Koldo Landaluze
Especialista en cine y series de televisión

120 años de ‘La gente del abismo’: Jack London en las cloacas del imperio británico

Hace ciento veinte años, Jack London relató en ‘La gente del abismo’ los pasajes de los que fue testigo en los ‘slums’, barrios humildes londinenses donde se hacinaban millares de personas en condiciones terribles. La cara oculta de un imperio británico que se jactaba del espolio de sus colonias.

El aventurero, periodista y escritor estadounidense Jack London.
El aventurero, periodista y escritor estadounidense Jack London. (CHARMIAN LONDON)

«Lo que relato en este volumen me sucedió en el verano de 1902. Descendí al submundo londinense con una actitud mental semejante a la de un explorador. Estaba predispuesto a dejarme convencer por mis propios ojos más que por las enseñanzas de aquellos que nada habían visto, o por las palabras de los que fueron y vieron antes que yo. Es más, adopté un criterio sencillo para medir la vida de aquel submundo. Aquello que estuviera por la vida, por la salud física y espiritual, era bueno; lo que estuviese en contra, hiriera, disminuyera o pervirtiera la vida, era malo. El lector comprenderá enseguida que mucho de lo que vi era malo. Sin embargo, no debe olvidarse que la época sobre la que escribo era considerada en Inglaterra como de ‘buenos tiempos’. El hambre y la falta de techo que encontré constituían una situación de miseria crónica que no se superaba ni siquiera en los períodos de mayor prosperidad».

Con esta primeras palabras arranca el sobrecogedor viaje que Jack London plasmó en ‘La gente del abismo’.

Aquel verano londinense recorrido por London dio paso a un invierno terrible. Los parados, en gran número, organizaban manifestaciones, a veces hasta doce al mismo tiempo, y marchaban por las calles de la capital británica pidiendo pan.

Justin McCarthy, en su artículo en ‘The Independent’ de Nueva York, en enero de 1903, resumió la situación así: «Los albergues ya no disponen de espacio donde amontonar a las multitudes hambrientas que durante el día y la noche llaman a sus puertas pidiendo alimento y cobijo. Todas las instituciones caritativas han agotado su capacidad de conseguir alimentos para los hambrientos que llegan desde los sótanos y buhardillas, de las callejuelas y callejones de Londres. Los locales del Ejército de Salvación en varios lugares de Londres se ven asediados todas las noches por hordas de parados hambrientos a los que no se puede proporcionar sustento ni albergue».

Por aquellos días, el escritor estadounidense comenzaría su exitoso ciclo de novelas de aventuras y de ciencia ficción con títulos tan conocidos como ‘La llamada de la selva’ (1903), ‘El lobo de mar’ (1904), ‘Colmillo Blanco’ (1906), ‘El vagabundo de las estrellas’ (1915).

En 1902 abandonó Estados Unidos para cubrir como periodista la guerra de los Boers pero cuando desembarcó en el Royal Victoria Dock, su misión había sido cancelada. Se alojó en una habitación en un barrio obrero lindante al Támesis.

Convencido socialista, su curiosidad le llevó a visitar los llamados ‘slums’, barrios humildes londinenses donde se hacinaban millares de personas en condiciones terribles mientras las clases pudientes disfrutaban del expolio que el Imperio llevaba a cabo en sus colonias.

Allí se conmovió ante la extrema pobreza, la proliferación de los sin techo que dormían en bancos y escaleras, los desempleados crónicos, los enfermos sin asistencia digna de tal nombre, la más absoluta miseria. Vivió allí, y de esa terrible experiencia nació ‘La gente del abismo’.

El universo utópico apegado a lo real

El universo utópico de London se desarrolla en cinco obras: ‘La gente del Abismo’ (1903), ‘El talón de hierro’ (1908), ‘Martin Eden’ (1909), ‘Radiante Aurora’ (1910) y ‘El valle de la luna’ (1913).

Sobre ‘La gente del abismo’, Pepe Gutiérrez-Álvarez dejó escrito en ‘El viejo topo≈ un excelente artículo titulado ’Jack London, entre el abismo y la cima’. Según Gutiérrez-Álvarez, en ’La gente del abismo≈ «London refleja, a la manera de un reportaje sociológico, los suburbios proletarios de Londres, y muestra, por medio de una extrapolación de la realidad francamente surreal, a dónde conduce moral y físicamente el capitalismo a los productores, qué decadencia produce en una infra-humanidad que el escritor ve plena de enfermedades, de monstruos que son mezclas de todas las épocas de la humanidad, a la manera de ‘La máquina del tiempo’ de H. G. Wells».

Recorrió el barrio de Whitechapel, ya tristemente célebre por los crímenes cometidos por ‘Jack el Destripador’, que aún eran recientes. También caminó por Hoxton, Spitalfields, Bethnal Green y Wapping hasta los East India Docks.

Para retratar todo lo que vio consideró que debía ser ‘uno de ellos’ y para ello durmió al raso o en parques, y visitó enormes albergues donde los más pobres se hacinaban sin esperanza alguna.

También plasmó en imágenes aquel testimonio y cifró en medio millón las personas que vivían en esas condiciones tan extremas. La expresión 'gente del abismo' se hizo habitual, aunque él no la había creado. Desde hacía años se venía usando para hablar de los barrios más castigados de la City.

Entre 1900 y 1916 captó más de doce mil fotografías. Todo un legado de lo que escondía aquel abismo social.