Alessandro Ruta

Vittorio Gassman, cien años de una estrella absoluta

Probablemente fue el actor más grande en la historia del cine italiano: un hombre atormentado, capaz de interpretar los papeles más contrapuestos. Reconocido internacionalmente, fue galardonado en Zinemaldia en 1971 y 1988, este último con el premio Donostia. Se cumplen cien años de su nacimiento.

Gassman entre Fanny Ardant y Stefania Sandrelli a su llegada al Festival de Cannes en 1987.
Gassman entre Fanny Ardant y Stefania Sandrelli a su llegada al Festival de Cannes en 1987. (Ralph GATTI | AFP)

Existió una generación de extraordinarios actores italianos, cada uno con un rol definido: Marcello Mastroianni era el guapo; Alberto Sordi, el cínico; Ugo Tognazzi, el burgués que siempre andaba ‘trapicheando’; Nino Manfredi, el listo y Gian Maria Volontè, el comprometido políticamente.

Luego estaba Vittorio Gassman, simplemente el más grande de todos. Gassman era Gassman, no hacía falta añadir más. Un actor que encajaba en cualquier película, en cualquier papel. Un poco al modo de Laurence Olivier, también a lo Marlon Brando, con su peculiar toque italiano; es decir, la capacidad de hacer reir, empezando por el título de su primera autobiografia: ‘Un grande avvenire dietro le spalle’ (‘Un gran porvenir por detrás’).

En una palabra, era diferente. Alto (casi 1,90), con una presencia física y una personalidad muy impactantes, Gassman está presente en casi todos los filmes más importantes de la historia del cine italiano, tanto dramas como comedias, adaptándose a cada estilo. Y su voz, aquella voz firme, como la de un trueno. Una voz única.
Nació hace cien años, el 1 de setiembre de 1922 en Génova.

Pero su ciudad siempre fue Roma, su centro vital. En su biografía, tres mujeres, dos hijos (uno, Alessandro, fuera del matrimonio) y dos hijas, un centenar de roles interpretados y decenas de premios. Resulta casi imposible resumir una carrera tan brillante, pero lo intentaremos a través de cinco títulos imprescindibles para entender lo que ha sido Vittorio Gassman.

‘Riso amaro’ (1949)

No es habitual encontrar a Gassman interpretando a un malvado. Pero este es el caso, y además en uno de sus primeros papeles como actor de cine. De hecho, procedía del teatro, concretamente de la compañía de Luchino Visconti. Auténtico manifesto del neorrealismo italiano, ‘Riso amaro’ (‘Arroz amargo’) es sobre todo el primer éxito de Silvana Mangano, la sofisticada diva que se convertiría en la mujer del productor Dino De Laurentiis y en la musa de directores como Pier Paolo Pasolini.

La imagen de esa joven entre las mondine, las recolectoras de arroz en los campos de la provincia del Piemonte, es una de las más célebres del cine italiano. A su lado, como coprotagonista en esta historia que mezcla drama con toques policiacos, se luce un Gassman interpretando un ladrón que se infiltra con su amante entre ese grupo de trabajadoras del arroz.

El final es tan amargo como el título del film. ‘Riso amaro’ es el pistoletazo de salida del ‘Il Mattatore’, como se le conocería, de la gran estrella de la pantalla grande. La escena en la que el actor –sombrero elegante y sonrisa de pillo– baila el boogie-woogie con Silvana Mangano es absolutamente icónica. Estos dos gigantes del cine italiano cruzaron sus caminos diez años después en otra obra maestra: ‘La grande guerra’, de Mario Monicelli. Hollywood, con ‘Riso amaro’, se fijó en Gassman: de allí en adelante le ofrecerían papeles de ‘malo guapo’ en producciones norteamericanas que no tendrían el mismo éxito que sus trabajos en Italia.  

‘I soliti ignoti’ (1958)

Cuando se habla en la historia del cine de la ‘commedia all'italiana’ este es probablemente el punto de partida: una película casi perfecta a la que le saldrían muchos imitadores y que otorgó al director Mario Monicelli la Concha de Plata en Zinemaldia, ex aequo junto a Alfred Hitchcock. Inspirada parcialmente en un cuento de Italo Calvino, relata la historia de un grupo de ingenuos que intentan asaltar la caja fuerte de una casa de empeños sin tener la mínima preparación.

Gassman es Peppe ‘el pantera’, un boxeador fallido y tartamudo que, sin embargo, es quien logra llevar adelante el plan para el atraco: entrar desde el piso que se encuentra justo al lado de la casa de empeños, donde, desafortunadamente, viven dos ancianas hermanas con su joven sirvienta, Nicoletta.

