Iker Bizkarguenaga
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

El Sipri prevé un rearme nuclear en un escenario de gran tensión militar

La reducción de arsenales nucleares que sucedió al final de la Guerra Fría tiene trazas de haber acabado y es probable que las potencias atómicas aumenten su stock de ojivas. Así lo advierte el Sipri, que también alertó de que el riesgo de que esas armas sean utilizadas es el más elevado en décadas.

Lanzamiento, desde un submarino, de un misil de crucero paquistaní con capacidad nuclear.
Lanzamiento, desde un submarino, de un misil de crucero paquistaní con capacidad nuclear. (IRSP-AFP)

«El riesgo de que se utilicen armas nucleares parece más alto ahora que en cualquier otro momento desde el punto álgido de la Guerra Fría». Estas inquietantes palabras no responden a la búsqueda de un titular aparente, y seguro que su autor, Dan Smith, director del Sipri (Stockholm International Peace Research Institute), hubiera preferido no pronunciarlas, pero eso es lo que se desprende del análisis realizado por el citado organismo sobre la situación actual en materia de armamento, desarme y seguridad internacional.

El instituto sueco explica que los nueve países con capacidad nuclear –Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, el Estado francés, China, India, Pakistán, Israel y la República Popular Democrática de Corea– continúan modernizando sus arsenales, y añade que a pesar de que en 2021 hubo un leve descenso del número total de ojivas, «se prevé que los arsenales nucleares crecerán». 

Más de doce mil

Según el informe del Sipri, a comienzos de 2022 el inventario total de ojivas estimadas era de 12.705, de las que unas 9.440 estaban en reservas militares para su uso potencial. De esa cifra, 3.732 estaban desplegadas en misiles y aviones, y en torno a 2.000, casi todas de Rusia y Estados Unidos, se mantuvieron en «estado de alerta operativa alta».

El año pasado continuó descendiendo el inventario total de ojivas de Rusia y EEUU, pero eso fue, explica el instituto, debido al desmantelamiento de cabezas nucleares que se habían retirado del servicio militar años atrás. En realidad, el número de ojivas en las reservas militares utilizables de ambos países se mantuvo relativamente estable en 2021.

Las fuerzas nucleares estratégicas desplegadas de las dos potencias estuvieron dentro de los límites establecidos por un tratado bilateral de reducción de las armas nucleares de 2010 (Nuevo Start). Sin embargo, hay que tener en cuenta que el Nuevo Start no limita los inventarios totales de ojivas nucleares no estratégicas.

«Hay indicios claros de que las reducciones de los arsenales nucleares que se han venido produciendo desde el final de la Guerra Fría están llegando a su fin», declaró Hans M. Kristensen, miembro asociado sénior del Programa de Armas de Destrucción Masiva del Sipri y director del Proyecto de Información Nuclear de la Federación de Científicos Americanos (FAS), en la presentación del anuario, el pasado día 13.

En la comparecencia, Wilfred Wan, director del Programa de Armas de Destrucción Masiva del Sipri, alertó de que «todos los países con armas nucleares están aumentando o mejorando sus arsenales, y la mayoría está exacerbando la retórica nuclear y el papel que desempeñan las armas nucleares en sus estrategias militares», lo que consideró «una tendencia muy preocupante».

Las dos superpotencias nucleares, Rusia y EEUU, poseen conjuntamente más del 90% de todas las armas atómicas, mientras que los otros siete países del grupo están desarrollando o desplegando nuevos sistemas de armas o han anunciado su intención de hacerlo, según expone el Sipri en su informe.

Explica, por ejemplo, que China «se encuentra en plena expansión de su arsenal de armas nucleares que, según las imágenes de satélite, incluye la construcción de más de 300 nuevos silos de misiles». Estima, además, que en 2021 se asignaron varias cabezas nucleares adicionales a las fuerzas operativas del gigante asiático, tras la entrega de nuevos lanzadores y de un submarino.

Por su parte, el año pasado Gran Bretaña anunció su decisión de aumentar el límite máximo de su stock, revirtiendo de este modo décadas de políticas de desarme gradual.

En concreto, en 2010, el Gobierno británico declaró que su arsenal de armas nucleares no superaría las 225 ojivas –el significado oficial del término «arsenal» parece referirse al inventario total, lo que incluye tanto las ojivas utilizables como las que han sido retiradas y deben ser desmanteladas–, y el instituto sueco estima que el inventario total británico a comienzos de 2022 se mantenía en esa cifra de 225 ojivas. Pero la revisión aprobada el año pasado elevó el techo del futuro arsenal a 260 cabezas.

