Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea / Redactor especializado en internacional

Argelia no solo tiene gas, le sobran jóvenes que quieren huir

El presidente español, Pedro Sánchez, en Ceuta (África)
El presidente español, Pedro Sánchez, en Ceuta (África) ( Fernando CALVO | AFP)

Hablar de suministro de gas al analizar la traición a un pueblo, el saharaui, que pena en su país ocupado o en el abrasador desierto de Tinduf es tan cínico e insultante como quejarse de que falta en las estanterías aceite de girasol por las consecuencias de que un país, Rusia, invada y bombardee a otro, Ucrania, al que no reconoce el derecho a ser un Estado.

Dicho esto, y constatado que «la política (también la internacional) es así», sorprende la tranquilidad que proyecta el Gobierno Sánchez ante las criticas, prácticamente unánimes, a su giro sobre la antigua colonia.

El ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, asegura que Argelia es un socio «fiable» que siempre ha cumplido sus contratos de suministro de gas.

Cuenta con que Argelia, que como estado rentista sufre una grave crisis económica, aderezada con una gravísima crisis política y de legitimidad del régimen, priorizará su necesidad de las divisas por la venta de su gas sobre su apoyo a la causa saharaui.

Y ha filtrado que, durante su visita a Madrid el pasado 7 de marzo, la vicesecretaria de Estado de EEUU, Wendy Sherman, habría impulsado el giro asegurando que Argelia no cortará el suministro de gas.

La credibilidad es siempre subjetiva pero no sería la primera vez que EEUU miente o vende medias verdades para impulsar sus intereses. Célebre fue la palmadita de comprensión que dio a Saddam Hussein para que invadiera Kuwait, lo que dio lugar a la primera Guerra del Golfo. O, de plena actualidad, las garantías verbales que ofreció a Gorbachov de que la OTAN no se ampliaría hacia el este.

Pero el Gobierno del PSOE (¿y Unidas Podemos?) no es tonto y ya había disparado las importaciones de gas natural licuado (GNL) de EEUU.

Sobre todo después de que Argelia clausurara a finales del pasado año uno de los dos gasoductos que llevaban gas a la Península Ibérica, concretamente el que transitaba por Marruecos, en protesta por el alineamiento del régimen alauí con el Estado sionista de Israel y su opresión contra el pueblo saharaui.

El que no tiene un pelo de tonto son los EEUU, que se han convertido ya en el primer proveedor de GNL al Estado español, con un 34%, mientras Argelia ha bajado del 30 al 27%.

Con el embajador en Madrid llamado a consultas, está por ver cuál será la reacción de Argelia.

Pero alguien ha olvidado que, aparte de gas (y petróleo), Argelia tiene a miles y miles de jóvenes hartos de no tener futuro y dispuestos a huir de un país que ha respondido a la revuelta popular (Hirak o movimiento) para exigir un cambio de régimen con un gatopardismo que ha agudizado la desilusión de amplias capas de la sociedad.

Ya en 2020 la ruta argelina se convirtió en la segunda puerta de entrada de migrantes y refugiados sin papeles al Estado español, por detrás de la que intenta llegar a las islas Canarias.

Tanto aquel año como el pasado 2021, la cifra de llegada de argelinos era casi igual a la de marroquíes.

Va a resultar que, para evitar los saltos en las vallas de Ceuta y Melilla, el Gobierno Sánchez corre el riesgo de abrir otra fuga de agua en el casco de la inhumana política migratoria española, y europea.