Ramón Sola

Revisión autocrítica, verdad y reconocimiento, bases para una memoria compartida

En el Día de la Memoria, el grupo formado por Gogora con víctimas e historiadores ha revelado sus «bases compartidas» para esta cuestión. Coinciden en plantear un «futuro sin olvido» sobre pilares como la superación de «relatos autojustificativos», la verdad y el reconocimiento de toda víctima.

María Jauregi, junto al resto de integrantes del grupo formado por el Instituto Gogora.
María Jauregi, junto al resto de integrantes del grupo formado por el Instituto Gogora. (Marisol RAMIREZ | FOKU)

En un contexto en que la «batalla del relato» es omnipresente, el Instituto Gogora anunció el pasado mes de febrero la puesta en marcha de un grupo plural, con seis víctimas e historiadores referenciales, para intentar consensuar unas «bases compartidas para la construcción social de la memoria». El resultado se ha hecho público este 10 de noviembre, Día de la Memoria, y es el fruto de los consensos alcanzados por Josu Elexpe, Maria Jauregi (ambos hijos de víctimas de ETA), Axun Lasa (hermana de una víctima del GAL y torturada) y los historiadores Unai Belaustegi, Eider Landaberea y Virginia López de Maturana. Verdad, reconocimiento y autocrítica son algunos de los pilares que plantean. Y dejan además este titular-resumen: «Toda violación de derechos humanos ha sido, es y será injusta; ni los conflictos políticos ni la razón de Estado justifican, en ningún caso, el uso de la violencia».

El primero de los nueve puntos de conclusiones subraya la necesidad de «futuro sin olvido». Los seis miembros del grupo admiten que en otros conflictos se han impuesto fórmulas como el «olvido jurídico» (amnistías, impunidad...) y/o el «olvido público» (sin autocrítica, desmemoria...), pero consideran que «la sociedad vasca no muestra deseos de ‘borrón y cuenta nueva’», sino que quiere mirar al pasado desde parámetros «constructivos e inclusivos».

Este punto puede hilarse con el que defiende el poder de transmisión de «experiencias educativas como Adi-Adian» o «productos culturales de ficción». Sobresale también aquí la apuesta por que las generaciones más jóvenes adopten un papel activo en las políticas de memoria, puesto que «ellas son las protagonistas del modelo de convivencia futuro».

Verdad y reconocimiento

El grupo de trabajo sitúa como claves tanto la verdad como el reconocimiento de todas las víctimas. Sobre el primer aspecto, recuerda que es un derecho y que en consecuencia conlleva un deber para las instituciones públicas y también la academia y los agentes sociales. En este ámbito se recalca la importancia del acceso a la documentación y la apertura de archivos, además de la investigación y socialización en general porque «queda todavía un largo camino por recorrer».

En cuanto al reconocimiento, se expone como «fundamental para la construcción de una convivencia democrática». Se subrayan la dimensión pedagógica del testimonio de las víctimas, su potencial para humanizar los conflictos y la necesidad de que se abandone su utilización política y su revictimización. Con esta apostilla: «Una sociedad democrática debe aspirar a que la condición de víctima sea un lugar transitorio».

Revisión crítica y autocrítica

Sobre la recurrente cuestión de relato único o relatos plurales, los seis autores aportan un nuevo prisma: la dificultad no radica tanto en ello, sino en la existencia de «relatos autojustificativos» que «tienden a encerrar más y más en lo propio, marcan distancia de los demás, perpetúan y cronifican el escenario de ‘unos frente a otros’».

Se aboga en este terreno por la «revisión crítica y autocrítica del pasado», planteada esta última como «ejercicio recomendable para todos y todas y obligatorio para todas aquellos que han tenido responsabilidad directa e indirecta» en vulneraciones de derechos humanos.

Urkullu: «No todos la misma»

En el acto de presentación ha participado el lehendakari de la CAV, Iñigo Urkullu, que ha hecho hincapié en este último extremo: «Autocrítica de todos y todas, pero, sobre todo y muy especialmente, por parte de quienes fueron responsables directos e indirectos de décadas de terror y violencia política, porque no todos los vascos y vascas tuvieron, tuvimos, la misma responsabilidad. Autocrítica y responsabilización que solo serán tales si son sinceras y consecuentes», ha añadido.

El documento de las seis víctimas e historiadores trae también un apunte para los responsables institucionales y otras personas con «capacidad de incidencia». Les pide «ejemplificar, con las propias palabras y actuaciones en el espacio público, los valores que se adscriben a la convivencia pública».