Desde un macizo promontorio a 863 metros de altitud, el castillo de Araia emerge como un vigilante de piedra de la Lautada oriental de Araba, donde su historia está siendo recuperada y difundida gracias al trabajo conjunto de Uharka Taldea, el Ayuntamiento de Asparrena y la UPV/EHU.
Teniendo en cuenta las fuentes escritas, su nombre oficial sería castillo de Araia, como figura en el documento de 1372 en el que es citado por primera vez. Pero popularmente es conocido como Marutegi, una denominación que podría deberse a que en ese lugar hubo una construcción árabe y que también corresponde a «un caserío cercano», según señala Asier Valverde, miembro de Uharka Taldea.
Esos restos siempre habían despertado interés entre la población de la zona y hace cinco años, el citado grupo empezó «a mover el tema porque había una gran incógnita sobre esas piedras, sobre qué eran». Y empezó un trabajo de investigación que les llevó a contactar con «historiadores, arqueólogos, Nabarralde... y que poco a poco ha ido cogiendo interés», explica Valverde.
Tras contactar con Iñaki Sagredo, experto en los castillos navarros, este realizó un estudio en 2019, en el que se «hicieron pruebas para datar a través del carbono 14 de cuándo es el castillo». Existía la tesis de que había sido levantado en tiempos del rey García Íñiguez de Iruñea, en el siglo IX. Sin embargo, las citadas pruebas llevaron su construcción hacia el año 1053.
Pero incluso esta fecha debe ponerse en ‘cuarentena’, ya que nuevas dataciones de carbono 14 han retrasado esa construcción a los siglos XII y XIII. Ese es uno de los resultados de las campañas que se pusieron en marcha tras ese primer estudio de Sagredo y que están siendo impulsadas por el Ayuntamiento de Asparrena, en colaboración con el Grupo de Investigación de Patrimonio Construido de la UPV-EHU.
La segunda de esas campañas ha tenido lugar este verano y se ha centrado en la torre mayor de la fortaleza, situada en lo alto de un monolito rocoso de unos 50 metros. Su ubicación ha obligado a instalar «cuerdas de seguridad para subir a trabajar» y se ha instalado una plataforma «con una tirolina de unos 70 metros de descenso para poder bajar saco a saco todo lo que se estaba excavando en la búsqueda del aljibe y de la base del castillo, sus primeros cimientos», explica Valverde. El trabajo ha sido «especialmente arduo, porque entre los arqueólogos y los que hemos ido de apoyo hemos sacado 35 toneladas de tierra saco a saco».
Con estos trabajos se ha profundizado en los realizados en la primera de las campañas y que ha permitido localizar diferentes huesos de oveja y cabra, además de cerámica, que, junto a la argamasa, han sido empleados en la datación del conjunto.
Aunque el resto más sobresaliente del castillo de Araia es la torre, «que fue una sorpresa ver que tenía entre 18 y 20 metros», la fortaleza contaba con más estructuras. Así, la torre estaba rodeada por un recinto amurallado, que, a su vez, estaba protegido por otro inferior en el que se encontrarían ubicados el cuerpo de guardia, las ferrerías, las cuadras y algunas viviendas.
Consolidar esos restos y divulgar su historia es el gran objetivo del proyecto diseñado para el yacimiento. Así, tras estas primeras campañas arqueológicas, a partir del próximo año se buscaría asegurar las estructuras existentes para ponerlas en valor y facilitar las visitas al conjunto, que fue declarado Bien Cultural de Protección Especial, con la categoría de Zona Arqueológica, por el Gobierno de Lakua.
Para facilitar su visita resulta imprescindible que el castillo de Araia sea «más accesible», ya que, sobre todo el tramo final hasta la torre, en estos momentos puede resultar complicado «especialmente a la hora de bajar», señala Valverde. Aunque lo que aguarda al visitante merece la pena, ya que «es un lugar impresionante por sus vistas». Desde su elevada ubicación, además de una buena visión de la parte oriental de la Lautada alavesa, se aprecia la entrada a Nafarroa por Sakana y se controlaba la antigua calzada que llevaba a Gipuzkoa por el túnel de San Adrián. Con esa misión de vigilancia se mantuvo en uso el castillo hasta principios del siglo XVI, cuando se produjo su abandono y destrucción.
Jornada divulgativa este domingo
A la espera de mejorar los accesos, los restos de la fortaleza ya tendrán una particular visita este próximo domingo, día 18 de septiembre, jornada en la que Uharka Taldea organiza el Araiako Gazteluaren eguna. Comenzará a las 10.00 horas en el Prado, desde donde se iniciará la marcha hasta el castillo con música.
A las 11.00 horas está prevista una charla sobre las últimas excavaciones que correrá a cargo del arqueólogo José Luis Solaun, responsable de los trabajos y miembro del Grupo de Investigación de Patrimonio Construido de la UPV/EHU. Además, se mostrarán las costumbres y armas de la época del castillo, y la jornada se completará con un almuerzo y ambientación medieval y musical toda la mañana.
La música correrá a cargo de SSHH No hay prisa y contará con instrumentos del medievo, y el grupo Otsolur realizará una recreación de la época con sus miembros ataviados con ropas y armas.
Todo ello con el objetivo de que «se conozca cómo era la vida entonces, de realizar un trabajo divulgativo, porque aquello que no conoces, no lo quieres y no lo tratas bien», concluye Valverde.