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El cráneo de Castro tenía rastros de diazepam en una cantidad indeterminada

El cráneo del vizcaino Jesús María Baranda, hallado en un paquete en Castro Urdiales tres años después de su desaparición, tenía rastros de diazepam aunque no se ha podido determinar en qué cantidad, según ha declarado una perita en el juicio por su muerte.

Mari Carmen Merino, acusada de la muerte de Jesús María Baranda, durante una sesión del juicio en Santander.
Mari Carmen Merino, acusada de la muerte de Jesús María Baranda, durante una sesión del juicio en Santander. (Pedro PUENTE HOYOS | EUROPA PRESS)

El cráneo de Jesús María Baranda, hallado hace más de tres años dentro de un paquete en Castro Urdiales, dio positivo en diazepam (ansiolítico), aunque no se ha podido determinar en qué cantidad, según ha corroborado una psiquiatra este miércoles en el juicio contra Carmen Merino, entonces pareja de la víctima y acusada de su asesinato.

En la vista, que ha tenido lugar en Santander, también han comparecido las farmacéuticas que cotejaron pelos encontrados en el interior de la caja –que la mujer habría entregado meses antes a una amiga para que se la guardase alegando que contenía juguetes sexuales– con los de la sospechosa, y que concluyeron que no eran de ella ni tampoco del finado.

Así lo han expuesto durante las últimas periciales, propuestas por la defensa, que pide la libre absolución de Merino mientras que el fiscal solicita 25 años de cárcel y la acusación particular, ejercida por los hijos del fallecido, reclama prisión permanente revisable.

Esta jornada han concluido las pruebas practicadas esta semana y la pasada en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria ante el tribunal del jurado, que tiene ahora que examinar la documentación aportada por las partes.

Lo harán antes de las conclusiones e informes finales, que tendrán lugar el jueves, cuando la procesada –que ha negado su participación en los hechos mientras ha señalado a su amiga y también al hermano de su novio– podrá ejercer su derecho a la última palabra.

Ya el viernes, el magistrado que preside el tribunal –y la Sala también– entregará el objeto del veredicto a los jurados para su deliberación.

Tras el interrogatorio de Merino, de 64 años, y las declaraciones de testigos –entre ellos allegados a Baranda, banquero jubilado vizcaino de 67 años cuando despareció–, se han practicado las periciales, que han finalizado con las de la defensa -ha dado por practicada una biológica y ha renunciado a una química, como ya hizo con una acústica sobre el ruido de una motosierra-.

El plenario ha arrancado hoy con una pericial psiquiátrica de una experta que examinó y valoró informes que obran en la causa (uno de la autopsia al cráneo y otro de toxicología), que ha ratificado que el cráneo dio positivo en diazepam (y dos metabolitos o sustancias que genera este fármaco), pero «no se sabe la cantidad».

A preguntas de la defensa sobre si la ingesta sería baja o alta, ha remarcado que en las muestras analizadas –tejido cutáneo, de las partes blandas que conservaban los restos óseos– la cantidad que había es «incierta», así como el momento en el que se produjo la ingesta antes de la muerte: «No hay manera de saberlo».

Receta del fármaco

A este respecto, ha indicado que el fármaco –que la acusada tenía recetado «a demanda», esto es, para tomar cuando lo necesitara, ante una crisis o episodio de ansiedad– empieza a hacer efecto en torno a una hora después de su consumo, sus efectos duran unas ocho y los restos permanecen en el organismo hasta tres días.

La psiquiatra ha subrayado también que la técnica de detección postmorten empleada es «muy sensible y selectiva», detectando cantidades incluso por debajo de la dosis terapéutica recomendada, que es de entre cinco y quince miligramos diarios. Y ha dicho que una dosis es tóxica cuando es veinte veces superior, a partir de los 500 miligramos.

A este respecto, ha señalado que no se puede determinar tampoco si la víctima ingirió una sola dosis o muchas, ni tampoco si fue en una ocasión o durante varios días, por lo que en consecuencia no pueden establecerse los efectos, que también dependen de cada persona y sus patologías, así como si están o no habituadas a este medicamento.

Ha especificado que este fármaco se absorbe «muy bien» y distribuye «muy rápidamente» por todo el organismo, siendo como «un imán» para el sistema nervioso central y el tejido adiposo, y ha comentado respecto a su compra y consumo que aunque no se puede adquirir en las farmacias sin receta médica es «bastante frecuente que la gente se automedique».

Pelos hallados en la caja del cráneo

A propuesta de la defensa también han comparecido dos farmacéuticas del Instituto Nacional de Toxicología que cotejaron pelos adheridos al cráneo con cabellos de Merino, concluyendo que no guardaban semejanza desde el punto de vista morfológico (longitud, grosor, color, etcétera). «No eran compatibles», han indicado.

Y han participado además dos biólogos que hicieron el cotejo genético de los pelos adheridos al cráneo con muestras de ADN de Baranda, extraídas de una pieza dental.

De los cuatro cabellos analizados, uno arrojó resultado positivo, es decir, que desde el punto de vista genético guarda semejanza en un porcentaje elevado y es compatible con el perfil obtenido del diente.

Dicha compatibilidad sería con Baranda o cualquier persona de la línea biológica materna, es decir, que podía ser del fallecido o de un hermano (siempre que sean hijos de la misma madre, han aclarado).

Los otros tres pelos estudiados no ofrecieron resultados concluyentes, según han apuntado los peritos, que han explicado que no se hizo el cotejo genético con los de Merino porque estaban teñidos y, en esos casos, los análisis «suelen dar problemas».