Dabid Lazkanoiturburu

El Parlamento iraquí suspende la elección de la presidencia kurda del país

Después de que los tribunales suspendieran la candidatura kurda a la presidencia de Irak, el Parlamento de Bagdad ha aplazado la votación por falta de quorum y el boicot de los principales partidos. La crisis política se agudiza.

El candidato a presidente, Zebari, y el presidente saliente, Saleh.
El candidato a presidente, Zebari, y el presidente saliente, Saleh. (Ahmad AL-RUBAYE- Fabrice COFFRINI / AFP) )

El Tribunal Federal de Irak anunció ayer la suspensión de la candidatura del político kurdo y ex viceprimer ministro Hoshiar Zebari a la presidencia del país. La votación para elegir al jefe del Estado ha sido suspendida hoy lunes por falta de quorum por el boicot de las principales formaciones políticas, incluido el principal bloque parlamentario.

Zebari era el candidato del Partido Democrático del Kurdistán (PDK), que gobierna en el enclave kurdo, a tenor del reparto de los principales cargos por criterios étnicos y confesionales.

El presidente de Irak debe ser de etnia kurda, el primer ministro chií y la presidencia del Parlamento recae en un político suní.

La corte suspendió la candidatura de Zebari, investigado en el pasado por corrupción, al estipular que no cumple los requisitos de «integridad y buena reputación».

Zebari fue ministro de Finanzas iraquí desde 2014 a 2016 antes de ser destituido de su cargo tras una moción de censura por corrupción y malversación de fondos públicos. Más tarde fue absuelto de los cargos.

También está investigado por abuso de poder durante el ejercicio de su cargo de titular de Exteriores. Zebari ha sido varias veces ministro de diferentes carteras entre 2003, tras la caída del régimen de Saddam Hussein por la invasión estadounidense, y 2016.

Su rival al cargo es el presidente saliente de Irak, Barham Sali, de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK).

Boicot parlamentario

El principal bloque parlamentario de Irak (73 diputados), liderado por el hombre fuerte de la política iraquí, el clérigo Muqtada al Sadr, ha anunciado el boicot a la votación del presidente del país.

El boicot sadrista ha sido secundado por sus aliados suníes de la Coalición por la Soberanía (51 escaños), liderada por el presidente del Parlamento, Mohamed al-Halboussi , y por el propio PDK kurdo (31 diputados), cuyo líder, Masud Barzani, ha decidido sacrificar a Zebari «en aras al diálogo entre los bloques políticos».

La votación del presidente de Irak exige un quorum mínimo de dos tercios de los 329 diputados de la cámara. Algo imposible de alcanzar cuando incluso los rivales de Al-Sadr, la coalición chií pro-iraní Alianza para la Conquista, coinciden en que no hay condiciones para reunir al Parlamento.

Crisis política

La elección del presidente es un paso imprescindible para elegir, en un plazo de 15 días, al primer ministro de Irak. Pero este bloqueo escenifica una crisis mucho más profunda.

Cuatro meses después de las elecciones, los partidos políticos siguen sin lograr una mayoría parlamentaria.

En las últimas horas, Al Sadr ha anunciado que dejará de negociar un nuevo ejecutivo con las otras formaciones chiíes y que impulsará un acuerdo con kurdos y suníes, rompiendo con el habitual consenso de unidad que ha marcado los últimos años en la política iraquí.

Ayer domingo, Al Sadr y el kurdo Barzani confirmaban su intención de apostar por un gobierno de mayoría basado en una «alianza estratégica cohesiva».

Al Sadr se niega categóricamente a permitir que los partidos chiíes respaldados por Irán, grandes derrotados de las elecciones legislativas de octubre, se incorporen al Ejecutivo iraquí. El mejor ejemplo de esta tensión es su rechazo a la presencia en el futuro gobierno de la coalición chií Estado de Derecho, que lidera el ex primer ministro Nuri al Maliki, y que es aliado de los pro-iraníes de Alianza para la Conquista

Oposición y amenazas

Si Al Sadr logra formar un gobierno mayoritario con sus aliados suníes y kurdos –asegura contar con suficientes apoyos–, los pro-iraníes podrían pasar a la oposición, en lo que supondría un cambio al statu quo de los últimos años.

Por contra, estos insisten en que tienen la mayoría en el Parlamento, incluyendo a los diputados independientes, y exigen al Tribunal Supremo que lo reconozca.

Esta reivindicación choca con las denuncias de fraude de la Alianza para la Conquista en las elecciones de octubre.

Desde entonces, las amenazas y los conatos de violencia han sacudido la política iraquí y amenazan con un enfrentamiento civil abierto.

El pasado mes de noviembre, el primer ministro saliente, Moustafah al-Kazimi, salió ileso de un atentado. A finales de enero, tres morteros impactaron en la casa del presidente del Parlamento, el suní Mohammed al-Halboussi.

Las milicias pro-iraníes, que habían amenazado a ambos, han rechazado su autoría en los ataques.

El problema, según el politólogo Hamzeh Hadad, reside en que «nadie en Irak sabe pasar a la oposición; todo el mundo quiere una parte del pastel».