. Algo muy de agradecer… si no tenemos graves problemas de visión. De ser así, y ese es el caso de casi 200 millones de personas según la Organización Mundial de la Salud, esa simplificación en realidad añade una enorme dificultad a una tarea diaria. Y otro tanto les ocurre a quienes parecen dificultades en el control de la motricidad fina y, por ello, carecen destreza para manejar una interfaz gráfica.
Por tanto, el reto era aunar digitalización y compromiso social en el desarrollo de un modelo de vitrocerámica estándar en prestaciones y precio accesible para cualquier familia, pero capaz de satisfacer las necesidades especiales de estos colectivos. Para ello, la firma especializada en dar respuestas innovadoras a las cooperativas de Mondragón Corporación vinculadas a los sectores de línea blanca, confort-hogar y electrónica tenía que conseguir que los electrodomésticos pudieran interpretar órdenes que les llegaran desde el exterior de su panel de control. Y para lograrlo han recurrido a la voz.
El resultado es una cocina de inducción aparentemente normal que puede ser usada indistintamente del modo o a través de una aplicación móvil y un asistente de voz. La interacción entre el electrodoméstico y el usuario es tan sencilla que basta con ‘dictar’ la orden para que la vitrocerámica se encienda o apague, gradúe la temperatura o controle los tiempos, entre otras funciones. Además, la placa puede hablar, por lo que es capaz de contestar a preguntas relacionadas con el cocinado, como qué fuegos se están empleando en un momento determinado y con qué intensidad.
Para garantizar que el modelo se ajusta a las necesidades reales de usabilidad de los colectivos para el que se ha diseñado, la cooperativa integrada en la división industrial de la Corporación Mondragón ha hecho del proyecto una verdadera iniciativa colaborativa ya desde su mismo origen, surgido a partir de un encuentro en un congreso de diseño entre especialistas de la ONCE y colaboradores del Aula de Componentes de Mondragon Unibertsitatea, quienes trasladaron la idea a la cooperativa. Junto a ambas entidades, a lo largo de los tres años que ha durado el desarrollo de Kitchen Eye también han participado la asociación guipuzcoana de afectados por la retinosis pigmentaria (Begisare) y el cocinero invidente Ángel Palacios, promotor de la iniciativa didáctica Cocinando a ciegas, quienes han testado los prototipos y aportado sugerencias durante todo el proceso. En la parte técnica, la firma ha contado con la colaboración y asesoramiento del Centro de Tiflotecnología e Innovación de la ONCE (CTI), Centro Stirling (centro de la propia Mondragón Componentes especializado en investigación y desarrollo de productos orientados a la generación y uso eficiente de energía en el hogar), Eika, Copreci, Fagor Electrónica, Sareteknika y el Clúster del Hogar de Euskadi (Acede).