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El «escrache» al líder de la oposición vuelve a poner a Boris Johnson en el punto de mira

El primer ministro británico, Boris Johnson, ha vuelto a provocar dudas sobre su comportamiento después de que unas acusaciones contra el líder del Partido Laborista, Keir Starmer, desembocaran en un acto de acoso hacia el laborista. Los incidentes se saldaron con dos personas detenidas.

Keir Starmer, durante una intervención en la Cámara de los Comunes.
Keir Starmer, durante una intervención en la Cámara de los Comunes. (Jessica TAYLOR | AFP)

El acoso de un grupo de manifestantes al líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer, ha sembrado nuevas dudas sobre el comportamiento reciente del primer ministro, Boris Johnson, que acusó falsamente al dirigente opositor de no investigar durante su etapa en la Fiscalía al presentador Jimmy Savile, acusado de cientos de abusos sexuales.

Johnson se retractó de estas declaraciones, pronunciadas en la Cámara de los Comunes y motivo de la dimisión de una de sus principales asesoras. Sin embargo, entre quienes rodearon el lunes a Starmer en las inmediaciones del Parlamento hubo alusiones a Savile y gritos de «traidor».

La Policía tuvo que escoltar al líder laborista y detuvo a dos personas por estos incidentes, condenados por el propio Johnson. «Todo acoso a nuestros representantes electos es completamente inaceptable», afirmó el premier en Twitter, en un mensaje en el que alabó la «rápida» respuesta de las fuerzas de seguridad.

Downing Street niega que lo ocurrido tenga algo que ver con las declaraciones de Johnson y deja claro que el jefe del Gobierno no se disculpará. «Tiene otras cosas de las que ocuparse hoy», ha sentenciado una fuente consultada por la cadena BBC, después de que varios diputados, incluidos conservadores, sí hayan vinculado públicamente los dos hechos.

El secretario de Estado de Tecnología, Chris Philip, también ha defendido en una entrevista este martes que «no hay forma de establecer un vínculo razonable» entre los gritos de los manifestantes y la posición del primer ministro y ha señalado que, aunque las palabras de Johnson podían «malinterpretarse», ya están aclaradas.

De hecho, ya antes de la protesta del lunes había críticas sobre los matices parciales hechos por Johnson, que acusó a Starmer de «dedicar su tiempo a procesar a periodistas en lugar de a Jimmy Savile». A posteriori, aclaró que su rival político no tuvo nada que ver «personalmente» con la decisión de no procesar al difunto presentador y alegó que sólo quería poner el foco en la «responsabilidad» de la Fiscalía en su conjunto.

Este lunes, el laborista Keir Starmer fue increpado por un grupo de personas al grito de «traidor» en las inmediaciones del Palacio de Westminster. Los manifestantes culpaban a Starmer de «proteger pedófilos», entre otras acusaciones, según relataron testigos al diario ‘The Guardian’ tras el incidente, que se saldó con dos detenidos y obligó a la Policía a escoltar en un coche al jefe de la oposición.

Retoques en el Gobierno

Boris Johnson ha nombrado este martes a uno de sus principales aliados, Jacob Rees-Mogg, como nuevo nuevo secretario de Estado para las Oportunidades del Brexit y la Eficiencia Gubernamental, en un ligero retoque a su Ejecutivo con el que espera recuperar la iniciativa política perdida en las últimas semanas.

La salida de la Cámara de los Comunes de Rees-Mogg conlleva el nombramiento en su lugar de Mark Spencer, hasta ahora encargado de mantener la disciplina parlamentaria dentro del grupo tory, quien a su vez es reemplazado por el diputado Chris Heaton-Harris. El otro cambio anunciado es la designación del diputado Stuart Andrew como secretario de Estado de Vivienda.