Imanol Intziarte

«Los trabajos que hacen las mujeres están devaluados», concluye un informe de LAB

El sindicato cifra en 6.200 euros la brecha salarial anual en Hego Euskal Herria entre sectores masculinizados y feminizados para empleos de la misma categoría. Ha convocado movilizaciones en Bilbo e Iruñea para el próximo 22 de febrero.

Maddi Isasi y Garbiñe Aranburu, durante la comparecencia de este lunes.
Maddi Isasi y Garbiñe Aranburu, durante la comparecencia de este lunes. (Gorka RUBIO | FOKU)

LAB ha presentado este lunes un análisis sobre la brecha salarial por género, como previa de las movilizaciones que llevará a cabo el próximo día 22 de febrero, a las 11.00 en Bilbo –una manifestación desde la sede del Gobierno de Lakua hasta la de Confebask–, y en Iruñea a las 11.30, con una concentración frente al Parlamento.  

Según han explicado en la comparecencia, el sindicato ha realizado una comparación entre diferentes convenios para analizar esta brecha salarial, estudiando trabajos de la misma categoría tanto en sectores masculinizados –construcción, metalurgia y limpieza viaria– como en sectores feminizados –comercio de alimentación, residencias de mayores y limpiadoras de sala–.

La Secretaria Feminista de LAB, Maddi Isasi, ha subrayado que los salarios en los sectores masculinizados pueden llegar a ser un 90% superiores a los de los feminizados. Ha citado como ejemplo que «el peón de almacén de la construcción de Gipuzkoa cobra un 90,30% más que la trabajadora de residencias de mayores de la misma categoría. Por lo tanto, en dos trabajos similares, el hombre tiene casi el doble de sueldo que la mujer».

Las diferencias también son relevantes en otras comparaciones. Por ejemplo, en la limpieza viaria se gana un 33,70% más que en la limpieza de salas y edificios. O un operario del metal cobra un 45,36% más que una trabajadora de una residencia de mayores. De media anual, los ingresos de los hombres superan en 6.200 euros los de las mujeres, un 23%.

«No es que sean muy altos»

Isasi ha destacado además que «esto no significa que los salarios de los sectores masculinizados sean muy altos», sino que «son los de los sectores feminizados los que son muy bajos». Y las diferencias serían mayores si pudieran calcular los datos de quienes «no salen en la foto», las personas que «no regulan sus condiciones laborales a través de un convenio», ya que tres de cada cuatro son mujeres.

Garbiñe Aranburu, coordinadora de LAB, ha manifestado que la principal conclusión a la que se llega con estos datos es que «los trabajos que hacen las mujeres están devaluados, se les da menos valor». A esto se le suma que sobre ellas recaen mayoritariamente las tareas de cuidado. «Aunque sean imprescindibles para sustentar la vida, no se les reconoce el valor de estos trabajos. Los cuidados no remunerados los tienen que realizar mayoritariamente las mujeres, y cuando son remunerados, en condiciones salariales y laborales precarias». Una situación aún peor «cuando la trabajadora es una mujer migrada y racializada», y también «cuando las instituciones subcontratan estos trabajos, dando paso al negocio».

Entre las consecuencias de esta situación Aranburu ha explicado que también existe brecha de género «en la negociación colectiva. A pesar del mayor nivel de conflictividad en los sectores feminizados, el bloqueo es mucho más evidente». Ambas representantes de LAB han remarcado que «no hay trabajos más adecuados para mujeres que para hombres, y viceversa. Caer en esa división es aceptar la discriminación de las mujeres».

Como posibles soluciones, Aranburu ha comentado que «hay que acabar con la falsa dicotomía entre trabajo y empleo, hay que reconocer y redistribuir todos los trabajos. Por otro lado, hay que acabar con la división sexual del trabajo y revalorizar todos los empleos, hay que pagar más los trabajos necesarios para el mantenimiento de la vida, hay que dignificar las condiciones laborales en los sectores feminizados; y por último, habida cuenta de que toda la sociedad es la beneficiaria de todas estas tareas de cuidado gratuitas realizadas por las mujeres, son necesarias decisiones que reconozcan y corrijan la deuda patriarcal contraída por patronal e instituciones con estas mujeres, como acabar con la brecha de las pensiones».