Es llamativo, asimismo, que mientras criticaba a China y a Rusia por su falta de transparencia, Londres anunció que ya no revelará públicamente la cifra de armas nucleares operativas de que dispone, ni ojivas ni misiles desplegados.

También el año pasado, a principios de curso, el Estado francés lanzó oficialmente un programa para desarrollar un submarino de misiles balísticos de propulsión nuclear de tercera generación (SSBN).

Además, India y Pakistán, vecinos muy bien armados y muy mal avenidos, parecen estar ampliando sus arsenales atómicos, y ambos están desarrollando nuevos tipos de sistemas vectores nucleares.

Israel, que no reconoce oficialmente poseer armas atómicas, aunque todo el mundo da por hecho que sí, también está modernizando su arsenal, y respecto a Corea del Norte, el Sipri dice que «sigue priorizando su programa militar nuclear como elemento central de su estrategia de seguridad nacional». Y aunque no realizó ninguna prueba nuclear ni de misiles balísticos de largo alcance en 2021, el instituto calcula que «ha ensamblado hasta 20 ojivas y posee suficiente material fisible para un total de 45-55 cabezas nucleares».

Diplomacia nuclear

Señala el Sipri que el año pasado «se alcanzaron varios hitos en la diplomacia nuclear», entre los que menciona la entrada en vigor del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) en enero, tras haber recibido la ratificación necesaria de 50 países; la prórroga por cinco años del Nuevo Start, el último acuerdo bilateral de control de armas que queda entre las dos principales potencias nucleares; y el inicio de las conversaciones para que EEUU se reincorpore al acuerdo nuclear con Irán –el Plan de Acción Integral Conjunto (Jcpoa)– y para que este país vuelva a cumplirlo.

Además, los miembros permanentes (P5) del Consejo de Seguridad de la ONU con armamento nuclear –China, el Estado francés, Rusia, Gran Bretaña y EEUU– trabajaron en una declaración conjunta que emitieron el 3 de enero de 2022, en la que decían que «la guerra nuclear no puede ganarse y nunca debe librarse», y reafirmaron su compromiso de cumplir con los acuerdos de no proliferación, desarme y control de armas, así como con las obligaciones adquiridas en virtud del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1968, y con el objetivo de perseguir un mundo sin armas nucleares.

António Guterres, secretario general de la ONU, interviene en la conferencia del TPNW. (Alex HALADA/AFP)

Sin embargo, tal como se indica en el anuario, «todos los miembros del P5 siguen ampliando o modernizando sus arsenales nucleares y parecen estar elevando la importancia de las armas nucleares en sus estrategias militares».

Apunta, asimismo, que «Rusia incluso ha amenazado abiertamente con el posible uso de armas nucleares en el contexto de la guerra de Ucrania», y lamenta que «las conversaciones bilaterales entre Rusia y EEUU sobre la estabilidad estratégica se han estancado a causa de la guerra, y ninguno de los otros Estados con armas nucleares está llevando a cabo negociaciones sobre el control de armas».

Además, los miembros del P5 han manifestado su oposición al TPAN, y las negociaciones del Jcpoa aún no han alcanzado ninguna resolución.

Es en este contexto en el que el director de Sipri dijo que, si bien «el año pasado se produjeron algunos avances significativos tanto en el control de las armas nucleares como en el desarme nuclear», el riesgo que se aprecia de que se vayan a usar armas atómicas es el más elevado en décadas.

Apremiantes retos

A modo de conclusión, pese a los oscuros nubarrones que se ciernen en el horizonte y con la tensión disparada en el tablero geopolítico mundial, los responsables del Sipri señalan que su análisis muestra «una evolución tanto negativa como esperanzadora en 2021».

«Las relaciones entre las grandes potencias se han deteriorado aún más en un momento en el que la humanidad y el planeta se enfrentan a una serie de profundos y apremiantes retos comunes, que solo pueden abordarse mediante la cooperación internacional», valoró Stefan Löfven, presidente del Consejo de Administración del instituto.

Pero si la colaboración internacional es condición sine qua non, viendo cómo está el mundo es difícil que la matizada esperanza de 2021 tenga sitio en el anuario de 2022.