El montañero vizcaino Alex Txikon ha confesado que se siente «orgulloso» de su histórica ascensión al Manaslu (8.163 metros), la primera en época plenamente invernal y sin oxígeno, pero aún «vacío» tres semanas después del hito logrado el pasado día 6 de enero.
«Es curioso. Llegar y acometer el objetivo en un abrir y cerrar de ojos –apenas 60 horas desde el campo base a la cumbre– me hace sentir vacío», ha admitido Txikon a los periodistas en una comparecencia posterior al homenaje que ha recibido junto a su compañero de expedición Eneko Garamendi en la Diputación Foral de Bizkaia.
Ambos han sido recibidos por el diputado general, Unai Rementeria, y la diputada de Cultura, Euskera y Deporte, Lorea Bilbao, en el Palacio Foral de Bilbao en un acto en el que se ha destacado «el deber como institución y como Bizkaia con Alex y su equipo de reconocer a una forma de ser, de vivir y de actuar».
«Cada día que pasa soy algo más consciente, pero es extraño porque a diferencia de otras veces tengo una lucidez especial y recuerdos muy frescos del ataque a cumbre», ha explicado el alpinista de Lemoa, quien ha confesado que llegó a temer incluso por su vida durante el descenso al campo base.
«Sabía que iba con la aclimatación justa y el descenso me iba a costar. Hubo un momento en el que me sentí sin fuerzas y sentía que me iba a morir allí agonizando. Pasé mucho miedo, pero saqué fuerzas una vez más y psicológicamente traté de armarme para descender al campo 4. Ya la bajar 100 metros me fui animando», ha relatado.
Las condiciones meteorológicas que se encontraron Txikon y su equipo fueron probablemente las más duras de su carrera, con temperaturas de hasta 45 grados bajo cero y vientos de 50 kilómetros por hora frente a las que fue clave su «determinación» cuando las previsiones apuntaban a una mínima ventana de buen tiempo.
«Le hemos echado valor y coraje», ha subrayado el curtido alpinista, quien ha puesto en valor también la decisión de su compañero de cordada Simone Moro de descender en solitario desde el campo 2 al campo base cuando se sintió sin fuerzas para seguir subiendo.
«Simone tiene parte de la cumbre. Yo no tengo ese valor que él tuvo de darse la vuelta y bajar solo. Se armó de coraje para que nosotros subiéramos a la cubre. Tuvo un gesto muy bonito con el grupo», ha destacado.
Por último, y a pesar de que cuando alcanzó el campo base tras «sobrevivir a un momento de flaqueza tremenda» pensó en no volver más al Himalaya, ha reconocido que cada día que pasa tiene «más ganas de volver» y tiene en mente sendas expediciones al Kanchenjunga y el Makalu con las que daría por finalizada su etapa himalayista.
Esta ascensión al Manaslu ha sido la segunda cumbre invernal de más de ocho mil metros hollada por Txikon tras lograr el Nanga Parbat en 2016 junto a Ali Sadpara y Simone Moro.