La máquina del tiempo a veces funciona a través de una pantalla. En este caso, una pantalla gigante, la del Velódromo de Anoeta. La noche del viernes muchos y muchas de quienes han acudido al estreno de ‘Black is Beltza II: Ainhoa’, la segunda entrega del proyecto de animación multidisciplinar comandado por Fermin Muguruza han visto retratados unos años cruciales en la historia de Euskal Herria. Y también, muchos, unos años cruciales de su historia personal.
Porque muchos y muchas de los que han estado también estuvieron en este Velódromo hace 21 años, en uno de los dos conciertos celebrados en Donostia con los que Negu Gorriak regresó, en febrero de 2001, a los escenarios para celebrar que, aunque había costado lo suyo, había ganado la libertad de expresión. Y que Galindo, porque fue así, había perdido.
Homenaje a ‘Egin’
El espíritu de aquella campaña llamada ‘Hitz Egin!’ de apoyo popular a los Negu Gorriak ha sobrevolado la proyección y este proyecto. A raíz de la letra de la canción ‘Ustelkeria’, en la que el grupo se hacía eco de una noticia aparecida en prensa en la que se relacionaba al general Enrique Rodríguez Galindo con el contrabando de drogas, arrancó una larga persecución judicial. Aquellos hechos, aquellas vivencias, han estado presentes en el Velódromo, reflejados en la pantalla grande y muy presentes en la memoria de los espectadores.
Y también ha estado en las ganas de celebrar y de protestar de la grada: pitos y abucheos a las empresas patrocinadoras del festival, al anuncio de la Lotería previo a la proyección... y torrente de aplausos al equipo que se ha sumado al proyecto de Fermin Muguruza.
La fiesta ha comenzado bastante antes de la proyección, con música en el exterior, muchos encuentros, abrazos, cervezas –de Boga, que las ha sacado con el nombre del film–, selfies con los móviles y una larguísima, pero muy larga, cola. Rostros de la política vasca, de la cultura, gente de todas las edades... y hasta algunos fans enfervorecidos y muy jóvenes de Itziar Ituño, a la búsqueda de un recuerdo de su ídolo.
La actriz ha acudido vestida, por cierto, con una camiseta con mucha historia y que tiene que ver mucho con la libertad de expresión y esta película: una camiseta de ‘Egin’.
«Me presentan como director, pero en animación, al final, el director es quien coordina el trabajo de un equipo. Es lo que siempre he defendido: la comunidad, cuidarnos unos a otros y que, entre todos, rompamos las cadenas», ha querido explicar Fermin Muguruza desde el escenario. Ha salido bailando y con ganas de marcha, como todos los que estaban en el Velódromo. Gritos y aplausos atronadores.
Junto él, un equipo en el que el cineasta y músico, maestro en esto, ha sabido aglutinar a gente de diferentes sensibilidades, procedencias y disciplinas. La demostración: los casi 160 invitados, relacionados con esta segunda entrega del filme, que han estado en las gradas. Sobre el escenario, una pequeña representación de todos ellos, entre actores que han dado voz a los personajes –Maria Cruickshankek, quien interpreta a Ainhoa, Antonio de la Torre, Ariadna Gil...–; músicos como Mursego; productores, como los argentinos involucrados en el proyecto... gente de Cuba, de Palestina o de Marsella.
Fermin Muguruza ha querido hacer un homenaje también a Jabier Salutregi, el último director de ‘Egin’ y ‘Egin irratia’, una radio en cuya creación el cineasta de Irun fue activo partícipe. Y un medio que aparece mucho en esta segunda entrega de ‘Black is Beltza’, como también su redacción y un personaje secundario importante, el de Jone, una periodista de ‘Egin’ que acompaña a la protagonista en sus viajes.
Salutregi ha saludado al respetable con una frase, recibida entre aplausos: «He conseguido tres cosas en esta vida: dirigir un periódico, el mejor del mundo, conocer las cárceles por dentro y, ahora, ser actor».
‘Black is Beltza II: Ainhoa’ llegará a los cines comerciales día 30. Con guion de Muguruza y Harkaitz Cano, a los que se ha sumado en esta ocasión Isa Campo, en esta segunda parte viajamos 20 años después de lo que ocurría en la primera entrega. Ainhoa, hija de Manex Unanue, es cubana y se encuentra un día con dos hombres que hablan en euskara. Uno de ellos es Martin. Con él aprenderá su idioma paterno.
Martin es Joseba Sarrionandia, el escritor vasco que, junto a Iñaki Pikabea, aquel 26 de mayo de 1985 escapó de la cárcel de Martutene en los bafles del equipo del cantante Imanol. En sucesivos bucles, al ritmo atronador de la música de Negu Gorriak, viajamos hacia adelante, hasta los sanfermines y una Iruñea a la que Ainhoa llega para encontrarse con aquella juventud vasca viva, revolucionaria, bailona, peleona y que saltaba en los conciertos de Negu al grito de ‘Gora Herria!’.
La proyección ha terminado con una gran ovación, un recuerdo de Fermin Muguruza a su hermano Iñigo –el desaparecido músico vasco es una presencia continua en todo este proyecto– y los bertsos de Jon Maia. La cita ahora, en las salas.