Bien es verdad que Peppe está más interesado en la muchacha que en los preparativos del atraco, cuyo final no podrá ser más desastroso: la banda acaba comiendo pasta con garbanzos en la cocina y se da cuenta de que no tiene lo que hay que tener para ser ladrones profesionales. El personaje del fanfarrón bueno es muy de Gassman. Alto, majo y un poco tonto, el papel de boxeador se convertirá en uno de los episodios más divertidos de ‘I mostri’, de 1963, junto a su gran amigo Ugo Tognazzi. De todas formas, ‘I soliti ignoti’ (‘Rufufú’, en el Estado español) es una película coral con, entre otros, Marcello Mastroianni y Claudia Cardinale, aunque destaca este pobre Peppe, ingenuo y soñador.  

‘Il sorpasso’  (1962)

Más que una película, es un símbolo. Aquí Gassman se convierte en el protagonista absoluto de una historia que retrata a la Italia del llamado ‘milagro económico’; es decir, la Italia de finales de los 50 y principios de los 60: bienestar general, felicidad juvenil, mucha música, el mito de la velocidad con los nuevos coches, todo impulsado por las enormes inversiones posbélicas.

Gassman es Bruno, un cuarentón que viaja en su descapotable por la costa de Toscana sin que le importen las señales de tráfico ni los límites de velocidad. Si encuentra a alguno más lento, toca la bocina sin piedad y lo adelanta (‘sorpasso’ significa adelantamiento). Con él viaja un tímido Roberto, interpretado por el francés Jean-Louis Trintignant.

Es una pareja que se ha formado por casualidad, porque Bruno necesitaba un compañero, pero el contraste entre estos representantes de dos generaciones tan distintas es profundo y contradictorio. De hecho, Roberto es más responsable y más tranquilo, pero le gustaría tener el descaro de Bruno. Aquí también, final muy amargo. Sin embargo, la palabra ‘sorpasso’, la imagen de esta Italia repleta de playas, música y joventud, se ha convertido en un mito. Probablemente, esta de Dino Risi es la película cumbre de Gassman, su mayor triunfo taquillero.

‘L'armata Brancaleone’ (1966)

En 1971, Vittorio Gassman gana en Zinemaldia la Concha de Plata a Mejor Actor con ‘Brancaleone alle crociate’. El segundo premio que recibiría en Donostia sería un homenaje a su carrera, en 1988, con el Premio Donostia. Este personaje, una especie de Don Quijote ‘a la italiana’ que encabeza un mini ejército desastroso en el Medievo, había ya tenido su prólogo cinco años antes en ‘L'armata Brancaleone’ que, en el vocabulario italiano, significa ‘grupo desorganizado’ y se inspira en aquella divertidísima película de Mario Monicelli donde Gassman es Brancaleone da Norcia, un hidalgo que busca compañeros para sus empresas y que, al final, encuentra solo gente desastrosa.

Durante su carrera, el gran Vittorio interpretó personajes de diferentes orígenes cambiando el tono de su voz: por ejemplo, es un milanés en ‘La grande guerra’, a pesar de que vivió casi toda su vida en Roma. Con Brancaleone, Gassman llega a un nivel aún más alto, porque habla un idioma que no existe pero que, al mismo tiempo, parece real: una parodia del italiano medieval. ‘L'homo allo mio servizio non teme né piova né sole né foco né vento’ (‘El que está a mi servicio no teme ni a la lluvia ni al sol, ni al fuego ni al viento’).

Brancaleone anima de esta forma a su armada, con una frase que mezcla el italiano con latinismos, que no es correcta gramaticalmente pero que hace reír tanto como la banda sonora de la película, igualmente inolvidable. Las aventuras seguirán en ‘Brancaleone alle crociate’.

‘Profumo di donna’  (1974)

Pasado el umbral de los 50 años, el tipo de personajes interpretados por Gassman cambió radicalmente. Eran más melancólicos, más decadentes: el guapo malote o de buen corazón de la primera mitad de su carrera desapareció. El de Fausto, un ex soldado ciego en busca de una especie de redención, como el suicidio, para terminar con su sufrimiento, no es un papel fácil. Pero encuentra el cariño en una mujer con la que se topa en un viaje que realiza junto a otro joven soldado, su ayudante y cuidador.

‘Profumo di donna’ (‘Perfume de mujer’) es casi una réplica de ‘Il sorpasso’ (el director es el mismo, Dino Risi), con un hombre más mayor que intenta enseñar las maneras de vivir a uno más joven. Pero el protagonista no es tan descarado como Bruno: han pasado doce años, el mundo ha cambiado.

Gassman, con este personaje, obtuvo su primer y único premio a mejor actor en el Festival de Cannes. En 1992 harían en Estados Unidos un remake (‘Scent of a woman’), con Al Pacino como protagonista, quien ganó el Oscar al mejor actor. De todas formas, el papel de Fausto, lleno de vida, pero melancólico, anticipa el final de la carrera de Gassman, quien en sus últimos años de vida sufriría una depresión muy profunda, debida, probablemente, a la falta de interés que demostró por él el mundo del cine.

Para alguien así, el más grande durante medio siglo, fue humillante. Era ‘Il Mattatore’, la estrella absoluta: una estrella que se apagaría en el verano de 2000.