Basura sanferminera, el lado sucio de las fiestas
Los sanfermines limpios, lo que se dice limpios, no son. La ciudad adquiere un perfume propio y de los baños portátiles, mejor ni hablar. Lo de la basura es un dramón. A la marabunta se le ha metido algo en cintura con los vasos reutilizables, pero la ley de residuos no se cumple ni de lejos.
A ciertas horas uno avanza por la calle como pisando huevos. Cras, cras, cras. Suenan toneladas de vasos de plástico de un solo uso que alfombran el adoquinado de Alde Zaharra entre barredora y barredora. Y no es nada lo que pesan para lo que de verdad ocupan dentro de las bolsas y en los vertederos. Esos miles de vasos, al igual que los pises de los portales, no deberían estar ahí. Están prohibidos por ley. Pero lo de los vasos es peor, pues no son biodegradables. Los orines se van poco a poco con lejía.
Los únicos vasos de usar y tirar que debieran haberse servido estas fiestas son los de papel, según comenta Carmen Laínez, directora del área de residuos de la Mancomunidad de Iruñerria. Pero justamente de esos se han visto contaditos. La mayoría, en manos de alguien ha comido una hamburguesa en una multinacional de la comida rápida. O los chiquitines del café para llevar.
Mal empezamos cuando es el alcalde el primero que se salta la ley con sus seudotxosnas de la Plaza del Castillo, en las que aseguró que se serviría el alcohol en vasos reutilizables, cuando no tienen agua para lavarlos. La mentira no llegó ni al txupinazo.
Con todo, el uso de vasos reutilizables ha seguido avanzando. Ese medio millón de vasos que sacó el Ayuntamiento y que parecía que no iban a alcanzar para la segunda ronda del txupinazo están dando mucho juego.
Resulta tan bestial la cantidad de basura que se genera durante los sanfermines que nos hemos acostumbrado a medir la cantidad de meneo en función de las toneladas de deshechos.
Mirando la basura sabemos que los sanfermines de 2019 (los últimos) fueron mucho más potentes que los anteriores. En concreto, mil toneladas de basura más potentes, un 10% del total. Y eso que en aquellas fiestas, por impulso municipal, los bares ya empezaron a meter los vasos reutilizables, sin que la ley española lo hubiera exigido todavía.
El peso del vaso de un solo uso en el conjunto de todo lo que se tira en sanfermines resulta comparativamente pequeño. Si se va a números totales, la cantidad de material que se recicla puede resultar asombrosa. Casi dos de cada tres kilos se reciclan.
Se recicla el 67,5%
«Estamos en niveles muy buenos, del 53% si incluimos lo que se recoge del suelo. De lo que está en contenedores el 67,5% lo conseguimos reciclar», afirma Laínez. Pero la cosa tienen un poco de truco.
«Casi la mitad de lo que recogemos es vidrio. Con este material la cultura es distinta y la población es mucho más consciente de que debe tirar el vidrio en el contenedor adecuado», confiesa. Volviendo a los últimos datos disponibles, de las 1.188 toneladas recogidas, 526 fueron de vidrio. Todo eso se bebe. Y eso que la cerveza viene en barril.
El problema de que muchos bares se hayan saltado la normativa para seguir sirviendo con los vasos de siempre está, según esta experta, en su cortísma vida útil. «La idea a entender es que productos tan efímeros como un vaso que tiene una vida de minutos hay que eliminarlos», explica la responsable.
En este sentido, los vasos de plástico y de papel de un uso tienen la misma vida útil. Además, ambos son reciclables. Los lectores ópticos que se usan en la mancomunidad son capaces de distinguir el material y procesarlos adecuadamente. Pero, para ello, la condición es que el vaso de un solo uso acabe en el contenedor amarillo. Y lo normal es que un vaso de un solo uso así acabe haciendo ¡cras! cuando alguien le pisa encima.
Y es ahí, en el mugriento suelo sanferminero, cuando el vaso de papel se muestra mejor que el de plástico. Pues si ambos acaban en la fracción resto y no se reciclan, uno acabará descomponiendo y el otro eones después.
En 2019, acabaron en el suelo 292.280 kilos de basura durante los sanfermines. Esto implica que la cuarta parte de toda la basura acaba en el suelo (y hay que tener en cuenta lo antes comentado sobre el vidrio y su peso, en comparación con el plástico).
Txupinazo, cerca de 200 toneladas
Otro dato que ayuda a hacerse a la idea de la cantidad de basura que se esparce en fiestas es que, en Alde Zaharra, la recogida no llega a las 10 toneladas por día. En el txupinazo de 2019 se recogieron 180 toneladas, y no es descartable que este año se rocen las 200.
Recoger toda esa mugre del suelo es una tarea titánica, que conlleva también cierto riesgo, sobre todo para la fauna nocturna. Algunos de los servicios, como el de las cuatro de la mañana en Estafeta para ir preparando el encierro, llevan años con los barrenderos protegidos por municipales. No por la violencia, sino para cortar un poco el pitorreo con los de la escoba y para controlar que la máquina barredora no se coma a nadie (hace décadas que no pasa, pero pasó).
Algunos de esos abnegados barrenderos han contado a NAIZ que también San Nicolás y, particularmente Caldera, son un sindiós. En Jarauta la gente parece que se porta mejor. Eso sí, le han pillado el truco de poner a gente que hable euskara y si lleva un pañuelico, mejor.