Cualquier empresa, incluso aquellas que bien pueden presumir de la madurez de sus productos, tiene ante sí un gran reto; hacerlos más sostenibles. El ecodiseño es hoy una exigencia del mercado, pero, sobre todo, es una pauta de comportamiento, una muestra de responsabilidad social y, como tal, una clave para la supervivencia de la compañía. Es, además, un gran reto, ya que en ocasiones exige de poco menos que una reinvención. Y así lo asumió esta firma con sede en el Parque Científico y Tecnológico de Bizkaia al afrontar el diseño su nueva generación de equipos biosensores.
BIOLAN es uno de los llamados ‘campeones ocultos' de nuestra economía. Es decir, una de las cerca de treinta empresas vascas que son punteras a nivel mundial en un nicho de mercado muy concreto. El suyo es la aplicación de la tecnología analítica biosensórica a dos sectores tan importantes como el de la alimentación y la salud. Los distintos biosensores que produce para el diagnóstico en seguridad alimentaria y salud, permiten conocer tanto el grado de maduración de la uva , garantizar la calidad del pescado y el marisco o los productos lácteos, así como determinar si nos hemos contagiado de covid-19 o somos intolerantes a la lactosa.
Muchos de los equipos con los que se realizan estas mediciones son portátiles, por lo que las mejoras aportadas por la nueva generación de biosensores debían ir en dos líneas paralelas. Por un lado, había que lograr reducir el impacto medioambiental de los equipos y sus consumibles (biotest) en todas las etapas de su ciclo de vida y, por otro, debían aportar todas las ventajas de la digitalización.
La primera parte suponía apostar por la creación de equipos más compactos (tan pequeños que incluso pueden llevarse en el bolsillo), pero igualmente fiables, precisos, rápidos y robustos. Una innovación que, para lograr la miniaturización de todos los componentes electrónicos, exigía recurrir a la tecnología ‘System on a Chip’ (SoC). Por otra parte, también se estudió cómo reducir los elementos plásticos empleados hasta entonces en la fabricación tanto de los equipos portátiles de medida como de sus respectivos biotest.
En cuanto a la transformación digital (de la propia BIOLAN, pero también de los sectores para los que desarrolla sus productos), los nuevos equipos debían basarse en la conectividad para así facilitar almacenamiento de datos en la nube y su gestión. Para garantizar esta monitorización analítica inteligente e integral, la firma ha creado una plataforma digital propia que permite al cliente visualizar y descargar resultados para así poder realizar un seguimiento global de todos los análisis realizados e incluso configurar alertas e informes.
A lo largo de todo este proceso, BIOLAN ha contado con la colaboración de socios como Dhemen en la parte del diseño industrial, Larrañaga Plásticos en la inyección de plástico y Tekniker en la implementación de la electrónica basada en SoC. Además, ha obtenido diversas ayudas públicas de la Sociedad Pública de Gestión Ambienta del Gobierno Vasco (Ihobe) o el programa de apoyo a la I+D, Hazitek de SPRI. Los primeros equipos fabricados bajo estos nuevos criterios de ecodiseño y conectividad son los empleados en la medición de la concentración de sulfito en los tanques de agua de la acuicultura, pero la firma ya estudia su implementación al resto de sectores.