Los responsables de formular las políticas monetarias del Banco Central Europeo se enfrentaron la semana pasada a algunos hechos que ponen en cuestión la línea seguida hasta ahora. El asunto se podrían resumir en que las empresas europeas se están beneficiando de la alta inflación mientras que los trabajadores y los consumidores pagan la factura.
Una constatación que pone en cuestión la narrativa macroeconómica predominante los últimos meses. Según el discurso oficial, los fuertes aumentos en los precios de todos lo productos, desde la energía hasta los alimentos y los microchips, estaban aumentando los costos de las empresas de la zona euro.
Ante esta situación, el Banco Central Europeo (BCE) respondió elevando las tasas de interés hasta alcanzar el máximo en cuatro décadas con el objetivo de enfriar la demanda, argumentando que de este modo frenaba el riesgo de que la carestía de la vida hiciera subir los salarios y crearan una espiral inflacionaria.
Pero según un reportaje de Reuters firmado por Francesco Canepa, en la reunión que celebró la semana pasada la dirección del banco en el retirado el pueblo finlandés de Inari surgió una imagen ligeramente diferente de la situación, según confirmaron al autor tres fuentes que asistieron a la reunión.
Los datos organizados en más de dos docenas de diapositivas fueron presentados a las 26 personas encargadas de formular las políticas del BCE. Las cifras revelaban que los márgenes de ganancias de las empresas habían aumentado en lugar de reducirse, como cabría esperar cuando los costos de los insumos aumentan con tanta fuerza.
Los márgenes empresariales
Según una de las diapositivas que publica Reuters, entre el primer trimestre de 2021 y el tercero de 2022, el margen de los beneficios empresariales sería el responsable del 1,3% de la subida de los precios, mientras que los impuestos habrían aportado el 0,9% y los salarios apenas el 0,6%
De las cifras del BCE se deduce que las empresas han estado elevando los precios por encima de sus costos, a expensas de consumidores y asalariados. Resulta, por tanto, que son los trabajadores europeos los que están soportando el coste de la inflación y no las empresas.
Si lo que está dando alas a la inflación es la expansión de las ganancias de las empresas, el BCE está utilizando una justificación errónea para argumentar la subida de tipos. Además, esta política carga todavía más el peso de la inflación sobre la clase trabajadora al incrementar el coste de sus deudas.
Canepa señala que la inflación alimentada por el aumento de las ganancias corporativas tiende a autocorregirse a medida que las empresas se ven obligadas a frenar el aumento de precios para no perder participación de mercado. Una apreciación muy discutible cuando la competencia no es real al estar la mayoría de mercados controlados por grandes conglomerados.
En cualquier caso, un discurso sobre la inflación centrado en los márgenes empresariales podría dar a los miembros más moderados del Consejo de Gobierno algo de munición para luchar contra nuevas subidas de tipos después de que su resistencia resultara en gran medida inútil durante el año pasado, según han señalado a Reuters varios economistas.
El debate se reanudará en la próxima reunión de política monetaria del BCE el 16 de marzo. El BCE ha prometido que ese día elevará las tasas a su nivel más alto desde el punto álgido de la crisis financiera en 2008.
Los salario siguen centrando el discurso
Otro de los datos que se ofreció en la reunión de Finlandia es la caída del poder adquisitivo de los trabajadores. Según los cálculos del BCE, la subida de la inflación por encima de los salarios supone una caída del 5% en el nivel de vida del empleado promedio en la zona euro en relación con 2021.
Eso es más o menos lo contrario de la inflación impulsada por los salarios que caracterizó la década de 1970, una era que se ha convertido en el punto de comparación más utilizado en el debate público sobre las respuestas políticas apropiadas del banco central.
Así, por ejemplo, los salarios se mencionaron 14 veces en la última conferencia de prensa de la presidenta del BCE, Christine Lagarde, mientras que las ganancias empresariales no fueron mencionadas ni una sola vez. Su adjunto, Luis de Guindos, también advirtió que el BCE debe tener cuidado porque los sindicatos podrían exigir aumentos salariales excesivos.
«Se ve una reticencia muy clara a hablar de ganancias», señaló a Reuters Daniela Gabor, profesora de Economía y Macrofinanzas en la Universidad de West England en Bristol. «Eso ilustra que la meta distributiva de la política contra la inflación es: no vayas a por las ganancias, no vayas a por el capital».
Beneficios versus salarios
Los responsables políticos del BCE reunidos en Finlandia revisaron conjuntos de datos similares que mostraban que las ganancias habían superado los salarios gracias a que los trabajadores habían estado gastando los ahorros acumulados durante el confinamiento, pero también debido al poder de las empresas para fijar los precios, según publica Reuters.
En enero, el gobernador del Banco Central portugués, Mario Centeno, fue uno de los primeros en advertir sobre el riesgo de un aumento muy amplio en los márgenes de ganancias y dijo que debería ser un tema de la agenda política europea.
El miembro de la junta del BCE, Fabio Panetta, dijo más tarde que los trabajadores habían sido los más afectados por el aumento de los precios mientras que, en general, los márgenes de beneficio de las empresas se mantuvieron estables o incluso aumentaron en algunos sectores.
Los salarios han empezado a crecer, y el indicador de salarios prospectivo del BCE anticipa un aumento de casi el 5% en 2023 para los contratos firmados en el último trimestre de 2022. Pero eso no compensará la caída masiva de los salarios reales durante el año pasado, señalaron los analistas.
«Un ingrediente clave que falta es la fuerza de negociación del movimiento obrero, que está estructuralmente debilitado por las políticas antiinflación de la década de 1980 y la consiguiente liberalización de los mercados laborales», dijo Mattias Vermeiren, profesor de Economía Política Internacional en el Ghent Institute for International y Estudios Europeos.
Durante la última crisis de inflación en la década de 1970, casi el 70% de la renta quedaba en manos de los trabajadores y poco más del 20% eran las ganancias del capital, según los datos de Eurostat. En la actualidad, la participación laboral es del 56% y un tercio se destina a las ganancias.
En cualquier caso, las palomas de las tasas de interés podrían ver truncadas sus expectativas de detener a los halcones de la subida de tipos después de que los últimos datos mostraran que la inflación en el Estado francés, español y Alemania superara las expectativas en febrero.