Dabid Lazkanoiturburu
Nazioartean espezializatutako erredaktorea / Redactor especializado en internacional

Anegar una presa, ahogar una contraofensiva o hundir un país

Zonas anegadas en torno a la presa.
Zonas anegadas en torno a la presa. (AFP)

La de la presa de Kajovka es la crónica de una destrucción anunciada, lo que no le resta un ápice de gravedad, sobre todo porque se demuestra hasta dónde está dispuesto a llegar quien la ha perpetrado.

Era igual de previsible que ambos bandos se responsabilizaran recíprocamente del desastre, económico, medioambiental y poblacional. Una constante, tanto en esta como en todas las guerras.

A continuación, aportamos varios elementos sobre el contexto bélico y las consecuencias de la voladura de la presa que pueden arrojar luz sobre su autoría.  
 
Esta tiene lugar horas después de que Rusia anunciara haber frustrado una ofensiva ucraniana en Donetsk.

A falta de confirmar que la también tantas veces aireada contraofensiva habría comenzado, cruzar el río Dniéper a la altura de Jerson para dirigirse hacia Crimea era uno de los escenarios que Kiev filtraba desde hace meses.

La elevación del caudal del río (que supera los diez metros) anegará sus márgenes, lo que dificultaría aún más un ya complicado desembarco embarrando la orilla derecha y haciendo prácticamente imposible el tránsito de blindados y vehículos militares pesados. Sus defensores, el Ejército ruso, son los beneficiarios.

Se puede argüir que esta hipótesis parte de un presupuesto, el del intento de cruzar el Dniéper, cuando el escenario que más se barajaba era el de una ofensiva ucraniana desde Zaporiyia en dirección a Melitopol y Mariupol. El objetivo sería romper el corredor terrestre ruso desde Crimea hasta el Mar de Azov.

Lo cierto es que lo de los escenarios no son más que elucubraciones y todo apunta a que la estrategia de Ucrania es ir testando con ataques las defensas rusas para buscar un punto débil. Sería el caso del ataque ucraniano en Donetsk el pasado domingo.

Se puede argumentar que anegar la región podría, en sentido contrario, dificultar una ofensiva rusa. Por lo testado en las últimas semanas, no parece que ni unos ni otros tuvieran entre sus objetivos enfrentarse en el Dniéper a la altura de Jerson.

De ahí que haya quien no vea beneficios tácticos a corto plazo para ninguno de los bandos. Salvo, convendría recordar, porque permite al Ejército ruso, a la defensiva, desviar refuerzos a otros frentes que podrían estar más amenazados e impide, en cualquier caso, a Ucrania, utilizar el escenario como maniobra de diversión o, en su día, lanzarse al asalto dela otra orilla del gran río.     

Kajovka suministra a través de canales agua no solo a  las ciudades y localidades de la región, sino a la Península de Crimea, lo que podría ser interpretado como un refuerzo de la acusación de que la presa habría sido reventada por misiles ucranianos.

En esa línea, volar la macro-instalación hidráulica con una explosión desde el interior de la sala de máquinas por parte de Rusia, que la controlaba desde el inicio de la guerra, podría calificarse como un tiro en el pie.

Un tiro en el pie o un daño colateral controlado. Y es que tampoco es la primera vez que Crimea se queda sin agua, hasta ahora por bloqueos ucranianos, y ha logrado sin grandes problemas el suministro ruso a través del puente del estrecho de Kerch.

No hay que olvidar que, a falta de cálculos concretos, el gran damnificado de una catástrofe económica y medioambiental de semejante calado será en primer lugar Ucrania y su viabilidad como Estado.

Lo mismo ocurre con el impacto de la destrucción de la presa sobre la central nuclear de Zaporiyia, el mayor complejo de energía atómica de Europa.

Kajovka no solo suministraba gracias a sus turbinas energía para hacer funcionar la central, sino agua para la refrigeración de su media docena de reactores, en manos de Rusia pero que suministran energía a media Ucrania.  

La afección a futuro a las infraestructuras de un país anegado por la guerra es de tal calado que alguien, o algunos, han decidido que es preferible destruir un país a perderlo en una guerra que nadie puede ganar. ¿El propio país o el país de un vecino díscolo?