Naiz
Berlín

Benedicto XVI debe pedir perdón por los abusos, según el presidente de los obispos alemanes

El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, Georg Bätzing, considera que el papa emérito Benedicto XVI debe pedir perdón por su papel en el escándalo de abusos sexuales en la Iglesia católica y aceptar sus culpas en el encubrimiento de casos.

Fotografía tomada en el Vaticano en 2008, en la que el papa Benedicto XVI está sentado entre su hermano Georg Ratzinger y el entonces presidente italiano, Giorgio Napolitano.
Fotografía tomada en el Vaticano en 2008, en la que el papa Benedicto XVI está sentado entre su hermano Georg Ratzinger y el entonces presidente italiano, Giorgio Napolitano. (VATICAN MEDIA | AFP)

Un informe sobre los casos de abusos sexuales en la Iglesia católica señala que, cuando era arzobispo de Múnich y todavía le llamaban Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI encubrió a sacerdotes que habían cometido abusos sexuales y permitió que siguiesen trabajando como tales.

«Debe pronunciarse, debe dejar de lado las recomendaciones de sus asesores y decir clara y sencillamente: cargo con una culpa, he cometido errores, le pido perdón a los afectados», ha dicho este lunes Georg Bätzing en el programa ‘Anne Will’ de la cadena de televisión ZDF.

Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, considera que uno de los problemas de Benedicto XVI ha sido la tendencia a rodearse de asesores que no son los mejores.

En su día, Ratzinger negó todo los casos de abusos y con respecto a una reunión en la que se decidió que un sacerdote fuera trasladado a su diócesis después de haber cometido abusos en otra, aseguró inicialmente, por escrito, que no había asistido a esta, lo que después tuvo que corregir.

Su secretario privado, Georg Ganswein, sostuvo que no hubo intención de mentir, sino «un problema de redacción» en el documento.

Ratzinger fue arzobispo de Múnich entre 1977 y 1982. Fue elegido Papa el 19 de abril de 2005 y permaneció en el cargo hasta el 28 de febrero de 2013. En un hecho insólito dentro de la Iglesia católica, renunció al papado por propia voluntad y alegando «falta de fuerzas» para seguir desempeñando sus funciones. Desde entonces asumió el título de papa emérito y, a sus 94 años, reside en un monasterio dentro del Vaticano.