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Una Iruñea de los nervios aguarda impaciente el regreso de los sanfermines

Si la proximidad de los sanfermines siempre se vive con gran expectación en Iruñea, en esta ocasión, los nervios están más a flor de piel que nunca, ya que son dos años sin fiestas y las ganas de celebrarlas se han disparado exponencialmente. Ya huele a toro, a ropa blanca, tómbola, barracas...

Solo faltan unos pocos días, casi horas, para que la plaza del Ayuntamiento recupere este aspecto.
Solo faltan unos pocos días, casi horas, para que la plaza del Ayuntamiento recupere este aspecto. (Jagoba Manterola | FOKU)

Los últimos peldaños de la escalera sanfeminera ya estaban evidenciando que ganas hay de sobra en Iruñea de celebrar las fiestas tras dos años de parón forzado por el covid. Pero esa necesidad de sanfermines se ha convertido en acuciante ante la inminente llegada de un Txupinazo que se espera con auténtica ansiedad.

Los próximos sanfermines acaparan la conversación de los iruindarras, que se ven rodeados de señales que advierten de que ya falta muy poco. A finales de mayo, la apertura de la tómbola puso en evidencia que sí, que esta vez sí que vuelven las fiestas.

Y con los últimos días de junio y primeros de julio, las calles de la ciudad se han convertido en un scalextric en el que esquivar los camiones de reparto, que descargan incansables todo tipo de bebidas espirituosas antes de que se desate la tormenta.

Los escaparates también se están tiñendo de rojo y blanco, con pequeñas bajeras habitualmente cerradas convertidas en improvisados comercios en los que se hacinan sudaderas y camisetas con imágenes y eslóganes sanfermineros de dudoso gusto, junto a pañuelos y fajas.

En el parque de la Runa, las enormes estructuras de algunas barracas se van levantando a escasos metros de los corrales del Gas, donde los astados de las ganaderías van ocupando los particulares boxes desde los que iniciarán la carrera que primero les llevará a los remozados corralillos de Santo Domingo y al día siguiente hasta la plaza.

En realidad, el paisaje no es tan distinto de otras ocasiones, pero en la ciudad se está viviendo el retorno de las fiestas de una manera muy especial. No cesan los comentarios de que va a haber más gente que en la guerra, porque este año serán muchos menos los iruindarras que hagan las maletas y emprendan las de Villadiego con la llegada de los sanfermines.

Es muy posible que así sea, aunque tampoco sería de extrañar que una vez pasados los primeros días y el fin de semana, la recta final de las fiestas sea como la de otros años, es decir, para incondicionales de los sanfermines.

Otra incógnita es cuánta gente se acercará a Iruñea, hasta qué punto se considera superada la pandemia en el escenario internacional y las ganas de sanfermines se imponen al miedo al covid. Si sirve de muestra, en los días previos están siendo habituales los nutridos grupos de visitantes.

Las ocurrencias de Maya

Así que es muy posible que estos sanfermines tan especiales resulten ser como los de siempre. Y en algunos aspectos, el alcalde de Navarra Suma, Enrique Maya, está haciendo todo lo posible para que regrese la impronta más rancia y excluyente de la derecha.

Si el Ayuntamiento del Cambio dirigido por Joseba Asiron introdujo aire fresco en las fiestas abriendo espacios a apuestas alternativas, esa renovación ha sido clausurada a cal y canto por Navarra Suma, que se quedó con las ganas de meter mano al programa de los últimos sanfermines, ya que se hizo con la Alcaldía en junio de 2019.

Pero para estas fiestas sí que está dejando su particular sello. Por ejemplo, Maya desplazó a la Runa a Herri Sanferminak y a los grupos de diversidad cultural, nada menos que a Trinitarios, en lugar de ocupar espacios en Alde Zaharra y Antoniutti, como en tiempos del Cambio.

Ante la actitud cerril del Consistorio, ambos colectivos han renunciado a ese «regalo envenenado» de Maya, aunque Herri Sanferminak ha anunciado que su programa de actos se celebrará en el centro de Iruñea.

Mientras a unos les ningunea, a otros les ofrece el corazón mismo de la ciudad. En una de sus habituales ocurrencias, Maya ha permitido la instalación de diez barras en la plaza del Castillo después de haber suprimido las que llevaban décadas en la bajada del Labrit.

Así que en el espacio que está considerado como la sala de estar de Iruñea, estarán los bares de siempre en los porches y unas barras delante de ellos, en doble fila.

Otras ocurrencias no han cuajado. Por ejemplo, cayó en saco roto la posibilidad de alargar tres días las fiestas, según le había planteado «un amigo» del que no se supo nada más. En ese afán por desviar la atención de cuestiones que ponían en tela de juicio su forma de gobernar Iruñea, recurrió a su peculiar «capotico» sanferminero anunciando un macroconcierto que finalmente se frustró porque se pasaba de presupuesto y por el rechazo al carácter taurino de las fiestas. Esta circunstancia ha sido puesta en valor por Iruñea Antitaurina para pedir unas fiestas sin corridas de toros en el año en el que se cumple precisamente el centenario de la actual Plaza de Toros.

Estos son algunos de los mimbres que componen unas fiestas que pueden ser como nunca o como siempre, pero que se aguardan como si no hubiera un mañana.

Entidades y establecimientos colaboradores: Herriko Taberna, Bar Bodegas Leire, Katatxu, Lislore, Kantxa Taberna, Geltoki Taberna, Meson de Navarreria, Pates Etxenike, Basorlegi, Terminal taberna, Zuriza Taberna.