El soborno como «modus operandi»
El pasado jueves se dió a conocer la lista Forbes, de la que forma parte el donostiarra Daniel Maté como sexta fortuna del Estado español. Residente en Suiza, su fortuna se centra en las acciones que posee de Glencore. Esta corporación acaba de ser condenada por siete delitos de soborno.
Este pasado jueves, coincidiendo con la publicación de la lista de Forbes, un juez de Londres impuso una multa de 276 millones de libras (alrededor de 308 millones de dólares) a la empresa Glencore por el pago de sobornos en cinco países africanos. En junio la filial de la multinacional en Gran Bretaña se declaró culpable de siete delitos de soborno. La sentencia acredita que pagó 28 millones de dólares en sobornos en cinco países de África. No es la primera vez que esta multinacional especializada en la compraventa de materias primas resulta condenada. Glencore, con sede en Suiza, ya tuvo que pagar alrededor de 1.100 millones de dólares también por alterar la concurrencia con sobornos en EEUU y Brasil.
La Oficina de Fraudes Graves de Gran Bretaña (SFO por sus siglas en inglés) describe pormenorizadamente las andanzas de los ejecutivos y comerciales de Glencore. No solo entregaron personalmente grandes cantidades de efectivo a funcionarios de varios gobiernos para conseguir contratos, sino que también buscaron sacar provecho de la agitación política e incluso infiltraron a la empresa en acuerdos entre gobiernos que se habían negociado a tasas preferenciales.
Sudán del Sur
El Gobierno de Sudán del Sur conoció Glencore nada más alcanzar la independencia. Este país del este de África se independizó el 9 de julio de 2011. Doce días más tarde, el 21 de julio, un ejecutivo de Glencore, identificado por la SFO solo como «GE7» y como miembro del Comité de Ética Comercial de la oficina de Londres, llegó en avión «para persuadir el presidente de Sudán del Sur y otros ministros del Gobierno» para que otorgara a la empresa conjunta formada con la participación de Glencore en el país un contrato de venta de su petróleo.
Unos días más tarde, otro empleado no identificado también solicitó el retiro de 800.000 dólares en efectivo de la caja de Glencore International AG en Suiza antes de volar en un avión privado con un colega a Juba, capital de Sudán del Sur. Dijeron que el efectivo era para «abrir una oficina en Sudán del Sur, para infraestructura de oficinas, salarios, automóviles, etc.». En la práctica, el agente local de Glencore usó gran parte de esa cantidad para pagar sobornos, según relata el informe de la SFO.
Unos meses más tarde, el asistente del presidente de Sudán del Sur visitó a los ejecutivos de Glencore en Zúrich y Londres. Un ejecutivo de la multinacional retiró entonces otros 275.000 dólares de la «caja» de la compañía en su sede suiza, y al día siguiente le ofrecieron a la filial de Sudán del Sur de Glencore un acuerdo petrolero.
«Las sumas de efectivo extremadamente considerables que se permitió retirar de las oficinas en Suiza, utilizando descripciones tan falsas como gastos de oficina, demuestran la conducta más flagrante», señaló el jueves el juez Peter Fraser durante la lectura de la sentencia. «Demuestra que una gran cantidad de empleados de Glencore deben haber sido cómplices de este comportamiento», añadió. De hecho la Fiscalía investiga al menos a once exempleados.
Nigeria, Camerún, Malawi...
El informe de SFO describe cómo Glencore pagó millones de dólares a un intermediario en Nigeria que se usaron para sobornar a los funcionarios de la compañía petrolera estatal, utilizando contratos falsos para disfrazar el verdadero propósito de los pagos. El agente nigeriano también transportó dinero en efectivo en un avión privado a Camerún. Allí, un comercial de Glencore lo usó para sobornar a funcionarios de la compañía estatal de petróleo y gas y de la refinería estatal.
En Malawi, Glencore utilizó una estrategia que ya empleó el fundador de la compañía Marc Rich 40 años antes. En la década de 1980, un empleado «emprendedor», que se hizo pasar por Monsieur Ndolo, logró insertar de intermediaria a la compañía en un trato entre el gobierno de Irán y el gobierno de Burundi. Gracias a ello Glencore se benefició del pago sin intereses que Teherán ofreció a su aliado africano más pobre.
La SFO detalla que Glencore hizo algo similar en un acuerdo petrolero entre los gobiernos de Nigeria y Malawi. Los comerciales y ejecutivos de Glencore sobornaron a los funcionarios de la compañía petrolera estatal de Nigeria para aprovechar «el beneficio de ‘crédito gratuito’ inherente al acuerdo de formación de una empresa conjunta».
¿Excepción o «modus operandi»?
La SFO señaló en su informe que Glencore tenía políticas anticorrupción vigentes en el momento de las irregularidades, pero añadió que «fueron ignoradas en gran medida porque la corrupción fue tolerada en un nivel muy alto dentro de la empresa».
En ese sentido, Alexandra Gillies, autora de ‘Crude Intentions’, un libro sobre la corrupción en la industria petrolera, señaló a Bloomberg que «es fundamental que los ejecutivos y empleados involucrados sean legalmente responsables. El soborno era claramente una parte integrada del enfoque de la empresa para maximizar las ganancias en algunos de los países más pobres del mundo».
De la misma opinión es la fiscal del caso, Alexandra Healy, que señaló que «la aprobación y el ofrecimiento de sobornos era una forma aceptable de hacer negocios para la empresa» y que «la corrupción era endémica dentro de la corporación».
Este pequeño recorrido por el soborno que caracteriza las actividades de la multinacional Glencore tal vez ayude a contextualizar cómo un donostiarra, Daniel Maté Badenes, exalumno de Deusto, aparecía, también el jueves, en la revista Forbes convertido en la sexta fortuna del Estado español con un patrimonio de 3.100 millones, gracias a que posee el 3% de la multinacional anglosuiza.
A pesar de su participación, Maté no tiene funciones ejecutivas en la compañía desde 2020. Posiblemente la firma se vió obligada a renovar su cúpula por las continuas acusaciones de soborno. No en vano, el juez Fraser dijo en sus comentarios de sentencia: «Glencore se ha involucrado en una reforma corporativa y hoy parece ser una corporación muy diferente de lo que era en el momento de estos delitos». Tal vez haya cambiado, pero ¿han devuelto lo que han esquilmado? A juzgar por el listado publicado por Forbes, la respuesta es no.