Alcarràs, capital del mundo: Oso de Oro para Carla Simón
La Berlinale termina tan bien como se despidió: colmando de honores a ‘Alcarràs’, de Carla Simón. Con su segundo largometraje, la cineasta catalana pone en el mapa mundial esta pequeña comunidad donde su familia sigue recogiendo melocotones. Cine minúsculo capaz de conquistar metas colosales.
Está bien lo que bien termina. Por esta ley universal, la 72ª Berlinale ha salvado los muebles de un Concurso marcado por el bajo nivel medio de los títulos congregados. El Oso de Oro, el máximo galardón otorgado en la capital alemana, se ha puesto más barato que en años anteriores, esto hay que tenerlo en cuenta. Igualmente, se tenía que ganar, y lo ha hecho alguien que, bien mirado, podría haber triunfado en cualquier otro año. ‘Alcarràs’, de Carla Simón, es al fin y al cabo una de esas películas que, por desgracia, aparecen muy de vez en cuando (cada dos o tres temporadas), pero que por suerte, aparecen.
Es algo aparentemente muy pequeño (a saber, la vida de una familia de agricultores en el pueblo del título, a pocos kilómetros de Lleida), pero al mismo tiempo, se mueve en una escala descomunal: el telón de fondo, omnipresente a lo largo de las dos horas de metraje, es ni más menos que la desaparición de una vida rural a la que no le queda otra que capitular. Es una gran tragedia, vaya… pero llevada con la bondad de quien se siente cercano con los personajes; como si fuera uno de ellos: parte de la familia, vaya. Con su segundo largometraje, Carla Simón tocó el cielo de Berlín, y el de Alcarràs, por supuesto, ya por siempre instalado en el panteón de la cinefilia.
La cineasta catalana, primera en conquistar esta cima, no daba crédito: «Me siento hija de este festival», ha declarado al subir al escenario del Berlinale Palast (recordemos que su ópera prima, ‘Estiu 1993’, fue presentada en este mismo certamen). «Me mudaría a vivir aquí, si no me sintiera tan arraigada a mi tierra». y en efecto, ‘Alcarràs’ es exactamente esto, un poema costumbrista de amor a una gente y a un territorio; a un hablar, a unas tradiciones, a una manera de trabajar y de relacionarse con la naturaleza que, al final, sobrevivirá eternamente por la armonía que junta a sus habitantes: la mejor familia del mundo.
A todo esto, téngase en cuenta que el Presidente del Jurado era el director M. Night Shyamalan, genio del suspense. La gala de entrega de premios, también hay que decirlo, ha sido por otro lado un horror que, hasta el ultimísimo momento, no se ha reconducido. Pero de nuevo, comandaba la nave un maestro de los giros de guion, alguien capaz de configurar el peor palmarés de la historia… hasta que los dos últimos premios han salvado la fiesta. Tenía que ser así.
Al ya mencionado Oso de Oro le ha precedido el Gran Premio del Jurado (la «medalla de plata» del festival), concedido al último en llegar a la cita: Hong Sang-soo. El prolífico cineasta surcoreano ha triunfado, muy a su manera (es decir, en ese segundo plano donde tan bien se desenvuelve), con ‘The Novelist’s Wife’, su enésima joya; otra carta de amor. Esta, dirigida a su pareja, musa y salvación, Kim Minhee, ha terminado con el broche de verlos a ambos compartir el escenario, en la que, sin lugar a dudas, ha sido la imagen más tierna de esta Berlinale.
El resto, como se ha dicho, ha venido a recordarnos las miserias de esta Competición. Películas tan cruelmente intolerables como ‘A Piece of Sky’, de Michael Koch o ‘Manto de gemas’, de Natalia López han recogido, respectivamente, la Mención Especial y el Premio del Jurado. Mientras, una propuesta tan moralmente indecente como ‘Rabiye Kurnaz vs. George W. Bush’, de Andreas Deresen, se ha hecho no con uno sino con dos premios, el de Mejor Guion para Laila Stieler y el de Mejor Interpretación Principal para Meltem Kaptan. Increíble.
Y seguimos tropezando. El Premio a la Contribución Artística Extraordinaria ha sido para una propuesta tan fallida como ‘Everything Will Be Ok’, de Rithy Panh. Por su parte, Laura Basuki, revolucionaria comunista en ‘Nana’, ha conquistado el Premio a la Mejor Interpretación Secundaria y Claire Denis, cómo no, se ha quedado con el Premio a la Mejor Dirección por ‘Avec amour et acharnement’. O se salvaban películas insalvables, o se apuntaba hacia talento ciertamente poderoso, pero que tampoco había lucido especialmente en esta ocasión. Pero de verdad, no ha importado, Hong Sangsoo y, sobre todo, Carla Simón, lo han arreglado todo.
Alcarràs ha sido por una noche capital de Alemania; del planeta-cine, y con ello, se ha cerrado un círculo mágico. Atención al dato: con este Oso de Oro, los cuatro grandes festivales de Europa (Cannes, Venecia, Donostia y Berlín) tienen ahora mismo, como ganadoras, a Julia Ducournau (‘Titane’), Audrey Diwan (‘El acontecimiento’), Alina Grigore (‘Blue Moon’) y Carla Simón (‘Alcarràs’). Cuatro mujeres nacidas en la década de los 80, y que con su segunda película, ya se comieron el mundo. Increíble, pero ahora para bien; innegable síntoma del momento histórico por que el que está pasando el séptimo arte. Que vivan ellas, que viva la sangre joven, y sobre todo, visca Alcarràs!