De repente Santiago Mitre decide romper abruptamente con su cine político, a pesar del éxito internacional cosechado con su última realización ‘Argentina, 1985’ (2022), y rueda en el marco francófono la comedia negra ‘Petite Fleur’ (2022), que ha desconcertado a sus seguidores habituales, e incluso a los comités de selección de los grandes festivales, que no sabían dónde encajarla. Pero el argentino quería hacer otra cosa, desencasillarse y cambiar de registro, con esta pieza que permite una narrativa pareja a la improvisación jazzística.
Se trata de una adaptación de la inclasificable novela de Iosi Havilio ‘Petite Fleur jamais ne meurt’ (2015), que toma su título del famoso estándar de jazz compuesto por Sidney Bechet en 1952. De acuerdo con lo obsesivo del relato en bucle, el tema musical se va repitiendo en sus diferentes versiones, como la cantada de Danielle Darrieux o la de Petula Clark. Porque el protagonista, un emigrante argentino en Clermont-Ferrand, mata una y otra vez al vecino, que siempre revive para escuchar su disco favorito, desesperando a nuestro triste desempleado.