Pasadas las 2.20 de esta madrugada finalizaba en la basílica de la Macarena, en Sevilla, la exhumación de los restos mortales del general franquista Gonzalo Queipo de Llano –responsable del fusilamiento de más de 45.000 personas–, su esposa Genoveva Martí y del auditor de guerra Francisco Bohórquez Vecina, después del requerimiento formulado por el Gobierno español a la hermandad a cuenta de las determinaciones de la reciente reforma de la Ley estatal de Memoria Democrática, que prohíbe la presencia de restos de dirigentes del golpe de Estado de 1936 en lugares preeminentes de acceso público.
La operación se ha desarrollado en poco más de cinco horas. Desde el exterior del templo era posible escuchar sin dificultad el golpeteo y repiqueteo de trabajos en su interior.
Ni la Hermandad ni ningún organismo oficial había comunicado que las exhumaciones se iban a llevar a cabo este jueves. De hecho, la basílica permaneció abierta al culto con normalidad y a las nueve de la noche, ya cerrada, fue cuando llegaron los operarios y los familiares de Queipo y de Bohórquez, además del forense y de algún representante gubernativo.
Pasadas las 23.30 salía de la basílica un primer coche fúnebre, una berlina de color oscuro, bajo la cobertura de numerosos reporteros gráficos y periodistas que habían acudido a cubrir el evento, al que han asistido además algunos vecinos y hermanos de la Macarena a título individual.
Salida de familiares
Ya a la 1.22 de la madrugada accedía al interior una furgoneta blanca de una empresa de servicios funerarios, y se reanudaba el ruido del repiqueteo dentro de la basílica, situación que se ha prolongado hasta que sobre las 2.04 comenzaban a abandonar a pie el templo los familiares de los militares, mientras los responsables de la hermandad lo hacían a bordo de un coche.
Finalmente, a las 2.20 salía del interior del templo la mencionada furgoneta de servicios funerarios, siendo la misma aplaudida por diversos familiares que seguían esperando a las puertas del recinto. Ante ello, la presidenta de la asociación memorialista Memoria Nuestra, Paqui Maqueda, ha comenzado a gritar «honor y gloria a las víctimas del franquismo. Se acaba la impunidad y se salda una deuda histórica», proclamas que ha repetido insistentemente, hasta desaparecer de la escena los familiares de los militares.
El secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez López, ya había explicado que tras remitir su departamento una carta a la hermandad con el citado requerimiento, mantuvo una conversación telefónica con el hermano mayor de la Macarena, José Antonio Fernández Cabrero, quien según sus palabras mostró su «total sintonía» con la misiva, que requería la exhumación y posterior traslado de los restos de Gonzalo Queipo de Llano y Sierra y del auditor de guerra Francisco Bohórquez Vecina.
El artículo 38.3 de la nueva Ley de Memoria Democrática estipula que «los restos mortales de dirigentes del golpe militar de 1936 no podrán ser ni permanecer inhumados en un lugar preeminente de acceso público, distinto a un cementerio, que pueda favorecer la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la guerra o la dictadura».
«Una ciudad más limpia»
En declaraciones a los periodistas, Paqui Maqueda ha señalado que Sevilla «es una ciudad más limpia de simbología del franquismo» y que la Virgen de la Macarena «paseará por las calles de este barrio, que fue el último bastión antifascista, más digna, porque la Virgen de la Macarena es del pueblo».
«Nos ha costado muchos lloros y gente que se ha quedado por el camino», ha añadido, y ha recordado la fosa común de Pico Reja en el cercano cementerio de Sevilla, de donde se están desenterrando los restos de cientos de respresaliados.