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Tres muertes, 6.053 denuncias

Sara Pina, Felisa S. y María Luisa Larrañaga son las tres mujeres que han muerto este año en Euskal Herria por violencia machista, mientras al menos otras ocho han sido hospitalizadas tras ser agredidas. Son la punta del iceberg de un problema que, en lo que va de año, contabiliza 6.053 denuncias.

Concentración en Elgoibar por la muerte de María Luisa Larrañaga, que había sido vecina de este municipio.
Concentración en Elgoibar por la muerte de María Luisa Larrañaga, que había sido vecina de este municipio. (Jon URBE | FOKU)

La violencia contra la mujer tiene múltiples expresiones, desde la más explícita y brutal hasta la más velada y sutil. Entre las primeras, de enero a setiembre de este año se han registrado un total de 6.053 delitos de violencia contra las mujeres, 4.591 en Araba Bizkaia y Gipuzkoa y 1.462 en Nafarroa.

Los casos más trágicos han sido los de las muertes de Sara Pina Yeregui, Felisa S. y María Luisa Larrañaga. Sara Pina, de 38 años y natural de Cortes, fue encontrada muerta en su domicilio de Tudela el 10 de enero con signos de haber sido acuchillada. Al día siguiente, su marido, José María Uruñuela, fue detenido cerca de Burdeos, a donde había huido tras cometer el crimen.

La segunda muerte se produjo el 26 de abril en el hospital de Cruces, a donde Felisa S., de 90 años, fue trasladada en estado muy grave. Su hijo, de 53 años, alegó que las heridas que presentaba se debían a una caída, pero finalmente fue detenido mes y medio después como responsable de la muerte violenta de su madre.

La tercera muerte violenta se produjo el 25 de setiembre en Benidorm, donde la guipuzcoana María Luisa Larrañaga, de 68 años y natural de Soraluze, murió como consecuencia de las cuchilladas que le asestó su marido, quien posteriormente se quitó la vida estrellando su coche contra una grúa.

Además de estas muertes, en lo que va de año se han producido varios intentos de homicidio que han provocado la hospitalización de las víctimas. Es el caso de una mujer que tuvo que ser ingresada en febrero en Txagorritxu tras ser agredida en su domicilio por su expareja, un hombre de 29 años, o el de otra joven que tuvo que ser ingresada en un centro hospitalario de la capital alavesa en marzo tras sufrir un aborto en su domicilio, un caso en el que su pareja fue detenida.

En Bilbo, otra mujer tuvo que ser hospitalizada en Basurto con lesiones en un ojo y hematomas por todo el cuerpo tras ser agredida en mayo por su pareja, un hombre de 30 años que fue detenido, y al mes siguiente otro hombre de 36 fue detenido en la misma capital por intentar matar a su pareja incendiando la lonja-vivienda donde dormían junto a una hija de corta edad. La mujer tuvo que ser ingresada en la unidad de grandes quemados de Cruces con pronóstico grave.

En Donostia, por otra parte, un varón de 26 años fue encarcelado en agosto por agredir a su pareja con un arma blanca en un domicilio de la capital. La víctima tuvo que ser trasladada al hospital con lesiones de gravedad en la espalda y el cuello.

En la localidad navarra de Arguedas, un hombre de 50 años fue detenido en setiembre por apuñalar cuatro veces a su pareja, de 44 años, mientras estaba con sus hijas menores de 11 y 13 años. Fue evacuada al hospital de Tudela con pronóstico reservado.

Y en noviembre, un hombre de 37 años fue encarcelado después de que agrediese con un arma blanca a su pareja en el transcurso de una discusión en Santurtzi. La víctima tuvo que ser trasladada a Cruces con diferentes cortes sangrantes en el cuello y en un brazo. Asimismo, otro hombre de 38 años fue encarcelado tras provocar en Galdakao el incendio en la vivienda de su pareja, víctima de malos tratos de manera reiterada.

Las agresiones por parte de las parejas o ex parejas se han producido también en las carreteras, como el caso de un vecino de Etxalar que en enero disparó con un rifle contra el coche en el que su pareja, con la que estaba en trámites de separación, se dirigía a trabajar. La mujer resultó ilesa y el hombre fue detenido, así como una mujer con la que tenía relación. También en Nafarroa, un hombre fue detenido en abril en Corella por chocar su vehículo con el del a víctima, con intención de sacarla de la vía.

