«Youssef, mi amigo, ¿muerto? ¿Cómo es posible algo así?»
Tres días de bombardeos han dejado 44 muertos, entre ellos 15 menores, y 360 heridos en la Franja de Gaza, según el Ministerio de Salud. Desde la Franja, Maram Faraj, miembro de We Are Not Numbers, relata a NAIZ cómo ha vivido esta última agresión y la muerte de su íntimo amigo Youssef Qaddoum.
Graduada en Literatura Inglesa y Educación por la Universidad Al Azhar de Gaza, Maram Faraj es una apasionada de la escritura, la literatura y la historia de Europa. Su lema, «trabaja hasta que no sea necesario que te presentes porque tus actos hablan por ti misma». Forma parte del proyecto digital We Are Not Numbers, que recopila las voces, vivencias, reflexiones de jóvenes gazatíes como ella.
En mayo de 2021, en plena agresión militar israelí contra la Franja de Gaza, NAIZ recogió el testimonio de varios jóvenes gazatíes, entre ellos el de Faraj, sobre cómo estaban enfrentando la escalada bélica.
En aquella ocasión, Faraj aseguraba que nunca había vivido ataques aéreos de tanta intensidad, ni siquiera en ofensivas anteriores. Se lamentaba de que «es víctima» en su propio país, «una rehén en mi propia tierra, no puedo vivir normalmente como cualquier otra persona en otro lugar del mundo».
Un año después ha querido compartir con este medio el dolor por la muerte de su íntimo amigo Youssef Qaddoum, de 24 años, un reconocido karateka, poseedor de varias medallas de oro en esta disciplina y miembro del club deportivo Al-Zaytoun, en el barrio de Al-Shuja’iyya. Falleció el pasado día 5 en un bombardeo cuando se encontraba en las inmediaciones de la mezquita Abu Samra. En el mismo ataque aéreo falleció su prima , Alaa Abdullah Riyad Qaddoum, de tan solo cinco años.
Según datos del Ministerio de Salud palestino, 44 personas, entre ellas 15 menores de edad, han fallecido entres días de bombardeos.
Con estas palabras recuerda Faraj a su amigo y cómo ha vivido estos últimos bombardeos:
«Estaba durmiendo cuando un fuerte bombardeo me despertó. Al principio pensé que estaba soñando porque las pesadillas no han cesado desde la agresión de mayo de 2021. Corrí hacia mi madre para preguntarle qué estaba sucediendo, si el estruendo que me había despertado era real o no. ‘Nos están bombardeando de nuevo’, me respondió.
Por un momento, me quedé en blanco, como si jamás hubiera existido. Después empecé a entrar en pánico, me percaté de que el primer lugar que Israel había atacado era justamente donde yo solía trabajar. Fui rápidamente a por mi móvil para comprobar que mis estudiantes y sus familias estaban bien. Suspiré aliviada cuando tuve la certeza de que estaban bien y seguros.
Verifiqué si sus nombres estaban entre los fallecidos o heridos. Llegué al nombre de la pequeña Alaa Qaddoum. Era un ángel de cinco años, su cuerpo quedó rasgado por múltiples heridas. Lamenté su fallecimiento, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos. ¿Qué había hecho para estar muerta, para que le arrebataran la vida? Mi mente empezó a hacerse preguntas una tras otra, en una espiral sin fin. Intenté distraerme leyendo el Corán y rezando. Hasta las piernas me flaqueaban. Decidí ir con el resto de la familia.
Mi padre estaba viendo las últimas noticias. En ese momento estaban informando de las identidades de las víctimas. De repente dijeron el nombre de Youssef Qaddoum, 24 años’ Le pedí a mi padre de mala gana que echara para atrás para volver a escuchar los nombres, el de Youssef se me hacía muy familiar. ¡Oh no, era mi compañero de clase! Durante siete años compartimos escritorio. Youssef, mi amigo, ¿muerto? ‘No puede ser verdad, ¿Cómo es posible algo así’, pensé.
A mi mente vinieron ráfagas de recuerdos que me dejaron paralizada, traumatizada y con una gran sensación de desprotección. Un sentimiento de culpa fue creciendo en mi interior. Sentía el corazón roto. Youssef era un joven apasionado, a su padre, Suleiman Qaddoum, lo mataron las fuerzas de ocupación israelíes en 2002 mientras defendía su casa en lo que ahora es la colonia ilegal de Netzarim. Solo tenía cuatro años. Se prometió a sí mismo que seguiría los pasos de su héroe eterno, su padre.
Youssef era experto en artes marciales, en karate. Ganó múltiples medallas de oro representando a Palestina. Ejercía de karateka y coach al mismo tiempo.
La vida le tenía reservado otro duro golpe. En 2019, durante otra agresión israelí, mataron a su tío. Este hecho dejó destrozado a Youssef nuevamente. Decidió mudarse, empezar de nuevo en otro lugar pero sin olvidar a su amada Palestina. Quería estudiar diseño gráfico, otra sus pasiones, pero la muerte le ha llegado antes de cumplir su sueño.
Youssef tenía un gran corazón. Era soñador, inteligente y siempre dispuesto a ayudar a los demás. Siempre estaba ahí para ayudar a quien lo necesitara. Era muy divertido, sarcástico, le encantaba hacer bromas. Si estuviera vivo, lograría estudiar diseño gráfico.
Te echaré de menos, amigo. Me siento devastada. Tengo miedo a morir. Mis oraciones por ti son más sonoras que las bombas».