Atrapados en una ascensor, dos seres solitarios en busca de la felicidad y el futuro descubren otras maneras de entender el amor, de afrontar la libertad frente a la sexualidad de cada cual. Estos dos seres son una mujer bisexual cercana a los cuarenta, que está en una crisis existencial por el deseo de una maternidad que quiere sea compartida. La otra parte es un periodista homosexual, con una gran retranca, que hace de su discapacidad una manera de entender la vida, las relaciones y fundamenta su discurso en la diversidad, en esa falta de oxígeno al nacer que le produjo la parálisis cerebral, que le tiene atado a una silla de ruedas, como motor de toda su visión del mundo.

Si la descripción de los personajes y la situación se puede descifrar de manera directa, cuesta algo más encontrar una coherencia en los movimientos escénicos, aunque se juegue de manera inteligente con términos de performance, happening, que introduce los conceptos metateatrales como guía para encontrar un manual de comportamiento que convierte los cortes en la narración, los cambios de tiempo y espacio, como parte esencial de la propuesta, tanto que es la estructura la que le va dotando de una coherencia que le dota de carácter.

Hay que matizar la parte estrictamente formal, la silla de ruedas de uno de los actores-personaje lleva a una jugada inclusiva de gran importancia crear dos filas de espectadores sentados en sillas de ruedas, lo que condiciona de manera expresa toda la recepción de esa parte del público. La puesta en escena parece recurrir a unos movimientos algo forzados para huir del estatismo. Los dos actores tienen una credibilidad por encima de toda cuestión. El sentido del humor que rezuma todo, es un arma de una capacidad de penetración absoluta.

Con un texto muy bien estructurado, se nos cuenta una bella y emocionante historia de amor, rompiendo todos los prejuicios sobre el sexo, la vida, el deseo, las maneras múltiples de entender las relaciones sexuales, las muchas maneras de entender en nuestros tiempos la familia, por lo que convierte la parte artística en un mensaje de gran valor social, en una proclama contra toda discriminación, contra todos los prejuicios.