«Un cúmulo de fatalidades». Así resumió el portavoz del Gobierno de Lakua, Bingen Zupiria, lo acontencido en Donostia durante la noche del 29 al 30 de diciembre de 2020, cuando un coche patrulla cayó al río Urumea con dos agentes en su interior. Uno de ellos, de 30 años de edad, fue rescatado con hipotermia, pero menos suerte tuvo su compañero, Iñigo Etxarri, natural de Donostia y de 47 años, que murió dentro del vehículo.

El consejero de Interior, Josu Erkoreka, explicó que el coche de la Ertzaintza «estaba de patrulla» y salía del túnel peatonal que cruza bajo las vías del tren, cuando sin «ningún incidente especial» chocó contra la barandilla y cayó al agua.

A partir de ahí, más sombras que luces. Según el informe pericial publicado en setiembre de 2021, casi nueve meses después, el vehículo circulaba a entre 6 y 8 km/h dentro del túnel y a 16 km/h al chocar con la valla. El documento descartaba cualquier fallo mecánico o que el agente se durmiese al volante, y resumió todo en un error atribuible al «factor humano», sin mayores precisiones.

El informe indicaba que el agente superviviente consiguió salir tras romper el cristal con sus botas, mientras que Etxarri disparó en tres ocasiones tratando de romper la ventanilla, pero no consiguió escapar. Más allá de eso, el asunto se ha movido en una llamativa falta de claridad.

Al igual que hace doce meses, el sindicato policial Esan ha homenajeado este mediodía a Etxarri en el aniversario de la tragedia, con una ofrenda floral en el lugar en el que tuvo lugar el accidente

El representante de Esan Iñaki Uranga ha explicado que han querido hacer un acto de «pequeño homenaje y recuerdo» a Etxarri «en este lugar que fue donde sucedió el trágico accidente», con el objetivo de «no dejar en el olvido a todos esos compañeros que en el día a día trabajan en la defensa de las libertades de todos los ciudadanos vascos, en esta caso de la ciudadanía donostiarra».