Doctores tiene la madre iglesia, pero que a estas alturas del torneo un equipo de la parte alta sume solo 12 goles en casa –en 17 partidos– tiene su misterio. Con esas cifras la Real está sumando mucho a base de no encajar, con pírricos 1-0, pero de vez en cuando la fórmula no funciona. Y así se ha llevado el Barcelona tres puntos en un partido en el que cada equipo ha sido mejor durante una parte, con la diferencia de que Aubameyang no ha perdonado, mientras que Sorloth e Isak sí.
En las horas previas había ambiente de partido grande. Por la propia entidad del rival, por la posibilidad de adelantar al Betis –ahora el Villarreal se ha acercado a tres puntos– y por los acontecimientos de los últimos días en torno a la celebración de la Supercopa en Arabia, con papel estelar del barcelonista Gerard Piqué y del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales.
No ha arrancado mal la Real, con una buena maniobra de Diego Rico como exponente, pero la bofetada ha llegado pronto. Dembelé ha recibido un balón libre de marca en el segundo palo y su disparo lo ha repelido el palo. Zaldua y Merino han dudado a la hora de sacar el balón y otra vez un jugador culé, en este caso Ferrán, ha recibido desmarcado y ha puesto el balón en la cabeza de Aubameyang (0-1, 11’).
La Real no encajaba un tanto en Anoeta en la Liga desde el pasado 18 de diciembre, en la victoria 1-3 del Villarreal, lo que según datos de Pedro Martín (@pedritonumeros) han sido 674 minutos de puerta sellada para Remiro, cerca del récord de Arconada de 739 minutos en Atotxa en 1980.
Tras el gol el Barcelona ha estado mejor. De Jong, Ferrán y Aubameyang han podido marcar en sendos disparos que se han marchado fuera por muy poco. Los visitantes se asomaban excesivamente sueltos al borde del área de Remiro cuando superaban la presión de Merino, Rafinha y Januzaj en el centro del campo, y a Zubimendi se le acumulaba el trabajo.
Mano a mano
Los de Imanol solo habían avisado con un cabezado de Sorloth a las manos de Ter Stegen, pero se han podido ir al descanso con las tablas bajo el brazo si Isak hubiera acertado en un mano a mano frente al meta alemán. De esas que no puedes perdonar ante un grande.
La flagrante falta de puntería ha tenido continuidad en el inicio de la segunda mitad con un centro de Januzaj que ha rematado fuera Sorloth, aunque esa no era fácil.
Lo ha seguido intentando el noruego, y se ha topado con Ter Stegenen un disparo cruzado con poco ángulo tras buen pase otra vez de Januzaj. La Real era mejor y hacía merecimientos para empatar ante un rival que aguantaba para salir a la contra.
El belga, que ocupaba la plaza del sancionado Silva, casi marca en un centro envenenado que ha sacado el portero. La segunda parte era un monólogo en blanco y azul. Gavi ha podido sentenciar en un remate desde el punto de penalti, pero de haber entrado es posible que se hubiera anulado por fuera de juego previo.
En la recta final, con el carrusel de cambios, a la Real le ha faltado claridad para poner en aprietos a los de Xavi Hernández. Jarro de agua fría porque había mucha ilusión en romper la racha negativa contra los culés. Otro año tendrá que ser, siguiente estación Vallecas.
Homenaje a Zurutuza
En los prolegómenos del encuentro, el presidente de la Real, Jokin Aperribay, ha entregado la insignia de oro y brillantes a David Zurutuza por su trayectoria con la camiseta blanquiazul, que vistió en más de 300 partidos.
El centrocampista pelirrojo, nervioso y emocionado, ha cogido el micrófono mientras la grada coreaba el clásico «Zuru, Zuru» –había 35.128 personas en el estadio– para recordar que entró en Zubieta con solo 13 años y que en el club blanquiazul le permitieron «ser yo mismo en todo momento, he disfrutado de este deporte tan apasionante sin olvidar que es solo un juego».
«He vivido muchas cosas con esta camiseta, también momentos duros, pero con vuestro aplauso y vuestro calor… siempre me he sentido muy querido, ahora soy como vosotros, un aficionado más, os entiendo, se sufre, pero hay que disfrutar, sobre todo con este equipo», ha subrayado.
Antes de despedirse ha querido mostrar su agradecimiento a «a mi mujer y a mis hijos, que han sabido relativizar los momentos difíciles del fútbol, a mi aita que me ha apoyado y me ha seguido a todos lados, a mi madre que ha sido la forofa número uno de Zuru, a mis amigos, a vosotros, al presidente y a todos los trabajadores del club».