Estos días se cumple el décimo aniversario de que la Ertzaintza matara de un pelotazo en la cabeza a Iñigo Cabacas Liceranzu, joven athleticzale que celebraba el paso a las semifinales de la UEFA Europa League de su equipo frente al Schalke 04. La causa penal, pese a criticar duramente la actuación de la Policía autonómica, acabó con una única condena a un mando que en nada le afectó finalmente. Y la vía disciplinaria interna tampoco alcanzó a ninguno de los imputados, porque se habían jubilado o habían obtenido una incapacidad permanente, y el único que sigue en el cuerpo se había limitado a cumplir órdenes.
De esto último dio cuenta el consejero de Seguridad, Josu Erkoreka, en una comparecencia en una comisión parlamentaria, a la que la familia de Iñigo Cabacas asistía desde otra sala por el canal cerrado de televisión. En 66 minutos hablando, Erkoreka no tuvo ninguna palabra ni reconocimiento hacia ellos.
Poco después, Fina Liceranzu y Manu Cabacas remitieron un escrito al consejero, tanto a través de los medios de comunicación como directamente, en el que, además de la información disponible sobre el operativo policial que acabó con la muerte de su hijo y el expediente de la investigación interna, pedían a Erkoreka «una reunión presencial en la que nos traslade toda esta información y declare ante nosotros, cara a cara y mirándonos a los ojos, lo que estime oportuno» sobre el caso.
Erkoreka: «No sería fructífero»
El consejero de Seguridad les respondió al poco tiempo a través de un escrito que empieza ya con una pulla directa diciendo: «He leído con mucha atención la carta publicada en los medios de comunicación el pasado 18 de enero (que me fue remitida al día siguiente, vía mail y sin firma, a través de una persona y desde una dirección desconocida para mi, aunque quiero suponer que habilitadas legalmente por ustedes para actuar en su nombre y representación)».
En cuanto a la petición de una reunión, Erkoreka responde que los detalles del operativo los tiene que tener «su representación letrada», porque «toda la que obra en el Departamento se puso a disposición del Juzgado de Instrucción»; y en cuanto a los procesos disciplinarios, éstos «son de acceso extremadamente restringido».
Así que el consejero concluye que «teniendo en cuenta todo ello, me temo que, en los términos en los que se solicita, el encuentro que demandan no sería fructífero».
Atendiendo a la petición estricta de la madre y el padre de Iñigo Cabacas, se ve que el consejero tampoco considera «fructífero» conversar con ellos «cara a cara y mirándonos a los ojos» de «lo que estime oportuno».
«Me apena sobremanera»
En otra parte del escrito, el consejero asegura a la familia de Iñigo Cabacas que «me apena sobremanera» y «lamento profundamente» que sus palabras ante la comisión parlamentaria «pudieran causarles un daño adicional o acrecentar el dolor que padecen. Puedo asegurarles que en absoluto fue esa mi intención».
Josu Erkoreka expone además a Fina Liceranzu y Manu Cabacas que «quiero que sepan que entiendo la angustia y la pena que les invade. He conocido en mi propia familia la penosa experiencia que supone para unos padres la pérdida de un hijo joven y sé lo dolorosa y desgarradora que resulta».
El consejero acaba diciendo que espera haber «precisado y contextualizado» sus palabras en el Parlamento «y, con ello, ayudar a mitigar en la medida de los posible el dolor y el pesar por la pérdida de su hijo Iñigo».
Manu: «A Iñigo lo asesinaron»
A Manu Cabacas y Fina Liceranzu la carta de respuesta de Josu Erkoreka les parece «vergonzosa», empezando porque ponga en duda su autoría del escrito que le enviaron.
En una entrevista que GARA publicará en su edición de mañana viernes, Manu Cabacas explica: «Yo lo que le digo es que a nosotros Iñigo no se nos murió. En la primera comparecencia que hicimos ante los medios ya dije que mi hijo no se había muerto de un catarro, que lo habían asesinado. Eso es muy duro decirlo, pero más duro es que no se reconozca la verdad». Añade que «lo mismo que ellos piden a otros que la reconozcan, nosotros, que no somos ni de unos ni de otros, pedimos que se nos reconozca a nosotros».
Fina Liceranzu apostilla: «No nos han dado ni verdad, ni justicia, ni reparación». Y Manu, mirándole, concluye: «Es que no somos de los suyos. A nosotros, cero patatero».