Delitos contra la libertad sexual

Los casos de violencia ejercida por la pareja o expareja representan el mayor número de denuncias (3.327 de las 4.591 registradas por la Ertzaintza), seguido de las agresiones en el ámbito familiar (867) y de los delitos contra la libertad sexual (397). Entre estos últimos destacaron las agresiones sexuales, que entre enero y setiembre han pasado de 33 a 58 casos, un 75% más.

Los casos más graves se han producido en localidades como Barakaldo, donde un hombre de 34 años ingresaba en prisión como autor de cinco violaciones en este municipio y dos más en Sestao, además de diversos delitos de lesiones y contra el patrimonio. El Consistorio de Barakaldo denunció que este individuo había sido detenido 30 veces, pese a lo cual los jueces seguían dejando en libertad una y otra vez.

Este año tampoco se ha librado de las agresiones grupales, como la sufrida en febrero por una joven en un portal de Barakaldo por parte de cuatro jóvenes, que además le robaron el móvil y el bolso; o la padecida por una joven de 19 años en el barrio bilbaino de Bolueta, donde fue rodeada por cinco individuos que le robaron el bolso y le sometieron a tocamientos.

Estas agresiones han afectado también a menores, como es el caso de dos jóvenes de 13 y 16 años que en febrero denunciaron haber sido víctimas de agresiones sexuales en Bilbo y Ugao. En el primer caso, la víctima fue abordada por dos hombres en una parada de autobús y en el segundo caso, por un hombre de unos 25 años que la violó. Otras localidades donde se han producido delitos contra la libertad sexual son Portugalete, Antsoain, Hondarribia, Tolosa, Donostia, Ortuella, Tutera, Beasain, Bilbo, Iruñea, Tafalla, Zizurkil, Baiona, Gasteiz o Irun.

Las agresiones sexuales se han producido también en entornos laborales, como es el caso de una trabajadora doméstica agredida por el hombre de 71 años que le había contratado; la trabajadora de limpieza del Metro de Bilbo a la que un joven de 22 años acosó y realizó tocamientos en la estación de Sestao; o la empleada de la cafetería del Hospital de Nafarroa, agredida por un individuo en los baños del hospital. 

Concentración de apoyo a las mujeres acusadas de «obstaculizar» la intervención policial tras un pinchazo en Algorta. (Marisol RAMIREZ / FOKU)

Pinchazos en fiestas: un fenómeno nuevo con muchos puntos por aclarar

Las expresiones de violencia machista han registrado este verano un fenómeno desconocido hasta la fecha en estas latitudes: los pinchazos a mujeres que disfrutan, de noche, de la fiesta. Según datos oficiales, en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa más de 120 mujeres afirmaron haber recibido pinchazos, mientras que solo en fiestas de Baiona se produjeron más de un centenar de casos y, en Nafarroa, varias decenas en diferentes pueblos en fiestas, incluidos los sanfermines. Ninguno de los presuntos autores fue detenido, pese a que varios de ellos fueron identificados, como un hombre que portaba una jeringuilla en la Aste Nagusia de Bilbo, un hecho del que la Policía Municipal solo informó después de que fuese filtrado por un medio de comunicación.

Se trata de un fenómeno del que ya se tenía conocimiento en otros países, y que este verano ha irrumpido de lleno en Euskal Herria, causando gran alarma entre la población. Pese a que en un primer momento se especuló con la posibilidad de que el objetivo de los pinchazos fuese buscar la sumisión química de la víctima, los análisis médicos realizados han descartado esta posibilidad. Según el Gobierno Vasco, en ninguno de los casos analizados se han encontrado restos de sustancias tóxicas. Pero el riesgo de adquirir una enfermedad como consecuencia de utilizar una aguja infectada siempre ha estado presente.

Por todo ello, y aunque las investigaciones policiales no han arrojado ningún resultado, todo parece indicar que la finalidad última es amedrentar a las mujeres que disfrutan de la fiesta para expulsarlas del ocio nocturno.

Con el fin de hacer frente a esta situación, prácticamente todos los municipios en fiestas han puesto en marcha protocolos especiales para atender a las víctimas, un hecho que terminó llevando al Juzgado a dos militantes feministas de Algorta por coordinar la atención a una menor que había denunciado un pinchazo. La Ertzaintza les acusó de «obstaculizar» la intervención policial.