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Bruselas

Para volver a ser una potencia en chips, la Comisión Europea espera movilizar 43.000 millones

Hace treinta años, la UE fabricaba el 40% de la producción mundial de semiconductores. Hoy en día, ni siquiera llega al 10%. Eso ha sido debido, en gran medida, a la combinación de deslocalización y globalización fomentada por las políticas neoliberales. Bruselas intenta poner remedio a medio plazo.

La vicepresidenta responsable de Competencia, Margrethe Vestager, y el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, en la comparecencia de este martes en Bruselas.
La vicepresidenta responsable de Competencia, Margrethe Vestager, y el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, en la comparecencia de este martes en Bruselas. (Virginia MAYO)

La Comisión Europea ha presentado este martes una serie de medidas con las que aspira a movilizar hasta 43.000 millones de euros en inversiones públicas y privadas con el objetivo de hacer de la UE una potencia en la producción de semiconductores capaz de cubrir el 20% de la demanda mundial en 2030. De esa cantidad, 30.000 millones ya están previstos en el presupuesto europeo y los planes estatales.

La crisis provocada por la pandemia de covid puso de manifiesto desde el principio la falta de ‘soberanía tecnológica’ de la Unión Europea, donde treinta años atrás se fabricaba el 40% de los chips electrónicos. Debido a las políticas neoliberales que fomentaron la deslocalización de empresas europeas y la globalización de las cadenas de suministros, junto al potente crecimiento industrial del Sudeste Asiático, actualmente no fabrica ni el 10% de estos elementos que son imprescindibles no solo para el funcionamiento de ordenadores o teléfonos móviles, sino también para las lavadoras o los automóviles.

Actualmente, el 80% de los chips que necesita la UE son suministrados por países asiáticos; solo Taiwán suministra hasta el 60%. Por eso, cuando las medidas para frenar la pandemia cortaron los circuitos de suministros globales, el mercado europeo quedó desabastecido y sin posibilidad de encontrar soluciones a corto plazo. Y cabe recordar que con las mascarillas higiénicas sucedió lo mismo que con los microchips.

La UE busca cuadruplicar la producción de semiconductores de aquí a 2030 para así volver a ser una potencia global en un sector clave desde el punto de vista tecnológico y estratégico. Pero eso dependerá de cómo evolucionen otros factores en el mercado global porque, de momento, grandes empresas europeas, al igual que otras estadounidenses o japonesas, siguen invirtiendo en nuevas factorías construidas en países asiáticos.

«Con la Ley Europea de Chips combinamos la inversión, el marco regulador y las asociaciones estratégicas necesarias para hacer de Europa un líder en este mercado tan importante», ha manifestado la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, en una declaración realizada ante los medios, sin turno de preguntas, tras aprobar la propuesta.

Fuerte inversión pública y flexibilidad en las ayudas de Estado

Von der Leyen ha afirmado que esta ley «llega en el momento adecuado con dos objetivos principales: a corto plazo, aumentar nuestra resiliencia ante futuras crisis, anticipando y evitando problemas en las cadenas de suministro; y a medio plazo, hacer de la UE un líder industrial en este mercado muy estratégico».

Para ello, ha añadido, se movilizarán 15.000 millones de euros en inversiones adicionales públicas y privadas, que se sumarán a 30.000 millones de euros de inversiones públicas ya planeadas del presupuesto comunitario o de los presupuestos de los Estados miembros.

La idea es que los primeros 30.000 millones en dinero público se destinen a aumentar la capacidad de producción, incluida la construcción de megafábricas en el continente, y que entre 11.000 y 12.000 millones de inversiones adicionales públicas y privadas se destinen a reforzar la investigación, la parte de la cadena dónde la UE ya tiene liderazgo mundial, según ha expuesto la presidenta de la Comisión.

A ello se sumaría un fondo para invertir entre 2.000 y 6.000 millones en ayudas a las empresas emergentes para incorporarse al sector, como anticipó el lunes el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton.

Bruselas asume que el alto coste de levantar nuevas plantas de producción hará necesaria una inversión pública masiva si se quiere atraer la privada, por lo que suavizará sus normas de ayudas de Estado para permitir, por primera vez, subsidiar la construcción de fábricas de «primera generación».

La estrategia de la UE contempla además crear alianzas otros socios, como Estados Unidos o Japón, para levantar cadenas de suministro fiables y evitar cuellos de botella, puesto que en este sector «ningún continente puede ser enteramente independiente», según ha dicho Von der Leyen.

Para la Comisión, este esfuerzo europeo será comparable al plan de 52.000 millones de dólares presentado por EEUU hace unos días para revitalizar su propia industria de chips.

Pero los analistas también advierten de que, si finalmente estos planes se materializan a la vez mientras China y el Sudeste Asiático mantienen su producción –si no la aumentan–, pueden dar lugar a otras perturbaciones del mercado. Por ejemplo, un exceso de producción puede tirar hacia abajo los precios y provocar que grandes inversiones terminen en la ruina o, por el contrario, dar lugar a nuevas guerras de aranceles para proteger la producción interna.